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La Liga - Jornada 29

El Real se desmelena, el Barça saca la calculadora

 

Texto de Milo J. Krmpotic'

Fotos LFP / Vídeos de Canal +

 

Aunque hubieran transcurrido quince días, el Madrid seguía sintiéndose injusto perdedor del Clásico y su respuesta resultó feroz: 9-1 al Granada con cinco, cinco goles de CR7. Notablemente más inseguro, en cambio, el líder sufrió para imponerse ante un Celta que comenzó apretándole las tuercas y acabó perdiendo un tornillo en la persona de Orellana, firmante de un insólito lanzamiento de césped.  

 

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La Liga - Jornada 29

El Real se desmelena, el Barça saca la calculadora

 

Texto de Milo J. Krmpotic'

Fotos LFP / Vídeos de Canal +

 

Aunque hubieran transcurrido quince días, el Madrid seguía sintiéndose injusto perdedor del Clásico y su respuesta resultó feroz: 9-1 al Granada con cinco, cinco goles de CR7. Notablemente más inseguro, en cambio, el líder sufrió para imponerse ante un Celta que comenzó apretándole las tuercas y acabó perdiendo un tornillo en la persona de Orellana, firmante de un insólito lanzamiento de césped.  

 

RC Celta-FC Barcelona

EL RETRATO DE LUISEN GRAY

 

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RC Celta 0 – FC Barcelona 1

(Mathieu 74’)

Aprovechando las bondades de la luz viguesa, tan atlántica ella, Luis Enrique emprendió la pasada temporada un óleo futbolístico en tonos celestes que su fichaje por el Barça dejó a medias. Pero Eduardo Berizzo, su sustituto, no quiso desaprovecharlo y, tras subir a los altillos de Balaídos y quitarle el polvo depositado durante el verano, le añadió unas pinceladas de intensidad sudamericana y viene exponiendo los resultados con notable éxito crítico en la comodidad de la media tabla. Ha sido su Celta, cierto es, un equipo de rachas, circunstancia a la que cualquier espectador menos informado que el lector habitual de Blisstopic podría responder interpretando que el Barça se ha topado esta Liga con dos momentos climáticos de los gallegos. Nosotros, en cambio, sabemos que no ha sido así. Nosotros, en cambio, tenemos constancia de la maquiavélica táctica del técnico argentino, aprendiz para más señas del “Loco” Bielsa: enfrentar al bueno de Luis Enrique con su propio retrato, de modo que las reacciones se anticiparan siempre a las acciones, de modo que toda ofensiva acabara siendo una herida autoinfligida. Sucedió así en el Camp Nou (0-1) y la historia se hubiera repetido en el partido de vuelta de no ser por: a) los guantes de Bravo; b) un arbitraje no parcial pero sí ciertamente menos afín al contacto que, pongamos, el de un Mateu Lahoz; y c) el ingreso de Xavi en el minuto 13 de la reanudación, que vino a coincidir con el bajón físico de los de casa tras su excepcional primer tiempo.

 

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Naufragó Rafinha en su regreso a Vigo, pero la mejor prueba de la predominancia celtiña, al menos mientras Pablo Hernández tuvo fuelle, fue ver a Iniesta ejerciendo el destemplado arte del patadón a seguir, sucesión de dos o tres balonazos frente a los que ni Luis Suárez (inédito), ni Neymar (de nuevo desquiciado por la pelea constante consigo mismo, con su marcador y con un juez de línea que le negó dos mano a mano levantando el banderín erróneamente), ni Messi (desaparecido salvo por un disparo inicial que repelió Sergio y otro postrero y mucho más franco que se le fue inexplicablemente alto) pudieron hacer gran cosa. Tan acertada a la hora de arañar con la presión alta como en las fases de repliegue y oxigenación, la escuadra gallega flirteó con el gol siempre a través de Larrivey: un chut raso rechazado por Bravo, un tanto anulado por fuera de juego previo de Orellana y una llegada franca en la que remató pésimamente de primeras cuando hubiera tenido tiempo de controlar y fusilar. Además, solicitaron sus compañeros tres penales, pero acertó Vicandi Garrido al no señalar ninguno de ellos: aun contando con mayores razones que el que pidió Suárez por mini-manotazo, tanto Bravo como Piqué despejaron el balón antes de chocar con sus rivales y la reclamación de Nolito, ya en el descuento, se vio alimentada por la misma frustración que había provocado la expulsión de Orellana (insólito que respondiera a la pérdida de tiempo de Busquets en busca de la quinta amarilla de su ciclo lanzándole un pedazo de césped, y más insólito todavía que acertara). Como ante el Madrid, quince días atrás, una jugada a balón parado y la cabeza de Mathieu sacaron  a los azulgranas de un entuerto. Maltratado pero victorioso gracias a su libreta, Luis Enrique pudo mirar al “Toto” Berizzo y, cambiando el clásico de Oscar Wilde por la saga galáctica de George Lucas, responder a su afrenta con un definitivo: “¡Yo soy tu padre!”.

 

Lo mejor: Xavi, que reactivó a Busquets y repartió tanto juego como balones robó, por un lado. Por el otro, el sentido coral de un Celta con madera para ocupar mejores posiciones en la clasificación.

Lo peor: Tener que afirmar que, si se llamara Miguelín y hubiera nacido en Tenerife, por decir algo, Neymar llevaría ya tres partidos calentando banquillo.

 

Milo J. Krmpotic’

Milo J. Krmpotic’ debe su apellido a una herencia croata, lo más parecido en términos eslavos a una tortura china. Nacido en Barcelona en 1974, ha publicado contra todo pronóstico las novelas “Sorbed mi sexo” (Caballo de Troya, 2005), “Las tres balas de Boris Bardin” (Caballo de Troya, 2010), “Historia de una gárgola” (Seix Barral, 2012) y "El murmullo" (Pez de Plata, 2014), y es autor de otras tres obras juveniles. Fue redactor jefe de la revista Qué Leer entre 2008 y 2015, y ejerce ahora como subdirector del portal Librújula. Su firma ha aparecido también en medios como Diari Avui, Fotogramas, Go Mag, EnBarcelona, las secciones literarias del Anuari de Enciclopèdia Catalana

 

milo@blisstopic.com

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