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Mulatu

Mulatu Astatke en el Festival de Jazz de Terrassa

20/03/15, Centre Cultural, Terrassa

8,3

 

Sergi de Diego Mas

Fotos Javier Burgueño

 

Aparece sobre el escenario la figura inquieta y concéntrica de Valentí Grau. Él, Valentí, la historia del jazz en Terrassa (una sinécdoque) llega enfundado en pantalones de color verde. Con su dicción atropellada y apasionada presenta a Mulatu Astatke “y su superbanda directamente llegada de Londres”. Efectivamente, el genial percusionista etíope, padre del llamado ethio-jazz, hacía al fin parada y fonda en Terrassa, después de sendas actuaciones en las marcas barcelonesas Sónar y Primavera Sound, merced, desde luego, al “éxito” tardío que Jim Jarmusch y su film “Broken Flowers” concedieran a sus melodías tribales y africanas, repletas de neblina y blanco y negro neoyorquino.

 

Valentí Grau desaparece por el lateral (aplausos fuera de plano). Confundidos con el aplauso del público que llenaba la sala, la superbanda prologó durante dos minutos al maestro, que llegó, vio y venció: situado en el centro del escenario, Mulatu acariciaba el vibráfono, los bongos, las congas, el teclado, mientras se sucedían eternos diálogos entre pianista y batería o espectaculares solos de saxofonista y trompetista que rompían el metronómico pentagrama que marcaba la sección rítmica.

 

Se dibujaban sobre el escenario curvas secantes y sinuosas, absolutamente cinematográficas, como si de una persecución de coches se tratara, y ya con la interpretación temprana de “Yekermo Sew” o “Azmari”, ésta última de su reciente disco, “Sketches of Ethiopia”, empezaron a aparecer de forma fantasmal y sinestésica páginas escritas por Dashiell Hammet, Ed McBain u Orson Welles, gabardinas envueltas en humo y sombras con las siluetas de Sam Spade, Mike Hammer o Humphrey Bogart (la ficción no entiende de realidades) en busca de pistas, alcohol o mujeres sospechosas. O también, al son de “Nètsanèt”, “Chik Chikka”, “Kasalefkut Hulu”, “Yekatit, Mulatu”, lo que podía serel abc sonoro de la blaxpotation de “Shaft” y “Jackie Brown” (¿o debiera decir Pam Grier y Quentin Tarantino?), como también encontró acomodo en la hora y cuarenta y cinco minutos que duró el set, el elogio al paseo, a la persecución, que son “Yegelle Tezeta” o “The Way To Nice”, de raíces compartidas con Henry Mancini o John Coltrane o Sun Ra, atestado de acechos percusivos protagonizados por Bill Murray o el Inspector Clouseau (¿o acaso no son sinónimos ambos personajes?).

 

Las digresiones rítmicas se sucedían como personajes moviéndose en una gran película, con un piano que junto a la sección de viento suplía la ausencia de guitarras con punteos ajustados y atentos a los golpeos (ajustes de cuentas) del batería, y a los secuestros protagonizados por cello y contrabajo.

 

Mulatu Astatke, percusionista y director, sonriente y relajado, acariciaba los sonidos de África desde Nueva York, aunque para disfrute de Ellery Queen (disfrazado de Valentí Grau) nos encontráramos en Terrassa, la vieja y nueva Casablanca.

 

 

Sergi de Diego

Melómano compulsivo y urbanita adicto a YouTube. Ha escrito “E-mails para Roland Emmerich” (Honolulu Books, 2012) pensando en J. G. Ballard y los próximos cinco minutos. Sus películas favoritas son “Annie Hall”, “Mulholland Drive” y “Tiburón”. Padece ataques de nostalgia al recordar “Los 4 Fantásticos” de John Byrne. Le gusta repetir que “El final del verano es el principio de los conciertos”. Forma parte del colectivo DJ The Lokos. Es fan de Roy Orbison y Sonic Youth. Lo puedes encontrar en su blog, Interferncia Sónica