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Philomena

Stephen Frears

Reino Unido, Francia y EE.UU., 2013

6

 

Marta Armengou

 

Hay actrices camaleónicas, capaces de encarnar con la misma credibilidad a la monarca Isabel I, a la jefa del inefable James Bond y a una mujer humilde y bienintencionada, como la de "Philomena", el último papel de Judi Dench. Esta gran dama de la interpretación siempre ha dado muestras de su solvencia y profesionalidad. Al igual que su director, que lo de camaleónico, también le va como anillo al dedo. Stephen Frears ("Mi hermosa lavandería", "Las amistades peligrosas", "The Queen") es un cineasta que trabaja a caballo entre Inglaterra y Hollywood y que alterna las películas de bajo presupuesto con producciones más holgadas. Y, precisamente, en su condición camaleónica, reside uno de sus principales puntos fuertes. Dench y Frears son, en sus respectivas facetas, de una gran versatilidad.

 

En "Philomena", Frears expone el caso real de una adolescente irlandesa que, en 1952, se quedó embarazada. La estricta sociedad de la época la condenó por ello a ingresar en un convento como castigo. Además, fue forzada a dar su hijo en adopción. Aunque siempre mantuvo el hecho en secreto, un día se lo desvela a su hija, quien propone a un periodista en horas bajas, que las ayude a dar con su paradero. Aunque, al principio, se muestra reticente a escribir sobre una historia “de interés humano”, acaba accediendo. Juntos se embarcan en un viaje en busca de la verdad y la justicia.

 

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La película se basa en la historia real narrada por el corresponsal de la BBC Martin Sixmith en su libro “Philomena”. Steve Coogan y Jeff Pope han hecho la adaptación para la gran pantalla. Coogan, famoso por su faceta de comediante, quedó tan conmovido por el relato que decidió comprar los derechos, coescribir el guion, coprotagonizar la película y producirla. Parte de la acción se sitúa en las llamadas 'lavanderías de la Magdalena', popularizadas por Peter Mullan en "Las hermanas de la Magdalena'" (2002), que ganó el León de Oro del Festival de Venecia. En estas ‘lavanderías’, regentadas por monjas católicas, se recluía a mujeres que sufrían problemas de diferente índole bajo un régimen de 'semiesclavitud', sometidas a trabajos forzados y no remunerados y a continuas humillaciones. Pero, mientras Mullan representó la vida de esas chicas con suma crudeza y dureza, Frears se muestra más condescendiente y menos explícito.

 

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Siendo un drama existencial, "Philomena" tiene una clara voluntad de crítica social pero, al mismo tiempo, es una comedia amable en formato road movie. Esta mezcla de historia trágica, sobre una gran injusticia, pero que está impregnada de pinceladas cómicas, es su gran virtud y también su gran problema. La película no ahonda en casi nada, no profundiza en los temas que plantea. Los contrastes entre los dos protagonistas constituye la mejor baza de la película, una extraña pareja formada por una enfermera jubilada de clase obrera, inocente y creyente, y un cínico, descreído y ateo intelectual de clase media caído en desgracia. Lástima que la película reduzca estas contradicciones a la mínima expresión. La sencillez del personaje de "Philomena" está construido abase de brochazos, pues aparece como una mujer bondadosa, simple e inculta, con una gran afición por las novelas románticas y las comedias de trazo grueso. Él, en cambio, es sofisticado, perspicaz y educado. Ese choque, entre la intuición y el intelecto, es algo previsible y forzado.

 

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"Philomena" podría habernos ofrecido un estudio sobre las secuelas físicas y psíquicas que dejaron en la mujer, tras ser vejada y degradada en esa institución. O podría haber indagado en los conflictos del hombre gay, y con SIDA, que trabaja para el Partido Republicano durante el mandato de Ronald Reagan. Al final, lo importante tampoco es hacer visible un acto brutal silenciado durante años. Todo se reduce a hurgar en los fantasmas del pasado y en asumir algunas duras verdades. Algo que, naturalmente, sirve para despertar la empatía y la identificación de los espectadores, pero que también delata cierta indulgencia y ausencia de sutileza por parte de los guionistas. Lo mejor, sin duda, la extraordinaria y ejemplar grandeza de alma de una mujer que, ante tanta hipocresía y dolor, representa la voluntad de tolerancia y entendimiento.

 

"Philomena" parece un producto demasiado pensado y medido para agradar a todos los públicos, lo que nos lleva a la delgada línea entre la tragedia y la comedia, la lágrima y la risa. Y, aquí, reside la maestría de Frears. Es tan habilidoso que lo hace sin que apenas se note. Detrás de la cámara, un director con oficio que sabe contar historias y, delante, una actriz excepcional capaz de todos los registros. Lo que decía, dos auténticos camaleones. Pero camaleón también es la persona que tiene habilidad para cambiar de actitud y conducta, adoptando en cada caso la más ventajosa. Y, en "Philomena", está claro que lo que conviene es conmover y ablandar al personal.

 

Marta Armengou

Marta Armengou (Barcelona, 1976). Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Ramon Llull. Crítica de cine. Llevo 15 años trabajando en el ámbito de la cultura en general y del cine en particular. Actualmente, dirijo el programa cinematográfico "La Cartellera" de BTV. Durante cinco años fui Jefa de Cultura de los Informativos de Localia TV. También he ejercido de redactora en diversas publicaciones y de realizadora y guionista de programas para TVC o La2.

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