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Altaïr Magazine: Viajes dibujadosVarios AutoresAltaïr 7,5191 págs. 25 €. |
De la cabeza inquieta de Pere Ortín, director de Altaïr, al alimón con un puñado de incondicionales, llega a las librerías una propuesta destinada a alterar la mirada sobre el viaje y la manera de contarlo. Digo mirada, sin metáfora de por medio, porque el objetivo de “Viajes dibujados” es ese, materialmente hablando, retornar a la necesidad primera de mirar antes que explicar, al ejercicio de observador que es condición de todo viaje, a la perplejidad como argumento innegociable cuando se va camino de lo otro.
No hay más que abrir el editorial de la revista, obra del propio Ortín, para entender de qué va todo esto. En el punto en que podría haber abierto fuego con un texto sesudo plagado de referencias a viajeros y pensadores varios, de manera coherente con su tesis inicial Ortín ha optado por un ejercicio de collage, pura bizarría. Así que la obra comienza predicando con el ejemplo, con un diagrama de flujo que a lo largo de cuatro páginas se encarga de llevar al lector de una en otra idea, trasponiendo a grafismo el texto posible de un editorial al uso. Para verificar esa posibilidad, un enlace final en forma de código QR lleva a la web de Altaïr donde, de hecho, se encuentra ese texto-espejo de lo que en papel ha sido la versión dibujada.
Con esta declaración de intenciones, Altaïr se sitúa en la vanguardia de lo que se entiende hoy como literatura de viajes. Va incluso más allá al proponerse –lo veremos más adelante– transformar un texto de indagación en un artefacto gráfico: tanto un prólogo de Jorge Carrión como un último artículo, firmado por Marcos Prior y Eloy Fernández Porta, son ambos ensayos en torno al concepto viaje, solo que planteados y extendidos en formato cómic, en línea con lo que desde varias décadas atrás hace la novela gráfica. El resultado es todo un alarde de bizarría.
Nacida la idea, pues, de reformular un número de Altaïr como catálogo de tendencias en ciernes, se imponía resolver el problema del cómo, junto con todas las cuestiones derivadas: la decisión de qué autores habrían de estar, por qué motivos, en virtud de qué aportación se merecerían un espacio en el libro, qué concepto, en fin, debería suministrar coherencia a esa colección resultante. Para dirimir el asunto, ya en los prolegómenos Pere Ortín decidió invitar a un experto en nuevos formatos, Jorge Carrión: con él de asesor el debate previo alcanzaría el nivel adecuado a la vez que el proyecto ganaría consistencia metodológica.
Fruto de esa colaboración, fueron surgiendo los nombres, las líneas visuales, los diferentes enfoques de contenido, etc. que habrían de dar lugar al formato-muestrario que se pretendía lograr. Un somero hojeo, siquiera para abrir boca, permite reconstruir ese momento cero del libro: es evidente que lo que se ha buscado en “Viajes dibujados” ha sido la creación de un artefacto visual equivalente a lo que hubiera podido ser una muestra colectiva. En él nos vamos dando de bruces con el Líbano posterior a la guerra civil, los desiertos australianos, la barrera del idioma en Berlín, los campos de refugiados sirios, una cárcel en Guinea Ecuatorial, Central Park bajo Central Park o el Nilo de los desplazados por la guerra en Sudán del Sur. Todos son contenidos más que apetecibles en cualquier libro de viajes; aquí, después de su tratamiento en forma de cómic, acceden a la categoría de arte. Recogidos en formato libro, con todas sus variables estéticas y éticas, son también un experimento sobre las posibilidades que el dibujo y el diseño gráfico abren a la crónica de viajes.
En total el libro lo conforman 13 propuestas gráficas y 2 ensayos en torno al viaje, más un editorial-collage: material más que suficiente para haber dejado claro que el dibujo es un modo cargado de futuro al hablar del viaje y, de paso, convertir en adelante a esta obra en artículo de referencia obligada. Porque después de “Viajes dibujados” toda otra forma que pretenda acercarse al viaje lo tendrá difícil para parecernos moderna. Ni que decir de cualquier texto que a partir de ahora pretenda hacer el distingo entre turistas y viajeros, interpelar sobre el por qué, para satisfacer qué, en nombre de quién, cómo, a cambio de qué. En esta obra, la opción estética ha sido ambiciosa, pero no menos la otra, la que tiene que ver con la revisión del objeto viaje en plena era de la interconexión global. Son, en conclusión, 190 páginas para no parar en ese periplo autour de la chambre que es imprescindible para el otro, el viaje al exterior, la última provocación humana que resiste en todo su vigor.
En “Viajes dibujados” participan (además de los artífices mencionados):
Paula Galindo
Miguel Gallardo
Peter Kuper
Barrack Rima con Christophe Dabitch
Zeina Abirached
Sarah Glidden
Olivier Kugler
Aude Picault
Gabi Martínez con Tyto Alba
Susanna Martín
Carla Berrocal
Ramón Esono con Pere Ortín
Mario Trigo (sobre un texto de Xavier Aldekoa)
Amanda Mijangos
Pere Joan con Agustín Fernández Mallo
Marcos Prior con Eloy Fernández Porta

Santiago García Tirado
Soñó con llevar subliminalmente en su DNI una cifra capaz de avivar el deseo, pero llegó al mundo en 1967, con dos años de antelación para la fecha correcta; desde entonces no ha hecho más que constatar que siempre estuvo (contra su voluntad) en el tiempo equivocado para ser cool. Con empeño, y en contra de la opinión de las hordas hipsters internacionales, ha llegado sin embargo a crear la web PeriodicoIrreverentes.org, y colaborar en Micro-Revista, Sigueleyendo, Quimera y Todos somos sospechosos, de Radio 3. Sus últimas obras de ficción son “Todas las tardes café” (2009, relatos) y “La balada de Eleanora Aguirre” (2012, novela). En 2014 verá la luz su novela “Constantes Cósmicas del Caos”, con la que espera coronar su abnegada labor en beneficio de la entropía universal.