Sunny Graves
Confrontación
Fotos: Carla Tramullas y Javier Ties
Durante muchos años, Simon Alexander Williams fue Jahbitat, un productor con unas raíces (más o menos) ancladas en el hip hop, pero que añadía a su discurso todo tipo de sonidos, coloraciones y desarrollos rítmicos. Sin embargo, un buen día se despertó y decidió lanzar todo por los aires, romper con su pasado y comenzar de nuevo. Y cuando se asentó el polvo lo que quedó fue Sunny Graves, un proyecto que comparte ciertas cosas con su anterior encarnación (el gusto por los contrastes, el uso imaginativo y sorprendente de todo tipo de sonidos), pero que va mucho más lejos. A todos los niveles.
Cuenta Williams que abandonó Jahbitat para “no estancarme. Quería experimentar nuevos procesos y maneras de producir, necesitaba explorar nuevos caminos”. Cuenta también que todo hizo click mientras estaba “sentado delante de un ordenador, después de un largo periodo de años produciendo; la verdad es que más bien hizo crash. Así que dejé de lado el ordenador y los equipos electrónicos y comencé a estudiar batería por mi cuenta: necesitaba volver a sentir que el proceso de generar sonido podía ser algo físico”. Después de aquella especie de limpieza espiritual, volver a retomar sus cacharros fue, “en cierto modo, como empezar de cero. Me costó un poco volver a acostumbrarme al medio, en gran medida porque estaba rechazando de manera consciente mis hábitos y métodos de producción anteriores; seguía buscando esa fisicidad aunque sólo fuera a un nivel sonoro. Desde entonces han pasado unos tres años y muchas pruebas, y sólo ahora siento que estoy haciendo lo que me había propuesto desde el principio”.
Sunny Graves, el nuevo proyecto de Williams, tiene su origen ese cambio radical de perspectiva. Y aunque pudiera parecer que el nombre funciona como un reflejo fiel de lo que nuestro hombre aspira a conseguir –una tumba soleada se antoja una imagen más que apropiada para describir la mezcla entre presión ambiental y luminosidad extraña que se esconde en “Bayou EP” (Disboot, 14), su EP de debut-, lo cierto es que surgió de un modo más bien casual. “Mi intención no era que el nombre se pudiera interpretar de una manera literal, ni tampoco que sirviera para describir el proyecto”, aclara Williams. “Durante la temporada que pasé entregado a la batería escuchaba mucho free jazz y descubrí un álbum grabado a medias por dos percusionistas afroamericanos, Milford Graves y Sunny Morgan. Sunny Graves era, en cierto modo, un homenaje a esas grabaciones y a lo que significaron para mí. Pero supongo que durante el proceso de definición del proyecto comenzó a tomar algún sentido que iba más allá que un simple nombre. En el arte, en el cine, en la música, la literatura y la naturaleza (ya sean salvaje o humana), me atraen la confrontación entre la sutileza y la abrasión, entre la luz y su ausencia. Y el hecho de que la portada del EP se haya impreso en escala de grises es otra manera de remarcar la importancia que tiene ese contraste”.
Más allá de los colores utilizados, esa portada contiene varios fragmentos de imagen que parecen encajar entre sí de algún modo. Un poco como aquellos puzles en los que había que ir moviendo las fichas hasta que aparecía la imagen completa.
Entiendo la analogía y de algún modo tiene sentido. Las doce imágenes que componen la portada son distintos fragmentos extraídos de una misma imagen y, al mismo tiempo, las cuatro piezas que componen el EP son fragmentos compuestos durante un mismo periodo de creación y meditación.
La imagen original proviene de una fotografía tomada durante una excursión por las montañas del norte de Vermont, en Estados Unidos. Después de atravesar un bosque nos encontramos con una cantera abandonada. Las formas de las piedras eran sobrenaturales, y el agua que ahora la llena transmitía una profundidad y una oscuridad increíbles. Me impresionó (y me atormentó por igual) esa idea de elementos naturales manipulados mediante maquinaria humana –algo parecido a lo que hacemos con las grabaciones de campo y los samples-. Me fascinó la realidad de un sitio que alguna vez fue intervenido y deformado por el hombre, y que con el tiempo ha vuelto a estar a merced de las fuerzas naturales. Aquel viaje, en el que me acompañaba Ariadna Serrahima –que es quien ha realizado el diseño del disco, quien ha dirigido la pieza visual que acompaña a "Spring (Slow Return)", y quien desarrolla la parte visual del directo junto a No-Domain–, lo realicé justo después de haber completado el proceso compositivo del EP. Y al encontrarnos con ese sitio sentimos que tenía mucho que ver con el disco.
Los cuatro temas de “Bayou EP” son bastante diferentes entre sí. Quiero decir, tienen un cierto aire común (esa producción como difuminada, para entendernos), pero luego la formalización es muy distinta. ¿Era esa tu idea, utilizar el EP como una “tarjeta de presentación” que mostrara todos los palos que puedes manejar con el proyecto?
No creo en los supuestos límites de género o estilo dentro de la música electrónica. Y tampoco creo que pudiera limitarme a producir una obra que se rigiera por las características pre-establecidas de esos mismos géneros. Así que “Bayou EP” contiene cuatro exploraciones rítmicas, melódicas, texturales y emocionales, que no pretenden ir ligadas la una a la otra de una manera conceptual estricta, pero sí de un modo espiritual. Volviendo a lo que decíamos en la pregunta anterior, podrían ser como cuatro fotografías tomadas desde un mismo punto, pero mirando en cuatro direcciones distintas. El centro se mantiene y lo que hay alrededor también; lo que cambia es lo que se captura en cada una de esas vistas.
Quizás por esa voluntad de no encasillarte, se reconocen influencias muy diferentes en tu música: desde el shoegaze (muchas veces parece que suenan guitarras) a la IDM, desde el techno al ambient. ¿Hay alguna influencia especial (no necesariamente musical) que haya sido particularmente importante para definir Sunny Graves?
Toda la música que escucho, y que he escuchado, la escucho de manera obsesiva; la estudio y forma parte de mi día a día. Todo lo que he escuchado está, de una u otra manera, presente en mi mente, forma parte de mi y de mi memoria auditiva, así que es inevitable que ciertas sonoridades (o más bien ciertas sensaciones sonoras) de mi pasado y de mi presente se manifiesten en los procesos corrientes. Pero la influencia más importante está en la naturaleza y en sus fuerzas. La sociedad contemporánea, con sus políticas, economías, "necesidades", medios de comunicación (redes sociales, periódicos, TV, publicidad, etc.) y toda esa mierda, va extrayendo la magia del mundo. Pero la naturaleza la mantiene.
Otra de las cosas que me interesan, y que quizás tenga que ver con lo anterior, es que mezclas fuentes de sonido muy diferentes entre sí. Hay sonidos muy limpios junto a otros muy sucios o ruidosos; sonidos que parecen analógicos frente a otros claramente digitales, hay voces y (parece que) guitarras…
Son intentos por contraponer o confrontar lo orgánico (lo concreto) y lo sintético (lo abstracto); sonidos que aparecen en el plano táctil, como grabaciones de campo, contra sonidos o combinaciones de tonos (por ejemplo, armonías y melodías) que surgen del plano subjetivo o tecnológico. Me interesa todo tipo de sonido o, mejor dicho, me interesan las características, los significados y las posibilidades que muchos sonidos poseen. La manipulación de samples, bien sean recogidos de otras fuentes o grabados por uno mismo, para la generación de texturas o combinaciones de tonos que no existen en el mundo "real" me parece algo fascinante. Pero igual de fascinantes me parecen los sonidos en su estado más puro.
Es cierto que parece existir un trabajo importante de sampling y de manipulación de grabaciones de campo. Así que, ¿cómo le das forma a tus temas?
No sigo una metodología concreta. Todo surge de procesos de creación y destrucción, de improvisación, meditación y reconstrucción. Dejo que los sonidos se vayan juntando, o rechazando, de una manera natural e intuitiva. Ensayo y error.
¿Y qué equipo utilizas? Con esa mezcla de cosas tan importante, imagino que tu estudio debe tener bastantes cacharros.
Pues la verdad es que no. A nivel técnico trabajo de una manera relativamente simple: un par de sintetizadores, un ordenador, un sampler, pedales de efectos, una mezcladora, micrófono, grabadora de campo, grabadora de casete de cuatro pistas y varios instrumentos. Hay artistas que parten de una base tecnológica; es decir, que conceptualmente se basan en el uso de ciertos equipos o instrumentos para así definir un sonido. En mi caso, me parece esencial que el proceso (ya sea tecnológico o emocional) tenga la capacidad de sorprender, y en ese sentido los supuestos "errores" son los que a veces terminan convirtiéndose en lo más interesante.
Tengo entendido que también utilizas un instrumento especial, construido exprofeso para ti. ¿Por qué sentiste esta necesidad? ¿Qué era lo que echabas en falta dentro de tu estudio?
El instrumento que mencionas no fue construido para mí, aunque si lo he utilizado varias veces, tanto en directo como en estudio. Fue diseñado por Ricard Solà y la artista visual Julia Mariscal para una pieza suya. Julia buscaba a alguien que pudiera (o quisiera) interpretar el instrumento y entró en contacto conmigo; fui a conocer el instrumento y desde el momento en que lo encendí y comenzó a sonar me atrapó, nunca había tocado un instrumento parecido.
De allí surgió "Oscillations", un proyecto performático en el que colaboramos Julia y yo. El instrumento original está compuesto de cuatro osciladores de onda cuadrada, cuyas frecuencias responden a la luz por medio de fotosensores y controladores de tono. Pero ahora, partiendo del diseño de ese instrumento, estamos construyendo otro que también utiliza un principio fotosensible, pero además añade otras variables, características, funciones y maneras de control; algo con mayores posibilidades de generación de sonido, más adaptado a mis necesidades de producción y de interpretación en directo.
Para terminar con el tema de la producción, me gusta mucho el hecho de que incluyas líneas (melódicas, rítmicas o atmosféricas) en todos los rangos de la mezcla. En ese sentido, es muy interesante escuchar el disco muteando frecuencias, porque los temas cambian completamente. ¿Las mezclas son una parte fundamental dentro del proceso de producción?
Sin duda. Puedo llegar a dedicar mucho tiempo al proceso de mezcla, incluso hasta al punto de obsesionarme con ello, cosa que posiblemente no es muy sana. Pero todo forma parte del proceso de aprendizaje, y creo que es un aspecto tan expresivo como los sonidos que generas y manipulas, o como los ritmos, melodías y armonías que tocas o programas. No sé si lo hago bien o mal; está claro que existen ciertos estándares impuestos por la industria, o incluso ciertos límites que vienen impuestos por los sistemas de grabación y de reproducción. Pero a mí me atrae la gente que demuele los estándares y que empuja los límites.
Los que vieron tu concierto en el Sónar cuentan que el aspecto audiovisual resultó tan impactante como la música. Como ya has señalado, colaboras con Ariadna Serrahima y No-Domain, pero ¿cuál es su papel? ¿Añaden los visuales sobre los temas ya terminados, o trabajáis juntos durante el proceso de producción?
Ariadna comenzó a generar y estudiar muchas de las imágenes que forman parte de los visuales hace alrededor de un año, cuando yo estaba completamente sumergido en el proceso de producción del EP. Nos íbamos enseñando ideas y poco a poco nos dimos cuenta de que lo que estábamos haciendo cada uno por nuestro lado tenía mucho que ver entre sí: en ambos casos se trataba de aislar un fragmento y llevarlo a su límite dentro del contexto de una pieza entera.
Luego, cuando llegó el momento de interpretar y manipular las imágenes en directo, decidimos invitar a Joaquín Urbina para que aportara su visión al proceso. Siempre me ha producido fascinación y admiración esa habilidad que tienen ciertas personas a la hora de convertir sus ideas, visiones y conceptos (y también las de otros) en una obra gráfica o visual. Así que pasar a alguien una composición sonora y que la interprete en su lenguaje visual, o que simplemente la utilice como punto de partida para generar algo visual, y vice versa (es decir, recibir una pieza visual e interpretarla a nivel de sonido) son procesos completamente necesarios para mí. Y es que, aparte del reto que implica, soy una persona que suele trabajar bastante aislada y el feedback que genera el diálogo con otra persona, que a su vez está sumergida en procesos parecidos, suele ayudarme a entender mejor mi discurso creativo, a solidificarlo. Al escuchar sonidos, al entrar en estados de sueño, a menudo veo imágenes, algunas más concretas y otras mucho más abstractas. De alguna manera influyen en mi trabajo, por lo menos a un nivel sensorial y emocional, y son esas experiencias las que comparto con las personas que colaboran conmigo a nivel gráfico y visual.
¿Cómo es un concierto de Sunny Graves, ya que hablamos de ello? ¿Qué diferencias hay respecto al material de estudio?
Cuando los elementos lo permiten hacemos todo lo posible, tanto a nivel sonoro como visual, para que se trate de una experiencia muy física. En cuanto a las diferencias con el estudio, son varias: como cualquier obra grabada, “Bayou EP” se trata de algo concreto, y el directo, planteado como obra completa, es algo que va cambiando. De hecho, el 70% del directo es material que no está editado.
Y para terminar, ¿cuáles son tus planes de futuro? ¿Hay algún otro disco en el horizonte?
A principios de noviembre se publicó una pieza en un recopilatorio del sello Modern Obscure Music. Estoy hablando con ellos para sacar algo más en el futuro, y mientras tanto voy trabajando en un próximo EP para Disboot, que será lo siguiente en salir, en principio durante la primavera del año que viene.

Vidal Romero
Como todos los antiguos, Vidal Romero empezó en esto haciendo fanzines (de papel) a mediados de los noventa. Desde entonces, su firma se ha podido ver en infinidad de revistas (Go Mag, Rockdelux, Ruta 66, Playground, aB, Era y Clone entre muchas otras) y algún que otro periódico (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz). Es también uno de los autores del libro “Más allá del rock” (INAEM, 08) y ha trabajado como programador y productor para ciclos de conciertos y festivales como Arsónica, Territorios o Electrochock (US). Incluso le ha quedado tiempo para ayudar a levantar España ladrillo a ladrillo con lo que es su auténtica profesión: la arquitectura. Es uno de los mejores analistas de música electrónica de este país.