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Homeland 03x05

Temporada 3, capítulo 5: "The Yoga Play"

5,8

 

Milo J Krmpotic'

 

Recapitulemos: Encerrado en un edificio-gueto de Caracas, abonado a los chutes de heroína para ir pasando el rato, Brody pinta menos esta temporada que Saul Berenson haciendo cola en una barbería. Mientras tanto, de la mano de este último, Carrie ha pasado de agente desgraciada en público y drogada en la intimidad de una clínica psiquiátrica a pieza clave en la búsqueda y captura del cerebro del atentado de Langley. Y es que todo (las filtraciones, su abandono del tratamiento, su intento de saldar cuentas acudiendo a la prensa, su reclusión y medicación forzada) formaba parte de un plan maestro destinado a exhibirla como anzuelo frente al servicio secreto del país de los ayatolás. Y este, a través de un bufete de abogados norteamericano, ha comenzado a picar. [Repasando la cronología del argumento, por cierto, mucho nos tememos que Saul diseñó esta estrategia antes de conocer, gracias a su analista bancaria, la conexión iraní del ataque, lo cual dice mucho sobre su carácter preclaro y bastante poco sobre la labor de los guionistas a la hora de atar debidamente los nudos de esta tercera temporada.]         

 

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La hoja de servicios (con sus SPOILERS): Porque el público norteamericano tiene memoria de pez y una semana da para olvidar muchas cosas, la segunda secuencia de este 3x05, dirigida e interpretada con funcionarial coherencia, se sirve de un diálogo entre Saul y Quinn para remarcar el plan del primero que venimos de recuperar en el párrafo anterior: “Fuck me!”, exclama el segundo al conocerlo (y el 90% del público femenino levanta la mano ofreciéndose voluntario a tal efecto). Toda vez sentada la nueva orientación de la trama, no obstante, comenzamos a entrar en materia. Y nada mejor para hacerlo que zambullirnos en los muy sucios y aún más pegajosos tejemanejes políticos de Washington. Tal y como creía estar cazando patos en vez de gansos, Saul descubre que no es él (y sí el senador Lockhart, responsable de la comisión del Congreso que intentó acogotar a la CIA) quien será propuesto por el presidente para el cargo de director de la Agencia. Ello se traduce en un ácido brindis post-cacería que saca lo mejor de un personaje en el peor de sus días: descompuesto y sin cargo a dos semanas vista, ve cómo la carrieada de turno pone en peligro la operación iraní, regresa a casa para encontrarse a Mira cenando en masculina compañía y, antes de que acabe la noche, es desobedecido también por Quinn (mucho mejor asesino que vigilante, la verdad).

 

A todo ello, Majid Javadi ha entrado en Estados Unidos por la frontera canadiense, se ha deleitado con una hamburguesa observando a un crío que tendrá sus quince minutos de gloria catódica de aquí a un par de episodios y se ha hecho encontrar una mansión a la altura de sus peludas intenciones. Jessica Brody, por su parte, ha acudido a Carrie para que la ayude a dar con Dana (léanse las consecuencias en el apartado de “la mención deshonrosa”, dos párrafos más abajo), quien sigue viviendo su “fuckfest” particular con Leo en espera de que las hormonas adolescentes la lleven a sentirse terriblemente traicionada y a lanzarse en brazos de un policía de carretera para escapar de este. Y, por más que la cosa siga cobrando forma, la lentitud con que lo hace y los muchos peros que se le pueden poner nos obligan a mantener el estado de alerta. A un episodio de alcanzar su ecuador, “Homeland 3” es un pez herido, capaz aún de propinar coletazos decentes, pero que se nos antoja más cerca de la agonía ante la playa que de surcar gloriosamente aguas profundas.                                      

 

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La medalla al valor: Inevitablemente, de nuevo, su final. Porque, si en las postrimerías de 3x04 Carrie encontraba refugio en los brazos de Saul (lo mismo que nosotros un sentido a esta temporada en su diálogo), este 3x05 se ha despedido en unas coordenadas completamente opuestas, con la agente asaltada en su propia casa, obligada por sus captores a desnudarse, encapuchada y conducida de madrugada a un sótano donde la espera Majid Javadi. “El Mago”, haciendo justicia a su mote, la ha hecho desaparecer de delante de las narices de Quinn y se ha sacado de la chistera algo tan imprescindible en un thriller de espionaje (y tan escaso en los capítulos anteriores) como es la sensación de peligro.         

 

La mención deshonrosa: No comparto la manía de tantos seguidores de la serie hacia Dana Brody. Jugó un papel fundamental en la primera temporada y ejerció durante la segunda de ancla emocional de su progenitor, humanizándolo frente a todas las relaciones en las que fingía (su esposa, el vicepresidente…) o intuíamos que podía fingir (Carrie, Abu Nazir…). Además, ya he comentado en estos análisis que, frente a una Jessica Brody vaciada de contenido (por no hablar de su hermano Chris, quien jamás lo tuvo), la chica ha adquirido un jugosísimo perfil psicológico, al tratarse de quien más ha sufrido las supuestas acciones criminales de su padre. Pero, en una temporada tan irregular, Dana no está escapando al maltrato de los guionistas. Si su nueva relación amorosa ya fue sobreexplotada en el episodio precedente, en este la encontramos como excusa para una de esas salidas de tono de Carrie que tanto nos ponen de los nervios: el numerito del yoga. ¿De verdad alguien con dos dedos de frente haría peligrar una operación de por sí tan frágil, la captura de un terrorista internacional capaz de matar a centenares de personas de una tacada, sólo para dar con una adolescente a la fuga? ¿Y era necesario que Virgil y Max sufrieran otra vez la arbitraria histeria de la agente? Auténticos santos, los “fontaneros” de la CIA...

 

Milo J. Krmpotic’

Milo J. Krmpotic’ debe su apellido a una herencia croata, lo más parecido en términos eslavos a una tortura china. Nacido en Barcelona en 1974, ha publicado contra todo pronóstico las novelas “Sorbed mi sexo” (Caballo de Troya, 2005), “Las tres balas de Boris Bardin” (Caballo de Troya, 2010), “Historia de una gárgola” (Seix Barral, 2012) y "El murmullo" (Pez de Plata, 2014), y es autor de otras tres obras juveniles. Fue redactor jefe de la revista Qué Leer entre 2008 y 2015, y ejerce ahora como subdirector del portal Librújula. Su firma ha aparecido también en medios como Diari Avui, Fotogramas, Go Mag, EnBarcelona, las secciones literarias del Anuari de Enciclopèdia Catalana

 

milo@blisstopic.com

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