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malkmus

Stephen Malkmus and The Jicks

21/01/14 Bikini, Barcelona

7,5

 

Marc Ferreiro

Fotos Rosario López

 

Equilibrios en un cable sobre un acantilado, con una cerveza en una mano y la guitarra en la otra. Y sonriendo, como si la situación fuera ajena a él, a pesar del riesgo. Así es un concierto de Stephen Malkmus. Empeñado en demostrarse que no se toma en serio hasta el punto de llegar a sabotear su propia obra. Uno asiste a su puesta en escena caótica e irreverente con la incomodidad de prever que, en cualquier momento, se producirá la caída al vacío y descubrir, cuando efectivamente ocurre, que te afecta más a ti que a quien se supone está defendiendo en directo su propio legado.

 

Una aparente actitud amateur que desaparece cuando las dos guitarras entrelazan melodías preciosistas pero que vuelve a cobrar carta de naturaleza cuando la bajista y el batería de The Jicks se miran con incredulidad, entre divertidos y asustados, ante un nuevo triple mortal fallido de su líder. Como parte de ese coqueteo con el riesgo, Malkmus volvió a alterar el listado de temas, como ha ido haciendo en cada concierto de la gira actual. Lo que sí permaneció inalterable es la gran proporción de canciones de su reciente disco, “Wig Out at Jagbags”, del que sólo dejó en el tintero “J Smoov”, “Rumble at the Rainbo” y “Chartjunk”. Digno de loar que un artista con una trayectoria de décadas viva casi en la totalidad de su presente y no de glorias pasadas.

 

Si durante el concierto el descontrol aparecía con frecuencia, los bises vivieron su culminación. Tras un desarrollo psicodélico que debió de durar sus buenos ocho minutos, Malkmus dejó de tocar su guitarra y se tapó la cara con las manos como si él mismo no pudiera soportar la locura que había provocado. Bendita locura. Entrelazó sus manos a modo de disculpa mientras sonreía, como un niño pillado en un renuncio, y se marchó trastabillando.

 

Tras finalizar la velada todavía quedaba en el recuerdo la breve pero intensísima actuación de los teloneros, los noruegos Megaphonic Thrift, que se merecen citación por sus propios méritos. Una amalgama que unía la pasión por la melodía y la distorsión, un cruce de Sonic Youth con My Bloody Valentine. Ambiciosos y efectivos. A seguir muy de cerca.

 

Marc Ferreiro

Proveniente del extrarradio de Barcelona, Marc Ferreiro siempre ha querido dinamitar las limitaciones culturales y del entorno. Apasionado por la música, el cine, la narrativa, el teatro y, en definitiva, cualquier manifestación creativa, considera el periodismo como una forma de compartir experiencias. Tras formar parte de publicaciones pioneras como aB (anteriormente, aBarna), ha seguido colaborando en numerosas revistas y webs culturales. Actualmente prepara un libro que recopile sus entrevistas.