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Broadchurch 02x01

Crimen... ¿y castigo?

8,2

 

Milo J. Krmpotic'

 

La muy notable primera temporada de este whodunit británico, cortesía de la ITV y del guionista Chris Chibnall, cumplió con creces a la hora de desencajarnos la mandíbula con la resolución del asesinato del chaval Danny Latimer, pero a qué precio… Mientras el DI Alec Hardy (David Tennant) quedaba al borde del infarto definitivo, la DS Ellie Miller (Olivia Colman) se veía obligada a exiliarse del pequeño pueblo de la costa de Dorset en compañía de sus dos hijos, inevitablemente condenada por asociación en la conciencia de sus vecinos. Así, porque cada uno de ellos debía protagonizar un comeback digno del gran Joe Montana si esta segunda entrega aspiraba a reunirlos al frente de una nueva investigación criminal, Chibnall ha optado por una opción mucho menos forzada y, a la vez, tremendamente fiel al espíritu de la serie: darle otra vuelta de tuerca al caso y seguir escarbando en las repercusiones de tan traumático crimen en la psique de esa pequeña comunidad.

 

Hardy, pues, se ha retirado y sigue a medio susto de pisar el otro barrio. Miller permanece exiliada y es ahora agente de carreteras. Y ambos van a reencontrarse en la vista contra el marido de la segunda, Joe, que debería resultar una mera formalidad camino de que las cicatrices comiencen a cerrarse, pero que alumbra el primer golpe al hígado de la velada cuando el encausado decide declararse no culpable, para mayor desesperación si cabe de los Latimer (Beth –de nuevo embarazada–, Mark y la hija adolescente de ambos, Chloe). Una abogada londinense (Marianne Jeanne-Baptiste) no tarda en hacerse cargo de su defensa con la esperanza de que la fama del caso le ayude a reflotar su renqueante bufete. Y su antigua jefa (ni más ni menos que Charlotte Rampling), que vive una amarga jubilación en el mismo Broadchurch, tomará a su vez las riendas de la acusación con la esperanza de cerrar de una vez por todas el asunto.

 

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Allí donde “Broadchurch 1” era investigación criminal, con los abusos del periodismo sensacionalista como secundario caballo de batalla, “Broadchurch 2” apunta, pues, al drama de tribunales con toda su ansia de justicia y las iniquidades que también ampara (como la que cierra este capítulo inicial, otro señor golpe bajo nuestra línea de flotación). Pero mucho ojo, porque no es que Joe Miller reclame su completa inocencia, sino que simplemente se niega a concentrar sobre su rapada cabeza toda la culpabilidad de un caso que tiene bastantes visos de acabar salpicando a otros habitantes de Broadchurch; el primero de ellos, Mark Latimer, sobre quien vuelven a cernirse las más insidiosas sospechas, habida cuenta la identidad de su nuevo compañero de partidas al FIFA 2015.

 

Y, por si tal berenjenal no resultara ya apasionante, Chibnall tiene a bien reabrir una segunda trama, la de Sandbrook, el caso pre-Broadchurch que casi le cuesta a Hardy su carrera. Resulta que el inspector ha tenido todo este tiempo a la principal testigo de la investigación, Claire Ripley, escondida en una casita de las afueras de Broadchurch. Y que el marido de esta y principal sospechoso del asesinato de las primas Newbery, Lee Ashworth (James D’Arcy), ha decidido regresar al país con ánimos tirando a tenebrosos. Y, aunque algo tópicos en su recurso a la cámara lenta, los flashbacks con que se explicó esta subtrama no desmerecieron en un episodio que volvió a representar una auténtica montaña rusa emocional. “Broadchurch” ha vuelto en todo su doloroso esplendor.

 

Bonus tracks:

* La química entre Tennant y Colman sigue generando muy notables momentos de alivio cómico: véase, sin ir más lejos, cuando él se ofrece a abrazarla en el baño de mujeres.

* Leo que los telespectadores ingleses han protestado por la tendencia de David Tennant a mascullar, circunstancia que se ve agravada por su acento escocés. Pero cabe disculparle: el tipo venía de repetir toda la primera temporada de “Broadchurch” en su remake norteamericano, “Gracepoint”, que no ha sido renovado y que por tanto le dejará más tiempo para recuperar la plena posesión de sus facultades vocales.

 

Milo J. Krmpotic’

Milo J. Krmpotic’ debe su apellido a una herencia croata, lo más parecido en términos eslavos a una tortura china. Nacido en Barcelona en 1974, ha publicado contra todo pronóstico las novelas “Sorbed mi sexo” (Caballo de Troya, 2005), “Las tres balas de Boris Bardin” (Caballo de Troya, 2010), “Historia de una gárgola” (Seix Barral, 2012) y "El murmullo" (Pez de Plata, 2014), y es autor de otras tres obras juveniles. Fue redactor jefe de la revista Qué Leer entre 2008 y 2015, y ejerce ahora como subdirector del portal Librújula. Su firma ha aparecido también en medios como Diari Avui, Fotogramas, Go Mag, EnBarcelona, las secciones literarias del Anuari de Enciclopèdia Catalana

 

milo@blisstopic.com