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NBA - Semana #30

El pájaro

 

Toni Castarnado

Fotos: NBA

 

Durante toda la temporada hemos ido hablando del tobogán de parque acuático en el cual andan instalados los Indiana Pacers, era tema recurrente. Es el equipo del Estado con más tradición del país en baloncesto, con canastas en cualquier lugar que puedas imaginar, en parques, en medio del campo, en todas y cada una de las casas que dibujan su mapa territorial, incluso en oficinas, allá donde mires hay un aro y una red. Indiana es el sueño hecho realidad de James Naismith, el inventor de este deporte…

 

En un curso que se presentaba como el de la confirmación de esta plantilla, la apuesta apuntaba hacia un único punto. Empezaron como un tiro, pues el objetivo era uno y no más que uno: el anillo. Primero desbancar y quitarles la jerarquía en el Este a Miami Heat, acto seguido arrasar con quien se les pusiera delante en la otra conferencia. Todo iba sobre ruedas hasta que el All-Star, como termómetro a media temporada, les rompió los esquemas. Primero fue el cabreo de Lance Stephenson por no estar entre los veinticuatro elegidos el fin de semana en el que se lucen y se pasean con la cabeza bien alta los jugadores seleccionados. Luego, el aterrizaje de Andrew Bynum, que generó dudas y desestabilizó el vestuario: un gallo más en el corral y no uno cualquiera. Y, por último, un cambio de cromos en primera instancia positivo, pero a la larga, mirado con perspectiva, debatible: llegó Ewan Turner y se fue Danny Granger, quien, tras una larga lesión y ser durante años el jugador franquicia mientras se ponían los cimientos de esta construcción faraónica, emprendía viaje hacía Los Angeles Clippers. Quizás una baja más relevante de lo que se podía pensar, no por su juego exactamente, todavía exquisito, sino por el equilibrio, por el mando en el vestuario, por el respeto al prójimo. Y, desde la grada durante partidos y entrenamientos, y en su despacho maquinando operaciones y estrategias, Larry Bird y su catalejo. El Dios que todo lo ve, la mano que mece la cuna, el hombre que le quiere devolver al Estado que le vio crecer el título que se les fue de las manos ante su rival más conocido: Magic Johnson. La pareja que cambió el rumbo de la NBA cuando la competición iba a la deriva, triste y sin un futuro aparente, la llegada de esos dos genios puso una brillante nota de color, le pintó una sonrisa al desangelado baloncesto americano que hasta entonces le faltaba.

 

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Mil batallas entre ambos, enfrentamientos míticos en los ochenta, Boston Celtics y Los Angeles Lakers como respuesta canalizada al empujón mediático del béisbol y el fútbol americano, una rivalidad sana pero encarnizada. La revolución llegó a las canchas, a la televisión. Aún hay quien te dice: “A mí me gustaba la NBA cuando estaban Magic y Bird, ahora no me interesa”. En la época no eran amigos, aunque se respetaban, incluso diría que se necesitaban, la exigencia de uno le permitía crecer al otro, se retroalimentaban. Un anuncio de una marca de zapatillas que rodaron juntos, y la experiencia de los Juegos Olímpicos de Barcelona, les unieron para siempre. Del base de los Lakers se sabía de su enfermedad, del alero de Celtics se tenía constancia de que su espalda no le permitía jugar al nivel que nos tenía acostumbrados. Su tiro posiblemente sea el mejor de la historia y su manera de entender el juego, con el compañerismo por encima de todo, eludía el protagonismo, buscaba ante todo que el equipo funcionara al margen de individualismos. Eso que él inculca ahora desde su puesto, una máquina en el que cada pieza tenga su función. En el primer partido de la serie contra los Heat eso se llevó a rajatabla y vencieron sobradamente. En el segundo, de nuevo un equipo espeso, sin fluidez en ataque, con despistes donde más destaca, en defensa. En la senda habitual, y marcados por la irregularidad. Todo lo contrario de San Antonio Spurs. Ya no hay palabras para describir su juego, el diccionario no tiene suficientes adjetivos halagadores. Es un pasen y vean. En Oklahoma están abatidos, Serge Ibaka les ha dejado huérfanos. Ahora se valora más que nunca su importancia, es el pegamento que todo lo une.   

 

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El jugador de la semana: Si Larry Bird está considerado como el mejor tirador de la historia de la NBA, Ray Allen es el que atesora todos los récords habidos y por haber. Y aún hoy, con muchos tiros pegados (valga la redundancia), decide partidos él solo. En el tercer encuentro batiéndose el cobre con Indiana Pacers, y llegado el último cuarto, el mítico cañonero llevaba únicamente tres puntos. En ese periodo final, cuatro triples, una nueva exhibición. Y no será la última.

 

El partido de la semana: Miami Heat vs. Indiana Pacers (James vs. George). Día 26 de mayo a las 2 de la madrugada.

 

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Toni Castarnado

Toni Castarnado es un crítico musical que escribe también de manera puntual sobre cine y, ahora, deporte en Blisstopic. Es autor de los libros “Mujer y música: 144 discos que avalan esta relación” y de su segundo volumen, “Mujeres y música: 144 discos más que avalan esta relación”.Colomense de pro y residente en el Maresme, es colaborador casi desde sus inicios en Mondo Sonoro, y en cabeceras como Ruta 66 o Rock Zone. Escribe artículos para el blog La Ruta Norteamericana de El País, y ha hecho radio en varios medios, dirigiendo el espacio “Canvi de Ritme” en COM Radio, en el cual combinaba música y deporte. Por su grabadora han pasado un gran número de artistas; entre ellos, Arcade Fire, Antony & The Johnsons, Patti Smith, Marianne Faithfull, Mötley Crüe, Rammstein, Muse, The Black Keys, Tori Amos, Frank Black, Kings Of Leon o Mavis Staples.