Dorian Wood
Visiones del apocalipsis
El angelino de padres costarricenses Dorian Wood mira a su alrededor y no le gusta nada lo que ve, una sociedad moralista y anquilosada que desprecia y margina a sus semejantes por el hecho de ser “distintos” a lo convencional. En “Ratlle rattle”, un ambicioso y hermosísimo álbum en el que ha contado con más de sesenta músicos y que ha tardado casi cuatro años en completar, deja salir su desilusión y enfado con los tiempos en los que vivimos. Puede que en el fondo el apocalipsis ya esté entre nosotros. Dorian Wood estará presentando "Ratlle rattle" en España los próximos 16 (Heliógàbal, Barcelona), 17 (Paranimf Universitat Jaume I, Castellò), 18 (Teatro La Rambleta, Valencia), 20 (Las Cocheras del Puerto, Huelva), 21 (Teatre del Arte, Madrid), 22 (El Patio de la Favorita, Gijón), 25 (Centro Cultural Matadero, Huesca) y 26 de enero (Centro Cívica Delicias, Zaragoza).
Se habla de “Rattle Rattle” como una ópera popnográfica, ¿estás de acuerdo con la definición?
El álbum salió así naturalmente, estaba muy inspirado por Brian Wilson y por su álbum “Smile”, que se demoró muchos años hasta completarse; me encantó la estructura y que fuera una pieza ambiciosa que unía todas las canciones. Quizás no se trateespecíficamente de una ópera sino más bien una pieza neoclásica. También está inspirado por el sonido de Scott Walker, que tiene un punto de vista parecido en cuanto al tamaño del sonido. Quería hacer algo así de ambicioso y sabía que iba a tardar mucho tiempo en poder completarlo de esa manera, así que yo diría que popnográfico quizás sea lo que más se le acerca aunque no me apetecen mucho las definiciones concretas.
El cambio entre tu anterior disco, “Brutus” y el nuevo álbum es radical. Has pasado de ser tú y el piano a contar con un grupo de más de 60 músicos.
Casi todo lo que hago viene de la reflexión de dónde estoy en ese momento. Cuando hice “Brutus” estaba de gira por Europa el año 2010, ya había comenzado a escribir canciones para “Rattle rattle” pero ese disco fue un reflejo de esa gira: viajaba solo, me sentía un poco solitario en mi vida y quería que “Brutus” reflejara eso. En cuanto a “Rattle rattle” retomé esos sentimientos aplicados al hogar, en los Estados Unidos, siendo un músico de clase trabajadora sin el apoyo de un sello detrás, básicamente sin dinero, tan sólo el trabajo que tenía y mis amigos, que son muy talentosos. Nos unimos todos y poco a poco creamos el disco, que es un reflejo de la situación económica y social en la que nos encontrábamos en ese momento, reflejando lo que iba ocurriendo mientras ocurría.
Creo que el disco se grabó mediante crowfunding.
Usamos IndieGOGo para el crowfunding y recaudamos seis mil dólares, pero no fue suficiente. No calculé correctamente lo que iba a costar el álbum, pero gracias al crowfunding conocí a muchos colaboradores y muchos amigos. Fue exitoso para conseguir cubrir una parte de los gastos, pero fueron muchos más de los que había crowfunding, por eso a mí me costó cuatro años completarlo.
En tus canciones pasas fácilmente de arreglos clásicos a partes de carácter más experimental, ¿cómo logras conjugar ambos aspectos?
Para mi no hay distinción. Yo no siento que haya una distinción tan grande entre géneros experimentales y clásicos, todos provienen de raíces muy primordiales y creo que la distinción se hace de acuerdo a los gustos de las personas, hay gente a la que quizás le guste más lo experimental, a otros más lo clásico… yo escucho todo tipo de música, me gusta mucho la música soul, la música folclórica de todo el mundo, y no me siento a escribir y digo “esto va a ser clásico, esto experimental, esto folklórico”, sino que todo está muy basado en los sentimientos y utilizo muchos tipos de música.
Una de las primeras canciones del disco, “La cara infinita”, la cantas en español.
Comenzó como una canción de bodas para unos amigos míos aquí en Los Ángeles, siempre he querido hacer un dueto en español con mi amiga Eddika Organista, una cantante fenomenal de L.A.. La canción evolucionó a otra completamente diferente que no es una canción de boda sino una profecía fantástica que explica lo que ocurriría en el fin del mundo si las mujeres se liberasen de todas las prisiones que las contienen (sociedad, opresión, expectativas): se liberan, se unen y “desnudas escapan al cielo” como dice la canción y forman una cara infinita que es lo que trae el fin del mundo, eso es básicamente lo que dice la canción. Es parte del reflejo de lo que todos sentíamos cuando creamos el álbum completo, una furia respecto a como van las cosas en la vida, sobre todo con la gente trabajadora y en “La cara infinita” en concreto con la situación de las mujeres, todavía hay países en los que aún no viven libres y con igualdad, es una completa tragedia que hoy en día se den situaciones así. Es sacar esa furia que no puede morir, es muy importante que no muera.
Tu música puede provocar sensaciones incómodas en el oyente, ¿buscas conseguir alguna respuesta en él?
Yo lo que busco no es provocar a la gente, sino mostrarles lo que a mi me han provocado. Es mi reacción ante lo que me molesta de la sociedad, hay cosas horribles que le ocurren a mucha gente en este mundo, gente de baja clase social, básicamente. Ser pobre en este mundo es lo peor que le puede ocurrir a uno, y eso es algo que me parece que debería unir a las personas, y si lo que les muestro provoca furia a los oyentes entonces es una reacción que puede ser el comienzo de algo más interesante y productivo… pero es básicamente un reflejo de lo que a mí me provoca furia en este mundo y si a la gente le provoca reacciones similares me encantaría escuchar lo que piensan.
Tus canciones están plagadas de elefantes, ¿hay alguna metáfora tras ellos?
Hace como diez años tuve un sueño en el que abría la ventana de mi apartamento y miraba al cielo, donde había miles y miles de elefantes caminando muy lentamente en el cielo y poco a poco iban descendiendo hacia la tierra. Fue una visión increíble y ha sido una gran inspiración para todo lo que ha sido mi música desde “Bolka” hasta el presente, una mitología sobre la aparición de estos elefantes celestiales que traen el fin del mundo, algo que no está ligado a ninguna fe ni a ninguna teoría, la sociedad en cuanto ve a estos elefantes por todo el cielo se asesinan unos a otros y es puro caos y destrucción, la ironía es que en cuanto los elefantes tocan la tierra mueren, así que son criaturas completamente pacíficas que vienen a la tierra para morir. Es una mitología que tiene más pronunciamiento en “Rattle rattle”, donde hay varias referencias a los elefantes que aparecen el cielo. Para mi esto es básicamente lo que quiere decir el álbum, que cualquier fin del mundo que se predice por cualquier fe es un arma que uno gira contra sí mismo.
En temas como “Pearline” pareces mostrarte más introspectivo.
“Pearline” es una canción sobre un par de amigos míos, uno es travesti y el otro es drogadicto, los dos han sido hechos víctimas por la sociedad por razones que tienen que ver con la moralidad. Es la canción más vieja en “Rattle rattle”, la compuse hace cinco años y es una que siempre me duele mucho cantar porque amo a ese par de amigos muchísimo. Quizás se sienta más introspectiva y más calmada pero es una de las que me provocan más furia porque no siento que ningún ser humano merezca ser marginalizado por razones que no tienen sentido, que no son maléficas para él o los demás. Esta horrible noción de moral que no tiene fundación ni razón, solo para hacer daño a la gente, eso es “Pearline”.
¿Cómo piensas trasladar un disco tan ambicioso al directo?
Diría yo que sería mejor ir a la presentación para ver como lo hacemos, les prometo que va a ser algo muy grande. Solo eso puedo decir, si no, no hay misticismo, y eso es lo que nos mantiene vivos, el misticismo.

Javier Burgueño
Javier Burgueño pasó su juventud en el Vallés Oriental (Barcelona) donde se inició en esto de la crítica presentando y coordinando un programa musical de la televisión de su pueblo durante la bendita locura analógica de las televisiones locales de principios de los 90 (asegura que ya no quedan copias de los programas, se encargó personalmente de ello una noche de verano). El experimento fue divertido y dejó un poso latente que volvió a aflorar con el cambio de siglo cuando empezó a colaborar asiduamente con la web del programa de radio madrileño “El otro lado del telescopio” y más tarde con www.pinypondjs.com. Ha sido colaborador de Go Mag desde el 2007 hasta su desaparición de los quioscos el pasado junio de 2013.