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Fargo 01x10

"Morton's Fork”

8,9

 

Milo J Krmpotic'

 

Durante los últimos trece años del siglo XV, en clara demostración de que la multiplicidad de cargos no es patrimonio de estos corruptos tiempos nuestros, John Morton ejerció de arzobispo de Canterbury y de Lord Canciller de Enrique VII, entre otros honores. Y, porque las arcas del reino se hallaban tirando a vacías, en clara demostración de que el dispendio de los mandamases no es exclusiva de estos críticos tiempos nuestros, el amigo decidió mostrarse inflexible en la recaudación de impuestos y pronunció las palabras que, bajo el lema de “La horquilla de Morton”, han perdurado como pesadilla lógica hasta el día de hoy: “Si el sujeto parece vivir con frugalidad, decidle que, puesto que es evidente que se trata de un gran ahorrador, podrá permitirse entregar generosamente su dinero al rey. Si, en cambio, el sujeto lleva una vida de gran extravagancia, decidle que también está en condiciones de contribuir ampliamente, pues sus gastos son prueba de su opulencia”.                                              

 

A diferencia de “True Detective”, la otra gran revelación de la temporada catódica, “Fargo” no es una serie procedimental por más crímenes que haya contado y más policías y agentes del FBI que la hayan transitado. Al igual que “True Detective”, no obstante, “Fargo” ha optado por multiplicar las connotaciones de su negro argumento decorándolo con un entramado de reflexiones socio-filosóficas y hasta metafísicas, incluyendo de paso algún que otro guiño sobrenatural. Así las cosas, pese a que desde el primer día conocimos la identidad de los asesinos, no cabe descartar que Noah Hawley se sintiera ante una horquilla de Morton a la hora de decidir el desenlace de la historia, pues ese final iba a ser carne de interpretación e insatisfacción por un lado o por el otro.

 

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Ante este 1x10 cabe plantear, por tanto, diversos niveles de crítica. Y ninguno de los fieles a la serie se sorprenderá si digo que el más elemental de ellos, el artístico-narrativo, volvió a rondar el notable alto, tal y como de nuevo se sustentó en un guión sutilísimo y preclaro. Algunos ejemplos que merecen escapar al carácter puntual de los bonus tracks: Lester conoce a Malvo con la nariz rota y con la nariz rota se despide de él, lo que otorga al relato un muy dramático (y subliminal) carácter circular; a su vez, Lester muere del mismo modo en que iban a deshacerse de él Mr. Wrench y Mr. Numbers, lo que genera ecos tan irónicos como melancólicos (¡cuántos cadáveres nos hubiéramos ahorrado sin su constante huida hacia delante!); tal y como contaba algunos episodios atrás, Malvo se transforma en la bestia salvaje que, atrapada por el cepo de un cazador, logra escapar aunque deba hacerlo con el hueso al aire…, etc.

 

Aún más o menos en ese nivel, dejando de lado que el aprendiz de monstruo (Lester) está a punto de superar al maestro (Malvo) en su enfrentamiento puntual, debemos lidiar con el elefante en la habitación, que en este caso luce las muy adecuadas orejas de soplillo de Gus Grimly. ¿No roza el deus ex machina su tropiezo con el BMW rojo que le conduce a la cabaña del asesino? ¿Nos satisface que sea el personaje más inocuo de la serie quien se erija en “héroe” de la función por mucho que le pese? Y el aroma a ejecución que desprende el clímax, ¿no flirtea peligrosamente con la apología de la pena capital? Pero resulta imposible responder a estas cuestiones sin subir un escalón (o saltar un párrafo) para zambullirnos en el apartado de las interpretaciones de carácter simbólico.   

 

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Ya hemos comentado ampliamente que Malvo gusta de considerarse un depredador. Que, por su parte, personajes dotados de un criterio por encima de la media lo han considerado algo peor, en cuanto inhumano (Lou Solverson) o directamente demoniaco (el vecino de Gus). Y, en ese sentido, la respuesta al triple interrogante del párrafo anterior sería: no-sí-no. Porque es un lobo el que obliga a Gus a frenar y dirige su atención hacia el BMW (el mismo lobo que, instantes antes de la muerte de Malvo, lo mirará a través de la ventana como deseoso de saldar cuentas, de comunicarle que ha de ser castigado por su brutalidad, que no animalidad). Y, al acabar con Malvo, Gus no sólo cierra el círculo interno de su personaje (en 1x01, recordemos, le había dejado escapar), sino que clava la horquilla de Morton en la carne de Lester al dar con las cintas que probarán su culpabilidad (el agente de seguros tenía dos opciones: morir a manos de Malvo o vencerle, pero al hacerlo firma sin saberlo su propia condena). Y, de últimas, los cinco disparos que son necesarios para acabar con Malvo, su mirada de vampiro sorprendido por una estaca en su propio ataúd-cabaña de madera, parecen dispensar en cierto modo la acción de Gus, de la que él no se va a sentir en absoluto orgulloso. Malvo, en definitiva, no es un “simple” asesino, sino una abominación de la naturaleza, un caso entre millones. Y, al apretar el gatillo, Gus opta por la solución más darwinista y pragmática posible: finiquita a la Bestia en su único momento de debilidad, protege a los suyos y los lleva a recuperar la ilusión de normalidad, fijada con ese epílogo en que la familia, sentada en el sofá, mira con la mente en blanco un concurso televisivo.

 

 

Bonus tracks:

* Molly: “Wait, what? … The other one now?”. Porque, en el universo de “Fargo”, se puede extraer comicidad incluso de la reacción a un asesinato.   

* Molly, de nuevo, refiriéndose a Malvo: “A man like that… maybe not even a man”. Aunque esta vez nos parece un tanto excesiva (o repetitiva) la asociación sobrenatural.

* El vendedor de coches es, claro está, el mismo personaje que en 1x01 acababa optando por no hacerse un seguro de vida con Lester. Pésima decisión, por cierto. Pero maravilloso momento, por coeniano, cuando pide “Shotgun!” antes de subirse al coche, expresión que sirve para ganarse el derecho a ir delante (cosa aquí innecesaria: serán sólo dos los ocupantes del vehículo) pero que literalmente significa “escopeta”, algo de lo que Malvo no anda falto.

* Lester: “I am not the person you think I am, this kind of monster”. Y, en efecto, Lester no es Malvo. Pero quizá haya acabado siendo algo peor: un Malvo cínico, que tira la piedra y esconde la mano (agujereada por un perdigón), que no deja de mentir y venderá a su madre (o a su esposa, para el caso) con tal de salirse con la suya.

* Agente Pepper: “This is a dream!”. Y esas calderonianas famosas últimas palabras nos hacen tenerle en tanta estima, pero tanta…

* No lo pensé en su momento, pero la reacción de Molly al hallazgo de la cinta inculpatoria, su mezcla de dolor y alivio, me lleva a suponer que, tras el salto cronológico de 1x08, el embarazo físico fue simbólico de otro embarazo mental, su obsesión por el caso Nygaard, y que tras liberarse del segundo puede proceder en paz con el primero.

* Hay rumores de que la segunda temporada de “Fargo” tratará el famoso caso de Sioux Falls tantas veces sugerido pero nunca especificado. ¿Quién debería dar vida a un Keith Carradine tres décadas más joven?

* Gracias por haber seguido estas críticas. Una vez más, ha sido un placer. Por favor, no resbalen con la nieve al salir.

Milo J. Krmpotic’

Milo J. Krmpotic’ debe su apellido a una herencia croata, lo más parecido en términos eslavos a una tortura china. Nacido en Barcelona en 1974, ha publicado contra todo pronóstico las novelas “Sorbed mi sexo” (Caballo de Troya, 2005), “Las tres balas de Boris Bardin” (Caballo de Troya, 2010), “Historia de una gárgola” (Seix Barral, 2012) y "El murmullo" (Pez de Plata, 2014), y es autor de otras tres obras juveniles. Fue redactor jefe de la revista Qué Leer entre 2008 y 2015, y ejerce ahora como subdirector del portal Librújula. Su firma ha aparecido también en medios como Diari Avui, Fotogramas, Go Mag, EnBarcelona, las secciones literarias del Anuari de Enciclopèdia Catalana

 

milo@blisstopic.com

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