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Broadchurch 02x08

Las reacciones correctas a las razones equivocadas

7,6

 

Milo J. Krmpotic'

 

De acuerdo, O.J. Simpson también fue absuelto, los jurados populares en ocasiones se ven conformados por doce “hombres” con demasiada piedad, así que pasaremos de puntillas por el carácter molestamente inverosímil del veredicto que abrió el episodio y devolvió la libertad a Joe Miller. Porque a partir de ahí sucedieron muchas cosas, quizá demasiadas; a menudo (tratándose de un capítulo final tampoco esperábamos milagros) basadas en circunstancias como hemos visto tirando a incongruentes, cuando menos relatadas con cierta aceleración (con lo que costó que la serie se moviera en algunos tramos), pero que condujeron a momentos de gran televisión. Los suficientes, por cierto, como para que la noticia de la renovación para una tercera temporada nos haya dejado razonablemente ilusionados.

 

Tras el mazazo judicial en el apartado Broadchurch del asunto, Alec Hardy pudo centrarse en Sandbrook (e invitó a Ellie Miller a hacer lo mismo, acceso de rabia mediante, aunque cuesta imaginar a una madre desentendiéndose tan fácilmente de sus críos cuando el padre de los mismos, del que se conoce que es un asesino, acaba de ser liberado). Y la clave del caso radicó, inevitable y lastimeramente, en un pendiente que venía de pasar por tantas manos que representaría el sueño húmedo del más inútil de los abogados defensores. Afortunadamente, tanto Hardy como Chibnall enfocaron la resolución desde lo emotivo antes que apuntando a la lógica, y el desmoronamiento del entramado de complicidades (contado con cierta gracia pese a que requirió de hasta tres puntos de vista) coló bastante mejor que una explicación quizá realista en su mezcla de lujuria y alcohol y estupidez, pero también algo forzada.      

 

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A partir de ahí, hubo verdad en la reacción llorosa de Hardy y algo de fantasía en la solución que los Latimer y los Miller encontraron para el fallo (en su acepción de error) de la justicia, con esa suerte de tribunal cívico-familiar que decretó el exilio del acusado (muy griego todo, en su encuentro entre tragedia e ideal democrático). Pero tanto lo uno como lo otro abocó a secuencias dramáticamente excepcionales, donde David Tennant y Jodie Whittaker discurrieron interpretativamente casi por encima del nivel habitual de Olivia Colman. En cambio, la reunión de ambas familias en la playa resultó exasperante por su buenismo y gratuidad, así que menos mal que los últimos planos quedaron en manos de Tennant: su sola mirada, la tensión que logró generar en torno a una actividad tan banal como subirse a un taxi, nos hizo olvidar las imperfecciones de esta segunda temporada y ansiar más, deseo que la ITV ha concedido sin rechistar.     

 

Bonus tracks:

* El plano inicial del episodio nos mostró a Joe Miller de espaldas pero también claramente de pie; acto seguido lo pudimos ver sentado y, para más inri, segundos después escuchamos a la jueza solicitándole que se levantara de la silla a fin de escuchar el veredicto. No fue, por cierto, el único notable descuido de raccord a lo largo de la noche: ¿por dónde salen Beth y Ellie Miller de la cabaña para asistir al walk of shame del exmarido de la primera, si este bloqueaba la puerta durante su conversación con el cura?

* Para lo poco que ha hecho dentro del juzgado, Jocelyn Knight siguió agitando su vida privada fuera de él: esas ansias de retorno profesional, ¿acabarán con su recién reemprendida trayectoria sentimental?

* Fue de lejos la mejor interpretación de James D’Arcy: a su Lee Ashworth le sentó de fábula venirse abajo y mostrar sus puntos débiles.

* Las piedras sobre los ojos de Claire mientras yacía en la playa, episodio 2x07, no tuvieron la explicación que anticipábamos. De hecho, hasta donde llegamos, no escondieron simbolismo alguno.

* Si la primera temporada comenzó desgarrando a los habitantes de Broadchurch, tensando con violencia sus lazos intercomunitarios, esta segunda ha acabado alumbrando una cierta unificación. Vence el mensaje de Ellie Miller, “no estamos solos”, pero… ¿logrará convencer además a Hardy? La respuesta, de aquí a cosa de un año. Hasta entonces, gracias por haber seguido estos comentarios.

Milo J. Krmpotic’

Milo J. Krmpotic’ debe su apellido a una herencia croata, lo más parecido en términos eslavos a una tortura china. Nacido en Barcelona en 1974, ha publicado contra todo pronóstico las novelas “Sorbed mi sexo” (Caballo de Troya, 2005), “Las tres balas de Boris Bardin” (Caballo de Troya, 2010), “Historia de una gárgola” (Seix Barral, 2012) y "El murmullo" (Pez de Plata, 2014), y es autor de otras tres obras juveniles. Fue redactor jefe de la revista Qué Leer entre 2008 y 2015, y ejerce ahora como subdirector del portal Librújula. Su firma ha aparecido también en medios como Diari Avui, Fotogramas, Go Mag, EnBarcelona, las secciones literarias del Anuari de Enciclopèdia Catalana

 

milo@blisstopic.com