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Boduf SongsStench of existThe Flenser 7,5Folk Terminal |
Aunque hace ya varios años que abandonó el barco, pocos artistas definen tan bien como Boduf Songs una de las obsesiones editoriales del sello Kranky: esa que parte de elementos claramente folk (guitarras acústicas, pianos, arreglos de cuerda, voces a medio susurrar), pero que luego los ralentiza, los retuerce y los exprime hasta que sólo queda un espectro de su forma original; algo que sigue siendo folk, pero un folk rodeado por ecos incómodos y elementos contaminantes. Es decir, el mismo tipo de música que fabrican artistas como Gravenhurst y Jessica Bailiff, como Low o Grouper, esa gente que es capaz de encontrar destellos de épica entre los pliegues de algún detalle minúsculo.
Como todos ellos, Matthew Sweet (nada que ver con el autor de “Girlfriend”, por cierto) prefiere trabajar antes las atmósferas que las estructuras, y eso le da a muchas de sus composiciones un cierto aire sonámbulo, como si estuvieran tocadas en un estado de duermevela. Una sensación que su sexto disco, “Stench of exist”, transmite desde el principio, desde esa breve introducción que es “Jacket cruiser”, algo más de un minuto de acoples, fallos de conexión y demás ruidos que suelen escucharse en un local de ensayo mientras se enchufan los instrumentos. Es una manera arisca de transmitir intimidad, que choca de manera abrupta con la suave línea de piano con que comienza “My continuing battle with material reality”, perfecta muestra de esa mezcla entre instrumentos acústicos y tapices electrónicos de la que Sweet extrae los mejores frutos del disco. Es el caso de “The rotted names”, que comienza como una canción psicodélica de los años sesenta, tocada como a cámara lenta, para luego ir contaminándose con poluciones electrónicas y un bajo que es todo zumbido. O de la estupenda “Head of hollow-fill and mountaintop removal”, una pieza oscura y experimental, armada alrededor de ritmos electrónicos que no se pueden bailar, de drones, de guitarras eléctricas manipuladas y un spoken word filtrado con efectos. Una canción que, por alguna razón, a mí me recuerda al Michael Gira de “Drainland” (95), y esto es un gran piropo.
Eso sí, si esos temas brillan con tanta fuerza es también porque Sweet es un tipo listo y alterna los momentos de intimidad desarmante con piezas de naturaleza (digamos) más accesible: ahí están la épica rockista de “Thwart by thwart”, los arreglos aflamencados de “Great anthem of my youth”, los aires a 4AD que exuda “Modern orbita”. Piezas de un rompecabezas en el que también hay sitio para experimentos con grabaciones de campo (“The witch cradle”, “Grows in the small world of nerve”) y que se crece cuando se escucha en conjunto. Termina de sonar “Sky pedal´s plant”, el corte que cierra “Stench of exist”, y el oyente parpadea, como despertando de un sueño oscuro, pero extrañamente hermoso.

Vidal Romero
Como todos los antiguos, Vidal Romero empezó en esto haciendo fanzines (de papel) a mediados de los noventa. Desde entonces, su firma se ha podido ver en infinidad de revistas (Go Mag, Rockdelux, Ruta 66, Playground, aB, Era y Clone entre muchas otras) y algún que otro periódico (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz). Es también uno de los autores del libro “Más allá del rock” (INAEM, 08) y ha trabajado como programador y productor para ciclos de conciertos y festivales como Arsónica, Territorios o Electrochock (US). Incluso le ha quedado tiempo para ayudar a levantar España ladrillo a ladrillo con lo que es su auténtica profesión: la arquitectura. Es uno de los mejores analistas de música electrónica de este país.