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In-Edit Made in Barcelona

El libro

 

Desde este 27 de octubre hasta el 6 de noviembre se celebra en Barcelona la catorceava edición del Beefeater In-Edit, el festival de cine documental más prestigioso del mundo. Este año, aparte de las actividades clásicas del festival, en la que se celebrará el 40 aniversario del punk, el In-Edit ha editado junto a la Editorial Comanegra, y coordinado por nuestro colaborador Toni Castarnado, el libro “In-Edit Made In Barcelona: una historia sobre el documental musical” que recoge historia, fotografías, entrevistas y una aluvión de firmas analizando más de cincuenta títulos del documental musical entre las que destacamos a colaboradores de Blisstopic como Milo J Krmpotic’, Anabel Vélez, Albert Fernández, Manu González, Half Nelson, Lluís S. Ceprián o Alicia Rodríguez (pero hay muchos más). Un trabajo titánico del que os ofrecemos la introducción realizada por Toni Castarnado, donde se repasa la historia de este sensacional libro y parte del festival.

 

9 de julio de 1999. En España coinciden en la car­telera de cine el último título de Pedro Almodóvar, “Todo sobre mi madre”, “Celebrity” de Woody Allen, hábil radiografía sobre el mundo del glamur y las estrellas, “Pecker” de John Waters y “Orgazmo”, una película con la que Trey Parker contraataca, tras las aventuras de “South Park”. Sin embargo y a pesar de la feroz compe­tencia, la película más sonada es “Happiness” de Todd Solondz, una cinta de culto, cine independiente de cali­dad. También hay espacio para los vampiros de John Carpenter, una exposición ficticia de la música cubana con “Cuarteto de La Habana” o la locura en ácido de “Miedo y asco en Las Vegas” de Terry Gilliam, inspirada en la obra del escritor Hunter S. Thompson.

 

Entre tantas obras para el recuerdo, también hubo espacio para una película especial: “Year of the Horse” de Jim Jarmusch. La cinta era fruto de la rela­ción nacida dos años antes, en un wéstern atípico titu­lado “Dead Man”, entre su director y el autor de la banda sonora, el músico canadiense Neil Young. Al director siempre le había gustado trabajar a pequeña escala con músicos. De hecho, Tom Waits, Iggy Pop y Joe Strummer habían aparecido en algunas de sus cintas, convertidos en improvisados actores desprovistos del traje de músico. En su filmografía son inolvidables los paseos de Waits con Roberto Benigni por los pantanos de Louisiana, los viajes nocturnos en taxi de perso­najes estrafalarios por diferentes ciudades, de Nueva York a Tokio y ese duelo de miradas y anécdotas del propio Tom con Iggy en “Coffee and Cigarettes”, una serie de pequeñas escenas en blanco y negro, encuentros for­tuitos con encanto y situaciones que nos hacen pensar que esas estrellas que vemos en la pantalla también son de carne y hueso.

 

 

Pero volvamos a “Year of the Horse”. En esa época no era habitual ir al cine a ver un documental musical. No obstante, el estreno de “Year of the Horse” se con­virtió en una suerte de cita exclusiva para eruditos en música. Llegó en tiempos en los que el IVA todavía no estaba por las nubes y la gente tenía la sana costumbre de ir a menudo a ver películas en pantalla grande. En Barcelona se ocupan de su proyección los emblemá­ticos Cines Verdi, cuna del cine de autor, con varias salas ubicadas en el singular barrio de Gràcia.

 

El director de “Night on Earth”, “Stranger than Para­dise” y “Down by Law” hizo con ella su primera incursión en un género que aún no había tocado en profundidad, aunque era público y notorio que para él la música era tan importante como el propio cine. En “Year of the Horse”, el personal director averigua cómo se desenvuel­ven Neil Young y sus Crazy Horse sobre un escenario, al tiempo que nos muestra cómo conviven entre ellos. Por esa razón, por contar una historia humana, “Year of the Horse” se considera un documental y no un concierto grabado, como había ya tantos por aquellos días.

 

Con una cámara Super 8 y una de 16 mm como herramientas de trabajo, Jarmusch sacó el máximo provecho de sus recursos a la hora de recoger imágenes de la gira del año 1996. Mientras, también recupera otros fragmentos de actuaciones de 1976. Sin adornos, en color sepia, echando mano con acierto del plano secuencia, Jim Jarmusch capta y analiza; es la bús­queda de una realidad tangencial. De la mano de un director de cine muy consagrado –Scorsese, Wenders y Tarantino también habían demostrado, cada uno a su manera, su amor por el rock y el blues dentro del universo del celuloide–, el documental se estrena en muchas partes del mundo como una película al uso.

 

Curiosamente, a escasas calles de los Cines Verdi y apenas un lustro más tarde se celebra la primera edi­ción de Beefeater In-Edit. El día que vimos en panta­lla grande a Neil Young y a sus caballos desbocados, imaginamos cómo sería ver a muchos de nuestros héroes musicales en ese formato, en el contexto y el espacio adecuados. Podía parecer un sueño, pero no lo era. Tras el visionado del filme, la cosa quedó ahí; había sido una experiencia única y excitante. En TV3, “Sputnik”, que programaba algunos documentales para televisión –el equipo artístico del festival a partir de la segunda edición será el mismo que busca material para el canal catalán–, es una primera semilla. El cambio que se avecinaba era el que muchos deseábamos. Que­ríamos ver documentales en pantalla grande y rodea­dos de gente afín: sería mucho mejor que disfrutarlos en un formato más pequeño y casero.

 

 

“Year of the Horse” no era el primer documental musical de la historia –había incluso muchos otros más destacables que la cinta de Jarmusch, pedazos de his­toria segmentados en filmes musicales que han pasado de unas generaciones a otras–, pero muchos descu­bríamos aquella grandeza por primera vez. Porque ahí había decenas, centenares, de cintas: desde “The Last Waltz”, con el concierto de despedida de The Band con esa terna de invitados ilustres, hasta “Gimme Shelter” de The Rolling Stones, pasando por ese influyente “Don’t Look Back”, por obra y gracia de uno de los pioneros del género, D. A. Pennebaker.

 

Pero los años pasan y, por suerte, las cosas tam­bién. Incluso, en algunos casos, hasta mejoran. Y eso es lo que ocurre ahora mismo con el documental musi­cal. Durante aquellos primeros años de pioneros no se filmaba demasiado y los directores no tenían tantas oportunidades para hacerlo en condiciones. En el momento actual son infinidad las referencias dedi­cadas tanto a artistas clásicos como a músicos más anónimos, tanto a creadores de larga y personal tra­yectoria como a músicos jóvenes con alguna historia a sus espaldas que merece ser contada. De ese modo, ya no podemos resistir la tentación de descubrir historias que nos son comunes, que esconden grandes secretos de la conducta humana, de la creatividad; historias cuyos guiones ya están escritos por la misma vida y por su discurrir y a las que solamente hay que darles la mejor forma y la más adecuada estructura narrativa. Y gracias a los documentales que nos las cuentan, apren­demos sobre todo ello.

 

 

 

Seguramente, y como ejemplo más evidente, cintas como “Searching for Sugar Man” no solo nos han ayudado a recuperar a un músico de culto que nos ha brindado canciones emocionantes, sino también a entendernos a nosotros mismos un poco mejor. Por eso debemos agradecerle a un festival como In-Edit que comparta con nosotros esas experiencias, esas gran­des películas. Debemos agradecérselo a aquellos dos amigos, Alberto Pascual y Uri Altell, que hicieron su sueño realidad y convirtieron una idea loca en algo que ya forma parte de nuestras vidas. Todo empezó casi por casualidad y maduró gracias a dos personas especiales, inquietas y con ganas de crear algo inédito en Barcelona, una ciudad preparada –sin duda– para emociones fuertes como la que acababa de nacer. Fue un pacto entre caballeros, sellado por una simbólica firma en una simple servilleta de un bar del Eixample, una simple servilleta que los uniría de por vida. Y ya que estamos hablando de bares, hablemos de otro: el que vivió la gestación de este libro que los lectores tienen entre manos en este preciso instante.

 

Hacía apenas unos meses que Altell y un servi­dor nos conocimos en la boda de unos amigos, pero volvimos a coincidir en el Psycho Bar de Poble Sec. Allí hablamos sobre su amistad con los miembros de Sidonie. Yo estaba enfrascado en la preparación de “Un día más en la vida”, un libro de fotografías firmadas por Carles Rodríguez sobre el trío barcelonés y en el que colaboré muy activamente. Continuamos hablando de In-Edit y de mis libros sobre el vínculo entre mujer y música y acabamos conversando sobre In-Edit. “Get What You Want”, el documental sobre el festival que realizaron Josep María Salat y Roger Estrada. Se nos ocurrió que aquello podría complementarse con un libro y así empezó todo. No hizo falta nada más que un apretón de manos y un abrazo para dar por iniciada una nueva aventura. El libro ya estaba en marcha y Salat iba a unirse a la fiesta. Y aquí tenemos, tras varios meses de duro trabajo, el resultado de todo lo que nos ha tenido ocupados tras la anterior edición del festival. Aquí está todo reunido en un único volumen: historia, opinión e imagen de In-Edit y del documental musical.

 

In-Edit Made in Barcelona: una historia sobre el documental musical"

Toni Castarnado y Varios Autores

Comanegra

309 Págs.

 

 

Redacción

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