Woods en Barcelona
06/04/2017, Sala Apolo, Barcelona
6,5
Fotos Óscar García
Algo esquizofrénico cuando menos, como en una película de Shyamalan, resultó el show de Woods, estos extrañamente veteranos (por prolíficos) de Brooklyn. Si en anteriores ocasiones sus visitas habían conjugado, al igual que ocurre en sus discos, una elegante psicodelia de baja fidelidad, en la Sala Apolo aparecían y desaparecían como estrellas fugaces que no querían cuajar en el conjunto, a pesar de las excelencias de sus últimos trabajos (“City Sun Eater in the River of Light”, 2016 o “With Light and with Love”, 2014)
El falsete de Jeremy Earl, el órgano y los punteos de “Leaves Like Glass” y “Politics of Free” con las que dieron inicio, fueron un desangelado (mucho más que en estudio) homenaje al Dylan de “Like a Rolling Stone”, probablemente por un exagerado y apagado ejercicio vocal que desgraciadamente prosiguió el resto de la noche.
A partir de ahí este cronista no pudo desembarazarse de todo aquello a lo que quería llegar la banda, pero sólo consiguiendo permanecer en la parada de La La Land. Las cuerdas vocales de Doug Martsch (Built to Spill) son irrepetibles, el folk psicodélico más austero y polvoriento tiene nombre escrito a fuego de Howe Gelb o incluso trataban con el jazz africano de la big band de Mulatu Astatke (notables “Sun City Creeps” y “The Take”: a nadie nos disgustaría que Wilco bordearan de nuevo este clasicismo). Los desarrollos se alargaban con clase, pero también con inusitada falta de frescura y dificultoso diálogo con la más de media entrada que se entregaba en la sala 1. Ahora había sobre el escenario una guitarra acústica, ahora había una eléctrica, ahora el folk era plano, ahora la psicodelia y el movimiento querían despegar con sobrepeso.
Hay menos sorpresa en estos Woods (digamos que hay más Devendra Banhart y menos Grateful Dead) cuya línea de bajo recurrente buscaba al James McNew de Yo La Tengo (“The Take”), a Teenage Fanclub (“Cali in a Cup”) o al asesino múltiple que se las va a tener que ver con un protegido David Dunn.
Todo es perdonable, incluso un spoiler metido en calzador, pero esperamos una pronta reconciliación con todas las personalidades múltiples a la vez. Finales como el que ofrecieron con “With Light and With Love”, “Suffering Season” o “Moving to the Left” nos llevaron a los 70: pero eran los suyos, no los de otros.

Sergi de Diego
Melómano compulsivo y urbanita adicto a YouTube. Ha escrito “E-mails para Roland Emmerich” (Honolulu Books, 2012) pensando en J. G. Ballard y los próximos cinco minutos. Sus películas favoritas son “Annie Hall”, “Mulholland Drive” y “Tiburón”. Padece ataques de nostalgia al recordar “Los 4 Fantásticos” de John Byrne. Le gusta repetir que “El final del verano es el principio de los conciertos”. Forma parte del colectivo DJ The Lokos. Es fan de Roy Orbison y Sonic Youth. Lo puedes encontrar en su blog, Interferncia Sónica.
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