American Horror Story 04x09
“Tupperware Party Massacre”
7,5
A estas alturas de la temporada ya sabemos algunas cosas. Sabemos por ejemplo que Dandy Mott era el tapado. Tras la muerte del payaso Twisty, Dandy se ha posicionado –junto a Stanley– como el personaje más carismático de la temporada. Con la figura castrante de la madre fuera de juego, el millonario al fin puede dar rienda suelta a sus más bajas pasiones, y lo hará de la manera más desfasada. Su primer asesinato del capítulo remite irremediablemente a aquella preciosa escena del tirititero vista en Fringe hace unos años, aunque aquí a lo macabro hay que sumarle una buena dosis de cachondeo.
Sabemos también que Jimmy Darling está en horas bajas y que, en su caso, el consuelo por la muerte de su madre no lo encuentra en el asesinato sino en el alcohol. Y en la chica obesa. Parece ser que cuanto más se estrecha la relación entre Evan Peters y Emma Roberts en la vida real más se enfría entre Jimmy y Maggie Esmeralda en la ficción. Y así, con un pedo descomunal, se enfrenta de nuevo a la (¿ingrata?) tarea de aliviar a las amas de casa de Jupiter con sus manos de pinza. Este trabajo extra lo vimos ya en el primer capítulo pero esta vez la cosa acaba con todas las mujeres muertas en la piscina por obra y gracia de Dandy Mott, en lo que a todas luces es una auténtica masacre en la fiesta del tupperware.
Sabemos que la cosa va de muertes, muertes y más muertes. Aunque esta vez un par de ellas se acaban frustrando. Por un lado el intento de suicidio de Dell Toledo acaba con un acto de misericordia de Desiree y por otro las siamesas logran escapar de una muerte segura a manos de Stanley, Elsa Mars y un falso cirujano. Y aquí hay que poner el foco en el gran trabajo interpretativo de Sarah Paulson, que borda una difícil escena de culpa y redención a dos cabezas, una hipnótica y emotiva charla consigo misma que acaba con la reconciliación entre Bette y Dot.
Sabemos que este equipo sabe escribir buen humor negro y en este capítulo nos han regalado uno de los momentos más descacharrantes de la temporada. Confieso que he soltado una sonora carcajada al ver cómo al policía corrupto no le temblaba el pulso a la hora de acabar con Regina (Gabourey Sibide) de un disparo en la cabeza al verse untado por los billetes de Dandy en una escena brillantemente resuelta con la maestría de los hermanos Coen.
Y finalmente sabemos que quizá esta serie no cambiará la vida de nadie pero al menos sirve para pasar un buen rato con un entretenimiento de calidad, sofisticado y divertido. Se agradece estar ante un capítulo que va bastante al lío, sin perderse en carreteras secundarias y pisando el acelerador en las tramas principales. A cuatro para el final, parece que el rumbo se está enderezando.
Héctor Ortega
Héctor Ortega (Reus, 1979). De un modo u otro la música siempre ha estado presente en su vida. Quizá el primer recuerdo sea el de Horacio Pinchadiscos y Teresa Rabal sonando en el comedor de su casa. Más tarde ya llegaron los cassettes de Iron Maiden y Megadeth y algo después la primera guitarra clásica con la que simultanear las clases de solfeo con el aporreo torpe de los acordes de Nirvana. Y luego ya los primeros grupos en Reus y el posterior traslado a Barcelona. Una vez allí, a la labor de escuchar y de tocar se sumó la de escribir, ya fuera en el Fanzine Chuck Norris, en Muzikalia o en las páginas de Mondo Sonoro. Y así hasta nuestros días, donde compagina la labor de tocar en bajo en la banda Sons of Woods con la eterna búsqueda de esos discos que le sigan poniendo la piel de gallina.
