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King Gizzard And The Lizard WizardFlying Microtonal BananaHeavenly 8,3Garage / Rock
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Estrenado a finales de febrero, “Flying Microtonal Banana” es el noveno trabajo de King Gizzard and The Lizard Wizard, y el primero de cinco volúmenes, todos ellos basados en la experimentación con microtonos y pequeños intervalos, que los australianos pretenden lanzar durante este 2017. “Rattlesnake” es el inicio del viaje, brisa que se cuela por la ventanilla entreabierta. Una pieza instrumental de patrones hipnóticos que nos sitúa sobre el asiento de una camioneta General Motors en una persecución de película de Tarantino. Le sigue “Melting”. En ella se empieza a detectar la que ha sido la obsesión de Stu Mackenzie (guitarra y voz) en los últimos meses: alejarse del sonido occidental, respaldándose sobre la microtonalidad del próximo Oriente. Mezclar dos mundos, para adentrarse en una forma de psicodelia desconocida hasta el momento.
“Open Water” es el velocímetro de este álbum, la marca rítmica. Si bien aún detectamos reminiscencias del frenético “Nonagon Infinity” (2016), con riffs punzantes de acción rápida, este tema sitúa al “Flying Microtonal Banana” sobre un escenario mucho más relajado. La voz de Stu ya no escupe críticas, sino susurros a la oreja. La acción del hombre está acabando con todo y el aumento del nivel del océano va a tragarse todo. Crónica de una muerte anunciada.
“Sleep Drifter”, en el ecuador del disco, es la encargada de poner un poco de cordura a las mentes nubladas. Tomamos un poco de distancia con dragones y cerdos alados, para asistir a una jam conducida por apatridas yankees en un bar de Nueva Delhi. Melodías rockeras crudas, pero con algo de influencia asiática. “Billabong Valley” y “Anoxia” recogen el testigo de su predecesora con rítmica tejana y voz bluesera de carretera. Ahora bien, en ambos casos y a medida que avanzan los minutos, todo parece perderse entre opiáceos. Finales de canción arbitrarios e imprevisibles.
“Doom City”, en el momento álgido del viaje, está repleta de densidad instrumental. Un nubarrón de pesimismo que nos impide apreciar los muchos matices que aportan los instrumentos customizados de los de Melbourne. Tras esta pieza, llega “Nuclear Fusion” para traer de nuevo la lucidez al “Flying Microtonal Banana”. Estar cuerdo para criticar la irresponsabilidad humana sobre el mundo que le rodea. Cierra el álbum un tema de título homónimo, que cuenta con un final idéntico a los primeros compases del “Rattlesnake” inicial. Sonido de viento y brisa. ¿Habrá sido todo un sueño?

Pau Navarro
Publicitario en despegue, educador entre la mañana y la tarde, comunicador musical y social donde y cuando me dejan, empecinado en el éxito de The Stagpies y Lost Art Of Murder. Se suma a Blisstopic para aportar 6 años de experiencia en conversaciones de bar sobre el sector musical.