Seward plays Sparklehorse

25/04/2015, Heliogàbal, Barcelona

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Texto Marc Ferreiro

Fotos Óscar García

A poco que se haya seguido la trayectoria de Seward, no ha de extrañar su querencia por la obra de Mark Linkous al frente de Sparklehorse, la razón de ser de la celebración de este concierto-homenaje. Seward, al igual que Sparklehorse, comparten un acercamiento experimental al rock y al pop, un detallismo exacerbado por la combinación de sonidos electrónicos y acústicos y un sustrato emocional preñado de tristeza, humanidad y belleza.

Es por ello que las expectativas de lo que podía deparar esta velada, que, en principio, se creó como ocasión única, eran muy altas. Y, como suele pasar con la rara avis de Seward, no importa lo altas que estén las apuestas, siempre son capaces de superarlas.

El Heliogàbal parecía una pequeña capilla en la que rendir homenaje a ese genio de las corrientes subterráneas del pop, a ese creador insobornable, verdadero músico de músicos. Lleno hasta la bandera, en el escenario se mostraban discos de Sparklehorse como tallas de un altar dedicado a su arte. De música de fondo, y para conjurar su espíritu, la lánguida y minimalista “Dreamt For Light Years In The Belly Of A Mountain”.

Y comenzó el concierto con “Morning Hollow”. Y diría que a todos los presentes se nos erizó el vello al ver cómo la voz portentosa de Adriano Galante transformaba esa melodía, susurrada en el original, en un grito lacerante, abisal en su dolor, una de las cumbres de la noche, un puñetazo de emoción pura.

Tras esa primera impresión imborrable, el concierto, como buena celebración, contó con la participación de numerosos invitados, en un esfuerzo que, a buen seguro, hubiera complacido al colaborativo Linkous. Desfilaron cantantes como Julianne Heinemann, que puso voz a la rockera “It’s Not So Hard” y Nana Cadavieco, que dotó a “Everytime I’m With You” de una sensualidad desbordante. Pol Batllé, de Ljubliana & the Seawolf, bordó una “Apple Bed” ácida y Jordi Lanuza, de Inspira, transmitió su emoción de interpretar “Piano Fire” rodeado de músicos superlativos.

En este sentido, los cuatro integrantes de Seward volvieron a demostrar su ductilidad, ampliando el arsenal de instrumentos a los que nos tienen acostumbrados e intercambiando funciones. Así, el habitualmente bajista Jordi Matas parecía un remedo de su estimado John Paul Jones, dejando las cuatro cuerdas por el teclado, la guitarra y hasta una batería. El percusionista, Juan Rodríguez Berbín, utilizaba también un pad de percusión electrónica y sampleaba y deformaba sus sonidos. Pablo Schvarzman se estrenó tras el micro en una sentida interpretación de “Getting It Wrong”. Y Adriano Galante empuñó su Gibson Thunderbird para subrayar, a las cuatro cuerdas, la emoción que dominaba su voz.

El tramo final del concierto contó con la inclusión de un viejo conocido de los Seward, Marcel·lí Bayer, que creaba colchones sónicos con sus saxos.

“It’s A Wonderful Life” marcó el final de la ceremonia. La tristísima melodía, acentuada su pulsión jazzística, se fue evaporando como el humo de un cigarrillo consumido mientras todos los presentes nos despertábamos con tristeza de ese sueño en el que parecía que los desaparecidos seguían entre nosotros y la belleza dominaba el mundo. 

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