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César Aira

Guionista de lo no hecho

 

Laureano Debat

Foto Mathieu Bourgois

 

El argentino se sirve del arte contemporáneo para trazar las bases de su lugar como escritor. Una conferencia de 2010 que se publica ahora y que funciona como el manifiesto de un artista que se hace pasar por novelista.

 

Hay un sketch dentro del programa de televisión “La Hora Chanante” en el que se meten con el arte contemporáneo. En la sección del Gañán, donde el actor Ernesto Sevilla interpreta a un pueblerino castizo cuyo perfil oscila entre lo grotesco y lo entrañable, un día deciden hablar de “El arte: ese mundo de sinvergüenzas”.

 

Como se trata de un programa de humor, los códigos son más o menos previsibles. Entonces, el gag funciona dentro de los parámetros de lo que César Aira denomina el “Enemigo del Arte Contemporáneo”: el Gañán fustigando a los nuevos artistas porque, según su modo de ver, son unos farsantes y esas obras las puede hacer un niño pequeño.

 

Más allá de la atmósfera absurda que abarca a todo el programa (el Gañán, ese ser tosco y bruto, enseñándonos cosas sobre arte antiguo, el gótico y el impresionismo), hay una parte del sketch en la que uno de los artistas, interpretado por Joaquín Reyes, dice lo siguiente: “Mis esculturas son tan personales que no tengo la obligación moral de explicarlas”.

 

Uno de los argumentos contra el arte contemporáneo de este Enemigo que reconoce Aira, es que esta obra de arte “no habla por sí misma” y “no se sostiene sin el discurso que la envuelve y justifica”. Lo que molesta al Gañán en este caso concreto no es sólo la obra sino que el artista “ni siquiera la explica”.

 

En este doble enfado, se reconoce la entidad discursiva como parte de la obra. Y no se trata de ninguna casualidad ni de algo suelto en el guión ni de una improvisación del actor: los cinco integrantes de “La Hora Chanante” se conocieron y se conformaron como grupo estudiando Bellas Artes. Conocen muy bien las reglas y saben perfectamente cómo funcionan ciertos mecanismos.

 

 

Se podrá interpretar, con mayor o menor razón, que el sketch encierra una reivindicación del arte canónico contra los nuevos artistas. Pero será una interpretación y no el hecho fáctico del tema. Sea como fuera, el enojo del Gañán con ese artista que no explica su obra lo que hace, en realidad, es denunciar una carencia, reconocer que lo contemporáneo se funda en la obra + el discurso sobre la obra y afirmar una idea que resulta troncal en “Sobre el arte contemporáneo” (Literatura Random House, 2016), una conferencia publicada recientemente pero presentada por César Aira el 20 de octubre de 2010 en Madrid para la inauguración del coloquio Artescrituras.

 

Su punto de partida lo expone en la primera frase del libro y “es el del escritor que busca inspiración, estímulos, procedimientos y temas en la pintura”. Pero no es sólo eso: el arte contemporáneo le sirve para ratificar no tanto su estética sino más bien su ética y su lugar como escritor.

 

Podría decirse, luego de leer toda la conferencia, que Aira es un artista que escribe artefactos extraños que la industria editorial debe clasificar como novelas para generar una circulación lógica dentro del mercado. No les queda más remedio que venderlo como escritor. Por eso Aira se sirve de este texto para afirmar que lo que él hace es arte contemporáneo disfrazado de literatura.

 

“La mediación de las imágenes impone una distancia, y la distancia crea un espacio, en el que las palabras pueden resonar y multiplicar su expresión más allá de lo utilitario”. Ése es el lugar desde el que trabaja Aira, sobre todo a partir de los gestos de Duchamp que fundan la idea de lo contemporáneo en el arte, lejos de la explicación academicista y la “cháchara del sabelotodo” y “en la longitud de onda de los juegos de la inteligencia y la invención”.

 

Es por esto que se ubica en las antípodas del desdén que muchos tienen con respecto a la parte discursiva de la obra de arte. Lo “no hecho” como lo llama él, todo ese ensamblaje de historia, texto, referencias y citas al pie que justifican y completan el soporte en sí mismo (“lo hecho”) es lo que funda y da sentido a su propia literatura.

 

 

Dice Aira que “la reproducción se vuelve obra, y la obra reproducción, cuando ambas comprenden que lo que importa es la historia, el guion de la fábula, que mueve a ambos”. Ese “guion de la fábula” es lo que leemos en cada novela del escritor argentino. Y su lugar podría estar fundado dentro de lo que él mismo propone como un concepto ampliado del aura “que incluyera el relato del que surge la obra”.

 

Todo lo que no es obra, nos dice Aira, en realidad es obra. Y muchas veces, trata de imponerse a la obra, pero ésta como tal (“lo hecho”) tiene componentes secretos que buscan ser descubiertos por sí solos, sin el texto o el guion que los acompaña. En esta lucha dialéctica, con un nudo casi trágico, tiene sentido, para Aira, el arte contemporáneo.

 

La publicación de esta conferencia no sólo nos obliga a releer a César Aira y volver a mirarlo desde este punto de vista (o desde esta posición) en la que se ubica. Sino que también sirve para desacralizar a la obra de arte erudita (porque el arte contemporáneo, aunque parezca una paradoja, también tiene sus sacros).

 

También ayuda a desmitificar ciertas convenciones o tópicos alrededor del arte (sea o no sea éste contemporáneo). Por ejemplo, esa idea de una supuesta “pureza” o “naturalidad” al ver una obra “con nuestros propios ojos” sin ninguna explicación o esa otra de creer que el discurso sobre la obra de arte intenta unificar su decodificación en un determinado y único camino.



La propia obra de César Aira, entendida como arte contemporáneo, defenestra ambas creencias. La primera, en realidad, se cae por sí sola al momento de creer que nuestros propios ojos están libres de prejuicios y de información previa. Y con respecto a la segunda, es imposible creer que “Cómo me hice monja” o “Fragmento de un diario de los Alpes” o cualquiera de los textos incluidos en “Relatos reunidos” podrían llegar interpretarse de una sola y única manera.

 

El Gañán, como remate del sketch, toma un bate de béisbol, golpea a los tres artistas contemporáneos y destruye sus obras. César Aira tomaría el bate también, pero no lo utilizaría para golpear a nadie sino sólo para amenazar a ese que se niega explicar lo que ha hecho, a dotar de discurso su obra, a ser contemporáneo.

 

Laureano Debat

Periodista, escritor y blogger. Nacido en Argentina y radicado en Barcelona desde hace 6 años. Colabora con suplementos culturales, revistas y periódicos argentinos y españoles. Escribe crónica literaria en su blog personal www.barcelonainconclusa.com. Además de escribir sobre libros, exposiciones de arte, música y teatro, ha trabajado en periodismo científico, político, deportivo, de arquitectura, de tendencias, de derechos humanos y de todo lo que sea posible escribir en los límites de la hoja de una libreta de papel y en la virtualidad de un folio de Word. 

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