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Chuck Prophet

Corredor de fondo

 

Javier Burgueño 

 

Examinando la carrera de Chuck Prophet es fácil ver que no estamos hablando de un velocista, lo suyo es el fondo, cogiendo tras la salida una velocidad de crucero optima y estable para poder así mantenerse fuerte durante el transcurso de la carrera. Algo que viene haciendo con sus discos desde hace mucho tiempo, desde el estupendo “Age of Miracles” (2004), Chuck se ha hecho con esa velocidad de crucero que  lo convierte en un valor seguro cada vez que publica un disco. Hablamos con él de su última entrega, “Night Surfer” y de su gira por España.

  

“Temple Beautiful” era un disco conceptual sobre San Francisco, ¿de qué trata “Night Surfer”?

Alguien me preguntó si consideraba que los tiempos que estamos viviendo nos provocan más ansiedad que la que sufrieron generaciones anteriores. Es algo difícil de contestar, probablemente no. Hablo desde mi experiencia personal. Te puedo decir que vivir en el corazón de la ciudad de las startups cobra un grande peaje a un hombre, con el arrendador lamiéndose los labios a la espera de sacarte de allí. Hay mucho dinero nuevo, y propietarios de viviendas ansiosos por tener invertido un millón de dólares en un condominio. Lo freak lo tiene cada vez más difícil aquí, no les gusta ver elementos discordantes.  Casi espero cualquier día de estos ser detenido y expulsado de la ciudad por una multitud enojada con horcas y antorchas. Pero hay un mundo más allá del cinturón del dinero y salir y girar con mis discos es algo que necesito, cosa que no quiere decir que no me guste disfrutar de un sándwich de trece dólares en San Francisco de vez en cuando.  Desde luego los tiempos en los que vivimos crean ansiedad, ¿te hubieras imaginado hace uno o dos años ser forzado a ver una decapitación por televisión?  Todo esto son cosas que han acabado volcadas en el disco.

 

¿De dónde viene el título, “Night Surfer”?

Empezó como una canción llamada “Night Surfing”. Los chicos empezaron a llamarme Night Surfer, y sonaba perfecto para un título. Y se enganchó supongo.

 

 

“Night Surfer” es tu treceavo álbum en solitario, ¿qué sientes al volver la vista atrás y ver todo lo que has hecho hasta ahora?

Me siento feliz de sentirme todavía inspirado. Tras trece discos la gente me pregunta si es más difícil seguir, y honestamente es algo que no se responder. Hay mucha música ahí fuera en el cementerio de plástico y una parte de mí se pregunta por qué seguir añadiendo material a la pila. Supongo que soy un adicto al proceso. Pero tiene que haber algo que me mantenga interesado. Y eso puede comenzar con una canción, o con un par de canciones. Y entonces, si tengo suerte, se da la chispa. Por lo general tras esa explosión o momento de inspiración se produce un estado de confusión, de duda, y la sensación de estar atrapado con un monstruo. Quiero decir, ¿quién necesita otro disco u otra colección de canciones?. Supongo que debo hacerlo. Y me hundo en el proceso, que no ha cambiado mucho con el tiempo: consigo un par de acordes de guitarra que funcionen, grito a las paredes y si me gusta lo que oigo de vuelta continuo con ello. Es como tocar la bocina en un túnel, a veces suena bien cuando el sonido vuelve a ti. Y cuando lo hace, sigues adelante. Es como he dicho alguna vez anteriormente, y no me citéis porque probablemente estoy citando a alguna otra persona: Es muy sencillo empezar a escribir una canción, acabarla es un triunfo. Cada reescritura es un acto de fe, la clave es nunca buscar en google el título en el que estás trabajando y nunca perder la fe en el camino.

 

Has incluido una versión de Ezra Furman en el disco.

Nunca he hecho una versión anteriormente, al menos no desde “Queen Bee” del gran Jack Clement en mi primer disco. Una noche el batería se tenía que marchar pronto y acabamos grabando “If I was a baby”, una canción de Ezra, del que soy un gran fan. Ezra tiene un buen puñado de grandes canciones. Teóricamente teníamos que tocar algunos bolos juntos en el Reino Unido hace un tiempo, pero a él y a su banda los pararon el la aduana de UK y no lo dejaron pasar, es algo que me decepcionó mucho.

 

Peter Buck participó en la grabación de “Night Surfer”, ¿hasta que punto se involucró?

Peter es excepcional, puede llegar con partes muy simples que realmente elevan la canción y la llevan a lugares inesperados. Nunca había trabajado con él aunque nos conocemos desde hace mucho tiempo, estuvo en mi boda y nosotros en la suya. Volviendo al tema, creo que me gusta trabajar con gente con la que nunca he trabajado antes, es algo que me impide mostrarme complaciente. Y ya sabes, Peter sabe unas cuantas cosas sobre música, eso tenlo por seguro.

 

 

Tu mujer forma parte de tu banda., ¿cómo lleváis esta convivencia?

Dicen que las relaciones del mundo del espectáculo suelen ser frágiles, no te lo sabría decir. Realmente, todavía estoy intentando sacar la cabeza en el mundo del espectáculo, ja ja ja. Supongo que es algo que nos ha acercado todavía más. Al principio no se trataba más que de hacer un dúo en el porche delantero de casa, pero nos las hemos arreglado para mantenerlo como algo interesante, y eso hace que nosotros estemos interesados, así que ahí estamos. Hay gente a la que trabajar tan juntos la puede separar; te separará o te acercará todavía más, de eso no hay duda. A mi siempre me ha gustado compartir experiencias, supongo que eso ayuda. Han habido altos y bajos, un montón de risas y más de una lágrima. Algunos días no sé cómo me siento al respecto, espero que no nos acabe convirtiendo simplemente en camaradas de armas o algo así, habría que preguntar a Stephanie. Nuestro estado de ánimo cambia todos los días, si no a cada hora. Yo solía pensar que conducir 3.000 millas en la parte posterior de una camioneta Ford Econoline sentado en un amplificador Twin Reverb tratando de leer una novela de Elmore Leonard en la oscuridad con una linterna forjaba tu carácter. Ahora no estoy tan seguro. Me he contado a mi mismo muchas mentiras, y supongo que las hay peores que esa.

 

No te sueles estar quieto demasiado tiempo. Aparte de tus discos en solitario sueles trabajar con muchas otras personas. ¿Tienes algún proyecto en marcha o en mente ahora mismo?

No realmente, quizás un musical sobre “Temple Beautiful”, he estado jugando con la idea.

 

¿Qué esperas de tu gira española?

Siempre nos lo pasamos muy bien, y nos encanta el público español. Llevo a The Mission Express en el remolque, una gran banda, unos personajes todos ellos. El público puede esperar un buen show de rock and roll, ¡tocaremos todos los éxitos!, ja ja ja.

 

¿Qué recuerdas de la gira “We used to party” tocando “London Calling” con the Spanish Bombs?

Aprendí todo de ese disco. The Clash nos enseñó lo que era posible, estaba todo en ese álbum. El sonido disco de “Train in Vain”, el Bo Diddley goes to Jamaica de “Rudie Can’t Fail”, el rocakabilly de “Brand New Cadillac”. Y era nuestra banda, no la de nuestros hermanos mayores. Ese disco es aún hoy en día una inspiración para el tipo de discos que aspiro a hacer. “London Calling” es la prueba número doscientos de obra maestra por parte de The Clash, la prueba definitiva para cualquier cosa.

  

Javier Burgueño

Javier Burgueño pasó su juventud en el Vallés Oriental (Barcelona) donde se inició en esto de la crítica presentando y coordinando un programa musical de la televisión de su pueblo durante la bendita locura analógica de las televisiones locales de principios de los 90 (asegura que ya no quedan copias de los programas, se encargó personalmente de ello una noche de verano). El experimento fue divertido y dejó un poso latente que volvió a aflorar con el cambio de siglo cuando empezó a colaborar asiduamente con la web del programa de radio madrileño “El otro lado del telescopio” y más tarde con www.pinypondjs.com. Ha sido colaborador de Go Mag desde el 2007 hasta su desaparición de los quioscos el pasado junio de 2013.

 

javier@blisstopic.com

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