Róisín Murphy Hairless Toys PIAS 7,3 Synth-pop

Brais Suárez

La promiscuidad artística puede ser peligrosa, debió pensar Róisín Murphy después de sus dos primeros discos, no muy distantes ni musical ni temporalmente (2005 y 2007). Así que se tomó ocho años para volver con este "Hairless Toys", en el que aquella electrónica con la huella de Matthew Herbert deriva hacia un synth-pop más ambiental que sirve de base a estas ocho canciones para hacer un recorrido por reminiscencias jazz, funky, pop y hasta soul, como si de paisajes se tratara.

Y siendo esta huella del productor británico tan profunda, no de mucho más sirvieron estos ocho años que para darnos un respiro y volver a prácticamente lo mismo, tanto para lo bueno como para lo malo: la voz irlandesa reconvertida al jazz sigue siendo un lujo, cante lo que cante; pero la monotonía del disco, lejos de alcanzar una armonía, se vuelve perezosa, un pretexto para pasajes verdaderamente brillantes como el ritmo funky de "Evil Eyes", los toques más oscuros de "House of Glass" o el pop de "Unputadownable". Todos ellos generando, eso sí, unas progresiones que se quedan cortas y nos dejan a medias por carecer de la persuasión de temas como "Overpowered", de una fuerza que como mucho se soslaya en "Exploitation".

Ya fuera de EMI, sí se agradece en cualquier caso que Murphy aproveche la oportunidad de PIAS para rebuscar un poco en la cara oculta de un synth que se aleja de lo comercial.