El Ministerio del Tiempo 01X01
“El tiempo es el que es”
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Para empezar: que la televisión pública apueste por una serie de ciencia ficción de producción nacional es una noticia que debemos celebrar antes del estreno. Para acabar: el capítulo piloto de “El Ministerio del Tiempo” dejó buen sabor de boca y generó expectativas sobre la evolución de la serie. Entre la buena noticia y lo que vendrá, de momento nos llevamos más de una hora de entretenimiento sin anuncios.
El arranque de la serie es un poco forzado y con un ritmo irregular. Son dos defectos generalizados en las producciones que parten de presentar un escenario realista en el que se abre una grieta de fantasía, como “El Ministerio del Tiempo”, pero que, por suerte, no se extiende más allá de los primeros minutos del piloto. En este caso, encontramos a Julián Martínez (Rodolfo Sancho), un trabajador del SAMUR sumido en una profunda depresión tras la muerte de su mujer, que sucumbe a un impulso autodestructivo y se adentra en un edificio en llamas sin traje ignífugo, pero con la voluntad de salvar al último de sus ocupantes. En el interior, se encontrará con el cadáver de un soldado napoleónico justo antes de caer inconsciente. Así se ceba el capítulo y se engrasan las bisagras de la realidad.
La puerta de lo fantástico se muestra cuando Irene Larra (Cayetana Guillén Cuervo), acompañada por un agente de S.H.I.E.L.D. a la ibérica, acude a reclutarlo. Viene a ser el clásico “no está usted loco, nosotros sabemos lo que vio y es cierto. Acompáñenos y obtendrá respuestas”. Y así se abren ante el espectador las puertas del secreto mejor guardado del gobierno de España: el Ministerio del Tiempo. Allí le presentarán a la inteligente Amelia Folch (Aura Garrido) –la primera mujer universitaria de España– y el “alatristeño” soldado de los tercios Alonso de Entrerríos (Nacho Fresneda), con quienes tendrá que formar equipo y, en este capítulo, viajar a 1808 para resolver el entuerto que hay detrás del cadáver napoleónico aparecido en 2015. Como vemos, se trata de velar porque no se altere el cauce de la historia.
La serie arrastra menos lastres congénitos de la ficción patria –queridos guionistas: no más chistes malos sobre la idiosincrasia española en la boca del Ministro (Jaime Blanch), por favor– que la mayoría de sus competidoras y, además, convierte su hispanidad en virtud en su planteamiento y contextualización. Por ejemplo, en lugar de una tecnología futurista, los viajes en el tiempo se realizan gracias a unas puertas descubiertas por un cabalista judío en tiempos de los Reyes Católicos. La Inquisición lo quemó por brujería, sin embargo, la Corona se apropió su descubrimiento y los personajes se encuentran hoy al servicio de un Ministerio singular, pero en el que se han querido imprimir guiños al contexto actual de los trabajadores públicos (reducciones salariales, condiciones de trabajo que no son las mejores…).
La propuesta se solidifica con el paso de los minutos y se disfruta. Es de esperar que el Ministerio cobre forma y matices con el paso de los capítulos, pero el planteamiento ha sobrevivido al capítulo piloto de manera solvente. Ayuda una estética atractiva y muy cuidada, un diseño atmosférico que es uno de los puntos fuertes de la serie. La escenografía, el vestuario, la caracterización…, son excelentes.
Ambos elementos contribuyen a hacer creíble la premisa, junto con el reparto, en el que destaca la verosimilitud del personaje de Aura Garrido, uno de los más interesantes del elenco. Nacho Fresneda mezcla bien el honor del guerrero –algo discutible en un soldado de los tercios de Flandes, pero ya nos entendemos– con la parte cómica del anacronismo y Rodolfo Sancho es creíble en su papel de hombre depresivo que ve una posibilidad de volver a estar con su esposa fallecida. Más allá de las misiones a las que deban hacer frente, de su Julián Martínez resultará muy interesante ver cómo se relaciona con su esposa, viva en el pasado, a la que ya ha acudido a visitar dos veces sin que ella lo sepa.
El único personaje que desentona en el piloto es Irene Larra, una alta funcionaria del Ministerio del Tiempo, que acude a reclutar a los protagonistas y a la que Cayetana Guillén Cuervo le concede el extraño rasgo de aparentar estar poseída por una extraña tensión en cada escena en que aparece.
En resumen: buen planteamiento, trama interesante, estética excelente y unos actores que, en mayor o menor medida, hacen creíbles a sus personajes. La buena noticia tiene pinta de confirmarse y tomar forma de una serie muy disfrutable. El próximo martes regresará “El Ministerio del Tiempo” y estaremos esperándolo, animados por los muchos aspectos positivos de su piloto. Según hemos podido ver en los avances, Himmler y Lope de Vega, la Segunda Guerra Mundial y el Barroco es parte de lo que está por llegar.

David Aliaga
David Aliaga es escritor y periodista especializado en literatura contemporánea. Ha publicado la novela breve Hielo (Paralelo Sur, 2014) y el libro de relatos "Inercia gris" (Base, 2013), algunos de cuyos cuentos han sido incluidos en las antologías "Cuentos engranados" (TransBooks, 2013) y "Madrid, Nebraska" (Bartleby, 2014). En su faceta académica destaca el ensayo "Los fantasmas de Dickens" (Base, 2012), un estudio sobre lo sobrenatural en la obra del inglés. Ha traducido al catalán a Dickens y Wilde. Es colaborador habitual de Quimera, Qué leer y Blisstopic.