Menu
 

Nothing Places

Tidal Love

Foehn

8,2

Pop soñado

Albert Fernández 

 

Como los vapores de un sueño que, aún siendo reciente, queda ya lejano en el recuerdo, las melodías de Nothing Places disponen un estado anímico etéreo y difícil de describir, porque nos llegan como armoniosos rumores distantes de un paisaje volcánico y difuminado. El segundo disco de Emilio Saiz, alma máter del proyecto, ésta vez arropado por Xavi Molero a las percusiones, más dos músicos curtidos y de rastro evidente como Ricky Falkner y Martí Perarnau, recoge melodías que flotan como gases místicos venidos de lo más profundo, y que dan testimonio de un fondo de magma al rojo vivo.
 
Las canciones de "Tidal love" se elevan gráciles, y planean con ligereza sobre una montaña de ruinas sentimentales, convirtiendo en pura belleza y orfebrería pop los relieves y accidentes de un territorio sufrido y fragmentado. El entramado musical de Nothing Places brinda un cariz radiante a las sombras más sumergidas, confiriendo a su sonido una dimensión psicológica honda, que promueve oleadas de énfasis y empatía, a base de fraseos barnizados, crecidas rítmicas, arpegios de moog y cuerdas en perpetuo latido.
 
Es precisamente esa combinación de elementos, esa densidad ingrávida, la que logra arrebatarnos ya con el primer compás de un disco que secuestra toda la atención, porque posee una impronta del todo poderosa. Desde los primeros rugidos de guitarra enrarecidos en la canción que abre y titula el disco, donde la distorsión cruje en pleno derrape ruidoso hasta encender una base rítmica que da luz a un universo de orden melódico, iniciando su amortiguado bote para dar aliento a los versos de empiezan a cantar, el estado de embriaguez emocional que nos procura el disco no hace otra cosa que crecer. El cuidado extremo que destila este cancionero posa con tanta precisión cada sonido en su tempo, y es tal la carga de intenciones de cada pasaje, que se mezclan sensaciones para el que escucha: "Tidal love" nos seda y complace con su hermosura melódica exacta, y al tiempo nos sume en una desapacible zozobra, como si naufragáramos a cámara lenta a lomos del oleaje de la peor resaca imaginable.
 
Las brumas sutiles que se congregan en "Powder in the gun" consiguen relajarnos a base de punteos y pausas misteriosas, pero no conviene fiarse, porque la nana crepuscular de "Dark side" se enrarece hasta darnos vuelta al estómago, y anticipa la cresta ardiente de "Random Pull (La Jouissance)", un sueño de viajes y corrientes que se nos llevan entre sonidos graves y percusiones sísmicas que nos sacuden por abajo, mientras la voz aguda y los rasgueos de guitarra nos arañan por arriba. Más tarde, "In twilight / Comala" resuelve horizontes crepusculares a base de paciencia en la construcción de melodías dulces y translúcidas, donde se vislumbra el paso y la marca de cada instrumento, la intención de lograr otra velocidad y, finalmente, el hecho consumado de convertirse en otra canción. El disco recoge un espectro de influencias que congregan sin remedio nombres tan imponentes como Grizzly Bear, Radiohead o Departure Of Eagles. Tal vez esas claves tan evidentes de su metabolismo juegan un poco en contra del juicio sobre Nothing Places, pero no vuelven para nada menos disfrutable este álbum pletórico. 
 
Poco a poco, Nothing Places conjuran espíritus, atmósferas y torsiones de ánimo para introducirnos en un mundo mundo psicodélico y trascendente, un pantano de sensibilidades que nos seduce y aterra a la vez; el lugar que nunca querríamos haber conocido y del que nunca querremos marchar, un sitio que es todos los sitios y ninguno a la vez. 
 

 

 

Albert Fernández

En el desorden de los años, Albert Fernández ha escrito renglones torcidos en publicaciones como Mondo Sonoro, Guía del Ocio o Go Mag, tiempo en el que ha tenido oportunidad de ir de tapas con Frank Black o escuchar a Patrick Wolf bostezar por teléfono. Además, ha sido jefe de redacción de las secciones culturales de H Magazine, y ha aportado imaginación tras los micrófonos de Onda Cero, Cadena Ser y Scanner FM, donde facturó la sitcom musical de creación propia “2 Rooms”. Aunque sabe que no hay lugar mejor que aquel de donde viene, a Albert no le hubiera importado nacer en Gotham City o en el planeta Dagobah. Con tendencia a la hipérbole y a la imaginación desatada, Albert sigue buscando el acorde que dé la vuelta a sus días.

Lee lo útimo de Albert clicando aquí

albert@blisstopic.com