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Matrixxman Homesick  

Matrixxman

Homesick

Ghostly

8

Techno

Vidal Romero

 

A diferencia de lo que suele ser norma en la gran mayoría de las escenas (y microescenas) que existen alrededor del mundo, en las que priman los celos, las envidias y las zancadillas entre sus miembros (sólo tienen que fijarse en lo que sucede en cualquier ciudad española de tamaño medio en la que existan más de media docena de bandas: auténticos nidos de víboras, en los que se escucha con facilidad cómo vuelan los puñales y los dardos envenenados), la familia del techno de Detroit siempre ha mantenido una actitud protectora y corporativista alrededor de sus jóvenes cachorros. Será porque la ciudad tiene ya bastantes problemas como para andarse con zarandajas, o porque los más viejos del lugar, tipos listos, saben que mantener la lozanía de esa escena les permite estar también a ellos en el candelero.

 

Es esta particularidad la culpable de que en Detroit se hayan sucedido varias generaciones de productores que, aparte de algunos acentos y gestos propios, aparte de las inevitables actualizaciones de sonido (no hay que olvidar que el desarrollo de la música electrónica discurre en paralelo al desarrollo de la tecnología), mantienen viva una tradición en la que no cambian los elementos principales: ritmos secos y musculosos, aire lejanamente funk, cuerdas sintéticas y una imaginería inspirada en la ciencia ficción. Dicho de otra manera: si en el mundo de la música existieran las denominaciones de origen, Detroit tendría una de las más antiguas, y posiblemente su sello luciría orgulloso en la contraportada de “Homesick”, el debut en largo de Matrixxman. Y eso a pesar de que detrás de ese alias se esconde Charles McCloud Duff, un joven productor que vive en San Francisco, pero que parece haber crecido en los locales clandestinas de la Packard Automotive Plant.

 

 

Y es que, a pesar de la distancia, McCloud Duff se pliega perfectamente a la poética maquinal y futurista destilada desde la Ciudad del Motor. En los tres años escasos que lleva en activo le ha dado tiempo a publicar una docena de maxis que, ya desde los títulos –tan reveladores como “The XX files” (13), “808 state of mind” (14) o “Nubian metropolis” (14)–, advierten de ese amor por la distopía y la inteligencia artificial. Por los ritmos crudos y muteados, las atmósferas con brillo metálico y los sintetizadores de aire cósmico. Un vocabulario que en “Homesick” se refina y se aumenta, todo al servicio de una obra completa y coherente, que funciona como una especie de banda sonora para un mundo arrasado y cruel, sometido al frío control de algún superordenador poco amigo de la vida humana. Incluso la portada, una superficie de dunas grises que parecen perderse en la inmensidad, parece remitir a ese futuro inerte, sin más vida que la artificial.

 

Necronomicon”, una espectral introducción de nueve minutos, repleta de ecos y ritmos distantes, de drones que zigzaguean al calor de los filtros, abre paso a la EBM salvaje de “Augmented”, que añade un curioso acento tribal a un bombo que funciona como un pistón a pleno rendimiento. Y son esos dos extremos, el del ambient aislacionista y el de los ritmos duros y maquinales, los que marcan los límites de un disco en el que también hay espacio para el electro a lo Drexciya (esa pareja que conforman “Red light district” y “Packard Plant”, otro homenaje nada encubierto a la ciudad de Detroit y su decadente paisaje fabril), el minimal techno –“HMU (hit me up)”, producida a medias con su viejo amigo Vin Sol-, el preciosismo ambiental (las delicadas atmósferas de “Annika’s theme”) y hasta alguna descarga de ruido puro (“Dejected”). Piezas de un engranaje cuidadosamente diseñado y poco dado a los lugares comunes, en el que abundan los detalles minúsculos y el sonido está cuidado hasta límites obsesivos –detalles, por cierto, que sólo se revelan ante una escucha con cascos o a volumen generoso; ese volumen que hace temblar la cristalería en el interior de los muebles de la cocina-. Un viaje en el que los títulos (“False pattern recognition”, “Network failure”) van dejando pistas acerca de esa narrativa desoladora y gris, que sólo alcanza a ver una tímida luz en el tema de despedida; un “Earth like conditions” en el que un arpegio robótico se deja contaminar por una línea de sintetizador de aire amenazante. ¿Recuerdan el mítico discurso de Rutger Hauer en ”Blade runner? Pues esa es la idea.

 

Vidal Romero

Como todos los antiguos, Vidal Romero empezó en esto haciendo fanzines (de papel) a mediados de los noventa. Desde entonces, su firma se ha podido ver en infinidad de revistas (Go Mag, Rockdelux, Ruta 66, Playground, aB, Era y Clone entre muchas otras) y algún que otro periódico (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz). Es también uno de los autores del libro “Más allá del rock” (INAEM, 08) y ha trabajado como programador y productor para ciclos de conciertos y festivales como Arsónica, Territorios o Electrochock (US). Incluso le ha quedado tiempo para ayudar a levantar España ladrillo a ladrillo con lo que es su auténtica profesión: la arquitectura. Es uno de los mejores analistas de música electrónica de este país.

 

vidal@blisstopic.com