NBA - Finale 2015

Los Guerreros del Estado Dorado

Toni Castarnado

Fotos NBA

Colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Y si atendemos a los pronósticos del mes de octubre, sin que nadie pensara en que Golden State Warriors ganara el título. Se podía intuir un paso adelante, seguir con esa filosofía de baloncesto alegre, y más aún con la llegada de Steve Kerr, pero ni de broma, que ganaran ellos el anillo entraba en las quinielas ni de los más atrevidos.

En base a los 'Splash Brothers' (Klay Thompson más irregular durante el play-off), con un Stephen Curry que confirma al talento que se le presumía, le añadimos una cabeza privilegiada y una madurez que por su cara de niño no lo parece. Y en cambio, ha demostrado que en situaciones de duda, ha mantenido la calma, no se ha desesperado, ha sigo creyendo en que al baloncesto uno juega para divertirse y que sin compañeros no eres nadie. Las circunstancias le han acompañado, la tesitura para Lebron James era otra, o tiraba él del carro o no había nada que hacer. Con el contratiempo de las lesiones, primero de Love y después de Irving, se puso el traje de superhéroe firmando una hoja de servicios como la de ningún otro jugador en la historia, triple doble de medía y al borde de los cuarenta puntos por partido, una salvajada. Si hubiese logrado la hazaña de ganar el título, sería una de las cinco mayores gestas de siempre, y no solo del baloncesto.

Pero al final, la lógica se impuso, el loable hype Dellavedova duró lo que duró, J.R. Smith no es un tipo de fiar, por más que con la última bocanada suya intente revivir al muerto, Mozgov tiene que mirar más al aro, y el resto simplemente, hizo lo que pudo. Quizás el que salga más reforzado es el que menos lo esperaba, un Tristan Thompson que se lleva la etiqueta puesta de gran reboteador, sobre todo en ataque, y eso tiene un precio; muchos millones de dólares en los siguientes ejercicios. En cuanto al equipo de la bahía de San Francisco, casi todo han sido buenas noticias. Bogut aceptó de buen grado el cambio de estrategia y su rol (Ezeli también le comió terreno), David Lee no esperaba ser tan importante, ahí anduvo listo su entrenador, Livinstong y Barbosa se han ganado, cada uno a su manera (ambos coinciden en el tesón), tener esta recompensa. Green y Barnes han asomado cuando se empezaba a poner entre paréntesis su capacidad para aguantar la presión, y capítulo aparte, para Andre Iguodala. Estos días se ha vuelto a citar a Scottie Pippen, el escudero predilecto de Michael Jordan; el que fuera jugador franquicia en Filadelfia y aquí actuando como complemento, se ha salido del mapa, con defensa, tiro de fuera (que no los tiros libres), actitud, y esos mates que insuflan energía, vitalidad. Ahora solo hace falta, que cuando esté en su casa este verano y vea el trofeo de MVP de las Finales, alguien le recuerde que no fue un sueño, que eso pasó.

En cuanto al resto de equipos de últimas rondas de play-offs, algunos apuntes para el futuro. En Memphis si apuntalan a Marc Gasol, lo deben acompañar de al menos un buen tirador. Sin triple no se va a ninguna parte. En Houston deben definir el modelo, hay talento pero mucho caos, no basta con jugar a rachas y un Harden soberbio. Los Clippers todavía se deben estar dando de cabezazos contra la pared, no vale confiarse. Y si San Antonio llega a pasar la primera ronda, que estuvo al filo de hacerlo, igual ahora cantábamos otro alirón. Cuidado con ellos el curso que viene. Por el Este, lo de Atlanta es de aplauso, lástima de la plaga al final de damnificados físicos. Washington está más cerca que en otra ocasiones de pensar en algo grande, y Chicago Bulls debe aprovechar tener en su plantilla a Rose y a Pau Gasol, determinación y coraje, consistencia y sangre fría cuando precisa. Ahora llegarán los rumores, los traspasos, el draft, un Europeo con sabor a Olimpiada, y celebrar el triunfo de un baloncesto alegre que nos divertido, el de Golden State Warriors. Por cierto, Santana mejor que Metallica tocando el himno americano. Como de aquí a Lima.

Jugador del mes: Magia, deseo, frescura… o en otras palabras, Stephen Curry. Esos triples esquinados, algunos muy lejanos, o con tres jugadores encima, solo los puede meter él. Su forma de botar el balón, el dribling, el manejo de las dos manos, y una vez más, ese chico que juega al baloncesto como profesional como lo hacía en el parque con sus amigos cuando era niño. Con las enseñanzas de su padre, y la voluntad de ser mejor que él. Una joya, un milagro.