The Knick 01x09
“The Golden Lotus”
7,6
Ya en la recta final, episodio nueve de diez, se pueden ir perfilando tranquilamente los problemas que serán el meollo (y, por qué no, el enganche para el año que viene) de este final de temporada. Ninguno de ellos sale de la manga sino que, por el contrario, son la consecuencia lógica de una construcción en casi nueve horas de televisión. Cierto es que algunas subtramas, y con ellas personajes (que en ocasiones se cuentan entre nuestros favoritos), vienen perdiendo protagonismo y espesor, pero tal cosa es inevitable dada la cantidad de puntas que “The Knick” ha desarrollado.
Evidentemente, la trama mayor de paso es la que involucra al Dr. John Thackery. Un capítulo más, desesperado por la falta de drogas, lo vemos descender y descender en la espiral de la degradación, la humillación y el patetismo. No me canso de decirlo: es notable, notable, lo que logra Clive Owen en su protagónico. La caída de Thackery a los infiernos es coherente y predecible, pero no por ello menos demoledora. Trata de todos modos de evitarla: robando una farmacia (interrupción: me pregunto ¿no habría sido más fácil pedir plata prestada y simplemente comprar la cocaína?), tratando de procesar restos de Coca-Cola (sí, niños y niñas, la Coca-Cola se hacía originalmente con cocaína, ¿o de donde pensaban ustedes que salía lo de Coca?) o ya directamente consumiendo todo lo que pueda y encuentre a su alcance.
No le faltan aliados. El Capitán Robertson (Grainger Hines) gastará el dinero que haga falta y el ladino director Barrow (siempre bien Jeremy Bobb) acudirá sorpresivamente a sus contactos en los bajos fondos. Pero la mayor ayuda proviene –como era de esperar– de la enamorada enfermera Elkins (Eve Hewson), quien parece dispuesta a arrojar su vida por la borda en un esfuerzo inútil (nueva interrupción: el robo al hospital alemán fue bastante torpe e inverosímil, aunque supongo que tendrá sus consecuencias nefastas). Apostaría que falta poco rato para que Elkins empiece a picarse junto a su amorcito.
La otra trama que cobra peso, y esperamos que estalle en el final de temporada, es la del hasta ahora feliz y divertido romance interracial entre Algernon Edwards (Andre Holland) y Cornelia Robertson (Juliet Rylance), que tuvo las consecuencias de esperar. Embarazo y vamos a ver por dónde se puede justificar que el niño sale tostadito. Todas las implicaciones y argumentos se ponen sobre la mesa y la cosa va a derivar casi seguro al buen hacer de la Monja Harry (quien, junto al camillero Cleary, aparecen apenas como elementos decorativos desde hace un par de episodios).
Por último, el infierno ha llegado por completo a la vida del Dr. Gallinger (Eric Johnson), con bebé (bebés) muerto, esposa ida, ineficacia en su trabajo, en fin. Todo al garete para el pobre hombre. Y, aunque se lo ha presentado siempre como uno de los personajes menos queribles de la serie (al contrario que Bertie, que igual es otro que ha descendido a niveles cuasi de jarrón de adorno), es imposible no conmoverse con todas las desgracias que le pasan. Le deseamos desde aquí, y de todo corazón, un cierre tranquilo de temporada.
Un episodio más y se termina esta serie de Steven Soderbergh que ha llegado para sacudir la pantalla chica por completo. Esperemos sea un cierre a la altura.
Lo mejor: Owen. Owen. Owen. Owen.
Lo peor: Los dos robos, a cual más torpe.

Rodolfo Santullo
Rodolfo Santullo (Mexico D.F., 1979) es periodista, escritor, guionista y editor de historietas al frente de Grupo Belerofonte. Ha publicado novelas, cuentos e historietas en Uruguay, Argentina, Ecuador, Alemania, España, Chile, Gran Bretaña, Perú, Italia y Chipre. Actualmente prepara su debut como guionista de cine con la película "La teoría de los vidrios rotos".