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DeerhunterFading frontier4AD 7Pop-folk |
El disco parte de un corte que es al tiempo raso y rugoso, y que, con todo, despierta una primera sensación de placer antes que de crispación: "All the same" es puro satén de cuerdas, percusiones reverberantes en segundo plano (creo que incluso suenan disparos) y una línea de voz translúcida pero determinada; plastilina en relación a los meteoritos que caían según empezaba a sonar "Monomania" (2013), apenas un soplo de canción sin relevancia si comparamos con los formidables arañazos que encontrábamos en "Halycon digest" (2010) o "Microcastle" (2008).
El ánimo hedonista se mantiene a medida que vamos dando los primeros pasos para adentrarnos en la cueva melódica de Cox, ahora convertida en un patio con vistas al exterior. Ese nido confortable de rayos de sol escurriéndose entre los dedos que conforman "Living my life" y "Breaker" (dueto con Lockett Pundt) representan la perfecta expansión complaciente de un alma torturada que por fin saca la cabeza de su ombligo y se dedica a mirar al mundo y sonreír. Sintetizadores, cuerdas ligeras y estrofas confiadas y esperanzadas, más la extraña sensación de que estamos escuchando el disco de otro, que tarde o temprano asomarán las telarañas del líder del grupo. "Leather and wood" plasma esa metamorfosis extraña, de éxtasis ambiental y narcótico donde podemos reconocer a Deerhunter, aunque sus tonos de crooner de sonrisa torcida, declamando dentro de un pozo de crepitaciones siderales, estén algo por debajo de sus mejores obras.
"Snakeskin" es el gran subidón del disco, el single enérgico y agradecido para la pista y las mesas de mezclas, un rock nervioso, descarado y en cierta manera tosco, con tan buena onda que acaba por sedimentar lo dislocado de un álbum al que, como a su máximo responsable, le acaba pasando factura la falta de tejido conectivo.

Albert Fernández
En el desorden de los años, Albert Fernández ha escrito renglones torcidos en publicaciones como Mondo Sonoro, Guía del Ocio o Go Mag, tiempo en el que ha tenido oportunidad de ir de tapas con Frank Black o escuchar a Patrick Wolf bostezar por teléfono. Además, ha sido jefe de redacción de las secciones culturales de H Magazine, y ha aportado imaginación tras los micrófonos de Onda Cero, Cadena Ser y Scanner FM, donde facturó la sitcom musical de creación propia “2 Rooms”. Aunque sabe que no hay lugar mejor que aquel de donde viene, a Albert no le hubiera importado nacer en Gotham City o en el planeta Dagobah. Con tendencia a la hipérbole y a la imaginación desatada, Albert sigue buscando el acorde que dé la vuelta a sus días.
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