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Steve Jobs

Danny Boyle

Estados Unidos, 2015

6

Marga Almirall

 

El guionista de Steve Jobs, Aaron Sorkin, es ya conocido por sus secuencias de “caminar y hablar” como las que encontramos en “La red social” o en la serie “The Newsroom”. Este estilo puede gustar más o menos, pero en la película que nos ocupa parece que ni él ni el director Danny Boyle se hayan preocupado de que el espectador no sufra una indigestión. La verborrea incesante combinada con el continuo movimiento, el efectismo característico del director de "Trainspotting" y el montaje de algunas secuencias en paralelo hace que la película resulte mareante e histérica. Claramente David Fincher consiguió con “La red social” mucha más elegancia para llevar a la pantalla este tipo de diálogos en constante movimiento.

 

El planteamiento básico de la película es una apuesta interesante y valiente de economía narrativa. Se muestran únicamente tres momentos de la vida de Steve Jobs: las horas previas a las tres presentaciones de los lanzamientos que fueron clave para su trayectoria. En cada uno de estos actos Jobs (interpretado por Michael Fassbender en un papel con números para Oscar) se relaciona con las personas que lo rodean y que acaban por retratar sus conflictos. Más allá de su frialdad, vemos a un personaje con serios problemas de percepción de la realidad, con un trauma quizás causado por la orfandad, con serias dificultades para empatizar con los demás y con rasgos psicóticos que condicionan sus habilidades sociales.

 

 

Estas personas son sobre todo cuatro: Joanna (Kate Winslet), su fiel asesora de marketing, que es la única persona capaz de soportarlo; Steve Wozniak, su inicial socio que le reclama el reconocimiento que merece; John Sculley, que fue CEO de Apple hasta que “le despidió”, y su ex-novia y madre de su hija a la que Jobs se niega a reconocer como tal. Todos ellos le acompañan en las tres situaciones distintas que retrata la película y consiguen sacar una aproximación de lo que debió ser el carácter de la célebre figura.

 

La escena final tiene un curioso sabor a redención. Todos los personajes que se han enfrentado a él, lo miran ahora brillando en el escenario. Aunque podríamos preguntarnos acerca del motivo que lleva a esta redención final, quizás le haga cierta justicia a un personaje contradictorio que tanto en la película como en la vida real ha causado reacciones tanto de admiración como de rechazo.

 

Marga Almirall

Marga Almirall (La Floresta, 1989) vio un día "Fresas salvajes" en una pantalla de ordenador (no tenía televisor) y decidió que lo que más le gustaba del mundo era el cine. Eso la llevó a engordar las filas de los licenciados en Comunicación Audiovisual que no saben qué hacer con su vida. Después de vivir un tiempo en Estambul y en Roma, estudió crítica de cine en la escuela Estudiodecine y Montaje Audiovisual en la UPF. Su última afición es acudir a los festivales de cine como Jurado joven (Sitges) o con el campus de jóvenes críticos (D’A) o simplemente como espectadora, intentando tener siempre despierto el espíritu crítico.