Suede

05/11/2013, Razzmatazz 1 (Barcelona)

8

Toni Castarnado

Fotos Grün

Si eres hombre, y vas a ver en la actualidad a Suede, corres un serio peligro: que tu auto estima acabe por los suelos. Y es que por mucho que uno se cuide e intente estar en forma, no tienes nada que hacer cuando tienes enfrente a Brett Anderson. Además, el problema es, que cada chica con la que te encuentras durante tan magno evento te lo recuerda. Y claro está, le ves a él en escena, y no puedes más que agachar la cabeza, asentir con humildad y tratar de disfrutar con las canciones del grupo. La segunda juventud de Suede y la de su líder son dignas de elogio, su caso merece un estudio a fondo, pues es una resurrección pocas veces vista.

En la misma sala hace tres años, dieron una lección magistral de una clase exquisita, de una energía desbordante. Sin ir más lejos, en la última edición del Crüilla convencieron a los incrédulos que todavía quedaban, y pocos meses después de aquello, esta era la confirmación de que están en un momento dulce. Arrancan con “Still Life”, con una performance a medias entre la épica y la pose de un crooner moderno, y a renglón seguido algún retazo de su nuevo álbum, “Bloodsports”, tales como “Barriers” o “Snowblind”, si bien es cierto que la base sobre la que se sustenta el concierto es el de su repertorio clásico. Él baila hasta la extenuación, salta como si aún fuera un adolescente, tiene la voz en perfecto estado de revista, y sigue igual de delgado, con su flequillo intacto, un maestro de ceremonias sobre el que gira todo, y unos lugartenientes que saben cuál es el papel que les corresponde. Suenan “Trash”, “So Young”, “Animal Nitrate” y “The Beautiful Ones”, y mientras la sonrisa se apodera de nuevo de nuestro rostro, y olvidamos por un momento que esa noche, nuestro ego está de capa caída, en horas bajas. La culpa la tiene Brett.