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Jimmy's HallKen LoachReino Unido / Irlanda / Francia, 2014 6
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El cine de Ken Loach lleva unos años viviendo una especie de cierto descrédito, desafecto e incluso desapego. No seré yo quien cuestione una carrera cinematográfica de las más destacadas del panorama europeo contemporáneo. A sus 78 años, y con una carrera de cincuenta años, el británico se ha ganado un puesto en la historia del cine. Esto es indiscutible. Los premios en los prestigiosos festivales de Cannes, Berlín, Venecia así lo certifican. Y películas como “Riff-Raff”, “Agenda oculta”, "Lloviendo piedras”, “Tierra y libertad”, “Mi nombre es Joe” o “Felices dieciséis” no son sólo espléndidas y desgarradoras, siguen desprendiendo una fuerza, una intensidad y una crudeza incuestionables.
En los últimos cinco años, Loach ha hecho “Buscando a Eric”, en la que el ex-futbolista Eric Cantona intenta ayudar a un cartero fanático del Manchester a retomar las riendas de su vida; “Route Irish”, un análisis de las secuelas de la guerra en dos soldados británicos que se enamoran de la misma mujer y se desplazan a Irak para trabajar como contratistas privados; “La parte de los ángeles” en la que un joven delincuente descubre que tiene un auténtico talento como catador de whisky; y el documental “El espíritu del 45” en el que analizaba el espíritu del nuevo socialismo de la posguerra (1945-1951), que fue desmantelado a partir de 1979 por los gobiernos de Margaret Thatcher. Echando un vistazo a esta última etapa, se percibe cierta dispersión de temas y tonos. Pero, a pesar de no contar con ningún título excepcional, Loach también nos ha ofrecido su vertiente más divertida, liviana y optimista.
Su nueva película, “Jimmy”s Hall”, se centra en el activista político James Gralton que, en 1921, desafió la restricción de la Iglesia Católica sobre libertad de expresión al abrir un local donde la gente joven podía ir a aprender, a debatir, pero sobre todo a bailar y divertirse. La iglesia y los políticos le obligaron a cerrar la sala y huir. Una década más tarde, Jimmy vuelve a casa desde los EE.UU. para cuidar de su madre e intentar vivir una vida tranquila. Mientras se reintegra en la comunidad y descubre la creciente pobreza y opresión cultural, decide reabrir el salón y afrontar lo que pueda suceder.
El veterano cineasta (haciendo tándem otra vez con Paul Laverty, su guionista desde "La canción de Carla“ en 1996) vuelve al pasado algo que, sin contar el anterior documental, no hacía desde 2006 con "El viento que agita la cebada“ con la que ganó la Palma de Oro en Cannes. Evidentemente, plantea una mirada al pasado para hablar del presente y encontrar puntos de conexión. En realidad, ya desde sus títulos de crédito iniciales, Loach ya nos deja bien claro sus intenciones: imágenes de la estatua de la Libertad, obreros trabajando en los grandes rascacielos, la Gran Depresión, las colas para recibir las cartillas de racionamiento, gente durmiendo en la calle... ¿Les suena? Pues eso, una metáfora sobre la sociedad actual y la crisis económica.
El realizador británico lanza un mensaje, bastante maniqueo, sobre la necesidad y la urgencia de actuar para acabar con las injusticias. Y lo hace con una propuesta que, al igual que sus últimos trabajos, tiende a la simplicidad, a la obviedad. Si bien se trata de una historia narrada con su solvencia habitual, en ella, hay menos tragedia de lo que en él es habitual. Su discurso es creíble, humano y cercano, pero también es más condescendiente y didáctico (¡que sería un film de Loach sin los mítines y sus largas asambleas!), aunque menos emotivo y profundo.
Loach sigue siendo un abanderado del cine de denuncia social. Y eso no es malo. Que un director haya dedicado toda su filmografía, de una coherencia insobornable, a retratar la clase trabajadora, esos personajes a los que no siempre se presta demasiada atención en el cine, esa gente dispuesta a darlo todo para cambiar el mundo, es más que loable. “Jimmy”s Hall” tiene un evidente reflejo en el mundo actual en el que se están suprimiendo las disidencias y las voces críticas y, en un contexto así, una voz como la de Loach es indispensable. No sabemos si ésta será su última película pese a que así lo había afirmado. Yo, lo dudo, Loach es de estos cineastas que siguen luchando (o rodando) hasta el final.

Marta Armengou
Marta Armengou (Barcelona, 1976). Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Ramon Llull. Crítica de cine. Llevo 15 años trabajando en el ámbito de la cultura en general y del cine en particular. Actualmente, dirijo el programa cinematográfico "La Cartellera" de BTV. Durante cinco años fui Jefa de Cultura de los Informativos de Localia TV. También he ejercido de redactora en diversas publicaciones y de realizadora y guionista de programas para TVC o La2.