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Vitalic

Espacio exterior

 

Vidal Romero

Fotos David Hugono Petit

  

La carrera de Vitalic siempre ha basculado entre lo que otros esperaban de él (himnos abrasivos y salvajes, capaces de incendiar la pista de baile más obtusa) y lo que él esperaba de sí mismo: música que rehuyera la naturaleza efímera de la cultura de club y que le permitiera reconocerse como compositor. Un equilibrio de difícil solución, que le ha llevado a dar patinazos tan grandes como el de su penúltimo largo, el cansino “Rave age” (12). Cinco años más tarde, intenta arreglar el desaguisado con un disco de tono más reposado y atmósferas expansivas, que busca su inspiración en la ciencia ficción colorista de los años sesenta y setenta y su asiento en la música disco más exploratoria, la que producían artistas franceses como Cerrone o Space. Un auténtico viaje hacia el espacio exterior, en el que no faltan un par de momentos para quemar zapatilla.

 

Al otro lado del teléfono, Pascal Arbez-Nicolas defiende que el bandazo de estilo que se ha producido entre aquel disco y el que publica estos días, el muy retrofuturista “Voyager” (Clivage Music, 17), es tan sólo un signo de los tiempos. “Musicalmente estamos en un momento muy diferente al de hace cinco años”, explica. “La industria ha cambiado de manera radical, los discos se escuchan de una manera muy distinta y ciertos tipos de sonidos se han convertido en ubicuos”. Se refiere, por supuesto, al auge y caída que ha sufrido la EDM en el último lustro, un tren al que intentó subirse con el citado “Rave age”, pero sin demasiado éxito. Y es que, si bien el disco contenía un par de singles tan atómicos como “Stamina” o “No more sleep”, que parecían recuperar al Vitalic ravero de la primera época, en general se trataba de un ejercicio de techno maximalista y excesivo, que con apenas un par de escuchas ya parecía pasado de moda. Consciente del golpe que se había llevado su prestigio (posiblemente consciente, también, de que ese golpe no había repercutido en el grosor de su cuenta corriente), Arbez-Nicolas decidió afrontar la producción de su nueva criatura “desde un punto de vista más musical, dando más importancia a la composición, evitando crear un disco que estuviera demasiado enfocado a la pista de baile. Quería dejarme llevar un poco por la locura y probar cosas que me resultaran novedosas”.

 

 

Las influencias, sin embargo, son bastante clásicas: Cerrone, Space y la música disco de la época dorada, las bandas sonoras de películas de ciencia ficción de los sesenta y los setenta.

Siempre ha existido una influencia de la música disco en todo lo que hago, creo que es evidente. Pero es cierto que en esta ocasión puede ser más acusada, por la manera en la que están construidos los temas, con más presencia de las melodías y una estructura, digamos, más narrativa. Se trata de artistas que siempre me han interesado, gente que era absolutamente moderna en su época, que hacía una música que era al mismo tiempo inteligente y utilitaria, y que de algún modo recogía el testigo de la canción francesa clásica para llevarla a lugares novedosos. También ayuda que amigos como Jennifer Cardini o Javi Redondo me hayan ayudado a ver esta música desde una perspectiva diferente; ellos la incorporan en sus temas de una manera muy interesante.

 

Hablas de la estructura de los temas, y es cierto que “Voyager” es un disco muy basado en el concepto de canción, mucho más de lo que ha sido habitual en tu carrera.

En todos mis discos hay canciones; de hecho, no me interesa hacer música que sirva sólo para el club. Pero entiendo lo que quieres decir, y sí, en esta ocasión hay más canciones con un formato clásico, menos orientadas al baile.

 

De hecho, parece un disco pensado antes para escuchar en casa que para pincharlo.

Me gusta que los discos tengan un principio y un final, que sean como enfrentarse a un viaje. Y también me gustan las melodías que evocan sentimientos; melodías que muchas veces pueden recordar a películas, porque consiguen que se formen imágenes en tu cabeza. De todos modos, tampoco creo que sea un disco estrictamente para escuchar en casa, he probado ya varias de las canciones en directo, o en algunas sesiones, y creo que funcionan bastante bien… podríamos decir, a grandes rasgos, que el disco es cinematográfico en una tercera parte, basado pop en una tercera parte y de baile en una tercera parte. Al final, queda un cóctel interesante.

 

También creo que ese aire cinematográfico que te comentaba antes, como a banda sonora de película antigua, se lo da el tipo de sonidos que has escogido, que recuerda a los viejos sintetizadores analógicos.

Siempre he utilizado sintetizadores analógicos, los puedes escuchar en todos mis discos, y a veces con mucho protagonismo: prueba a escuchar “Flashmob” (09) de nuevo, y entenderás lo que te digo. Pero sí es cierto que “Rave age” lo escribí mientras estaba de gira, y cuando viajo tiendo a utilizar mucho más el ordenador por una cuestión de comodidad y por la necesidad de viajar ligero. La mayora parte de “Voyager”, sin embargo, la he grabado en mi estudio de París, así que podía permitirme el lujo de llegar allí, encender el equipo, y probar todo tipo de cosas con los distintos módulos y sintetizadores.

 

 

En “Voyager” hay varias colaboraciones, alguna con bastante lógica (la de Miss Kittin), y otras más sorprendentes, como las de David Shaw o Mark Kerr, porque se trata de gente que no estaba conectada contigo.

No existe ningún plan maestro, ni siquiera eran ideas premeditadas, sino cosas que fueron surgiendo por casualidad. Con David Shaw he tenido cierta relación en los últimos tiempos, así que terminamos grabando juntos de una manera muy natural. A Mark Kerr lo vi tocar y me pareció que sería interesante llamarlo para que participara en “Use it or loose it”, para que le diera al ritmo ese tono urgente que estaba buscando para la canción. Y en cuanto a Miss Kittin, como tú dices, hace mucho tiempo que la conozco.

 

El disco también incluye una versión del “Don’t leave me now” de Supertramp que, la verdad, chirría un poco dentro del conjunto.

No estoy de acuerdo contigo en absoluto, yo creo que es un cierre perfecto. La verdad es que la grabe por capricho, me di el gusto porque desde siempre ha sido una de mis canciones favoritas. Pero después me di cuenta de que tenía cierta relación con el resto de cosas que había estado grabando, así que la metí en la maqueta que estuve enseñando a mis amigos, que tenía como veinte canciones o más, y todos me decían que esa era una de las que tenían que entrar en el disco.

 

Antes has hablado de Jennifer Cardini. El año pasado publicaste un maxi estupendo en su sello, “Film noir” (Correspondant, 16), que está a la altura de tus mejores temas de baile. ¿Cómo surgió esa colaboración?

Estaba en una fiesta en París en la que estaba pinchando Jennifer; había alrededor de mil personas allí, y ella las manejaba de una manera salvaje, con una energía increíble. La conozco desde hace años, y siempre me ha gustado lo que hace, pero en aquel momento decidí que quería formar parte de aquello, que quería publicar algo en su sello que estuviera a la altura. Al principio se rió, “claro, Vitalic en Correspondant”, pero al final lo hicimos.

 

Bueno, yo creo que precisamente lo bueno de Correspondant es su capacidad de sorpresa, que no siga una línea estética demasiado definida.

Es un sello único, con muchísima clase, y también con mucha capacidad de sorpresa, como tú dices. Pero de algún modo es un reflejo de cómo es la personalidad de Jennifer: me gustan mucho sus elecciones, aunque algunas veces no las entienda a la primera escucha, y también me gusta que no siga ningún tipo de modas, en ese sentido el sello es muy artístico. Y además, todos los detalles están muy cuidados, las presentaciones son cada vez mejores.

 

Para terminar, tus directos siempre han sido espectáculos muy cuidados. Este año estarás tocando en el Sónar, ¿vendrás con alguna sorpresa?

Estoy preparando un nuevo espectáculo que estará basado en movimientos cinéticos. Básicamente, consistirá en una estructura de gran tamaño que estará suspendida en el aire, encima de mí, y que estará siempre en movimiento, con multitud de pequeños objetos que irán respondiendo a la música de manera sincronizada.

 

Vidal Romero

Como todos los antiguos, Vidal Romero empezó en esto haciendo fanzines (de papel) a mediados de los noventa. Desde entonces, su firma se ha podido ver en infinidad de revistas (Go Mag, Rockdelux, Ruta 66, Playground, aB, Era y Clone entre muchas otras) y algún que otro periódico (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz). Es también uno de los autores del libro “Más allá del rock” (INAEM, 08) y ha trabajado como programador y productor para ciclos de conciertos y festivales como Arsónica, Territorios o Electrochock (US). Incluso le ha quedado tiempo para ayudar a levantar España ladrillo a ladrillo con lo que es su auténtica profesión: la arquitectura. Es uno de los mejores analistas de música electrónica de este país.

 

vidal@blisstopic.com

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