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Black Hearted BrotherStars are our home
Sonic Cathedral 7,5Shoegaze |
Para desconfort de los muchos nostálgicos del shoegaze que en el mundo son, Neil Halstead siempre se ha mostrado reticente a una posible vuelta de Slowdive a los escenarios (aunque una reunión reciente con Rachel Goswell en Londres, para dar un par de conciertos y grabar un disco en directo, ha destapado el tarro de las especulaciones). Lo que no decía nunca es que guardaba en la manga un nuevo proyecto con el que recuperar, de alguna manera, la estética de la banda por la que casi todo el mundo sigue recordándole. Porque, hay que asumirlo, ni los discos de Mojave 3 ni los que ha grabado en solitario han despertado el mismo culto que títulos como “Souvlaki” (93) o “Pygmalion” (95); una realidad que puede ser la causa de ese rechazo permanente a una reunión. Sea como sea, Black Hearted Brother parece demostrar que Halstead no tiene ningún problema con el género al que dedicó su adolescencia; sólo con la nostalgia mal entendida.
Quizás por eso, para evitar la nostalgia mal entendida, Halstead, Mark Van Hoen (es decir, Locust) y el menos conocido Nicholas Holton (mano derecha del jefe durante la última década), han compuesto y grabado “Stars are our home” a lo largo de varios años. Una decisión que se nota en la evidente dispersión estilística que soporta el disco -y que de hecho constituye su mayor punto negro-, pero que bien puede ser premeditada, para evitar un encasillamiento demasiado evidente. Desde luego, el inicio del álbum no da muchas pistas: con su densa maraña de guitarras y sus sintetizadores de aire psicodélico, la instrumental “Stars are our home” parece moverse en dirección contraria al shoegaze, pero justo después llega “(I don’t mean to) wonder”, que es la canción más descaramente Slowdive que Halstead ha escrito en más de quince años, y uno no sabe qué pensar. Sobre todo porque el tercer corte, “This is how it feels”, vuelve a romper la baraja: una canción de estructura canónica, que sólo tiene de noise pop el estallido de guitarras que puntea el estribillo. Es decir, apenas una capa de barniz ornamental.
No son los únicos senderos que explora “Stars are our home”: cosas como “UFO”, “Take heart” y “Look out here they come” parecen descartes de Mojave 3 (las melodías luminosas y el aire pastoral las delatan) empañados por un velo de electricidad estática. “If I was here to change your mind”, un poco más allá, es un brillante ejercicio de psicodelia líquida y atmosférica, uno de los mejores momentos de un álbum que también esconde un extraño experimento disco-gaze, “My baby just sailed away”, que suena como si Chapterhouse intentara tocar una canción de Abba. Por supuesto, todo esto no impide que el shoegaze sea el elemento con mayor peso en el disco: canciones como “Got your love”, “Oh crust” o “Time in the machine” (con ese estupendo tramo final) mezclan ruido y melodía de una manera ejemplar, y otras como “I’m back” recuperan el gusto por sumergir bonitas líneas vocales en un mar de flangers y delays. Un exceso de recursos que, como apuntábamos más arriba, la banda puede haber buscado para dar a sus composiciones un aire más intemporal, más difícil de etiquetar. Una decisión difícil, que puede lastrar en ocasiones al conjunto (no es casualidad que respire mucho mejor en vinilo que en compacto), pero que desde luego no esconde una realidad incuestionable: que a falta de un retorno “oficial” de Slowdive, Black Hearted Brother es el mejor de los sustitutos posible.

Vidal Romero
Como todos los antiguos, Vidal Romero empezó en esto haciendo fanzines (de papel) a mediados de los noventa. Desde entonces, su firma se ha podido ver en infinidad de revistas (Go Mag, Rockdelux, Ruta 66, Playground, aB, Era y Clone entre muchas otras) y algún que otro periódico (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz). Es también uno de los autores del libro “Más allá del rock” (INAEM, 08) y ha trabajado como programador y productor para ciclos de conciertos y festivales como Arsónica, Territorios o Electrochock (US). Incluso le ha quedado tiempo para ayudar a levantar España ladrillo a ladrillo con lo que es su auténtica profesión: la arquitectura. Es uno de los mejores analistas de música electrónica de este país.