Homeland 03X01
Temporada 3, capítulo 1: Tin Man is Down
6,0
Recapitulemos: Tras ayudar a la CIA a acabar con su exsecuestrador y exempleador y exmentor Abu Nazir, tras librarse por los pelos de que la misma CIA se lo retribuyera con un balazo entre ceja y ceja, Brody decide dejar a su familia y arrojarse en brazos de Carrie. Tan felices se las prometen ambos que no tienen reparo alguno en abandonar el servicio funerario en memoria del vicepresidente Walden (a cuyo asesinato Brody contribuyó decisivamente) para intercambiar arrumacos en el despacho de la agente… lo cual les permite sobrevivir a la explosión del coche del propio Brody, que arrasa Langley y provoca la muerte de 219 personas, incluida la plana mayor de la agencia. Tras dudar de él durante medio minuto, Carrie aprovecha la confusión reinante para conseguirle documentación falsa, ayudarle a escapar a través de la frontera con Canadá y regresar al escenario del crimen, donde Saul ha heredado de golpe y bombazo el cargo de director de la central de inteligencia de las barras y estrellas.
La hoja de servicios (con sus SPOILERS): Aunque no llega a aparecer en ningún momento, Brody proyecta su sospechosa sombra a lo largo y ancho de este primer capítulo de la tercera temporada de Homeland. Han pasado casi dos meses desde la destrucción de Langley y todo el país (salvo Carrie) está convencido de su culpabilidad en el asunto gracias a la conveniente emisión del vídeo en el que confesaba el atentado que no había llegado a cometer al final de la primera temporada. Mientras una comisión del Congreso le busca las cosquillas a la CIA, Saul duda a la hora de dar el visto bueno a una operación de castigo que debería acabar con la vida de seis sujetos implicados en el ataque, si bien esa nómina no incluye al iraní que lo ideó ni, claro está, al congresista que aparentemente lo ejecutó. A la vez, Dana Brody abandona (con un nuevo noviete) el centro psiquiátrico donde ha estado recluida a raíz de su intento de suicidio. Y Carrie… bueno, Carrie continúa siendo el punto débil, tanto de la Agencia como del sentido interno de la serie: ha dejado el litio en beneficio de una medicación naturista y alternativa, ha recuperado su afición por los polvos de una noche (ahora, preferentemente con pelirrojos) y se dispone a ver cómo, tras una serie de interesadas filtraciones a los medios, Saul decide jugarse un gambito con ella como peón a todas luces condenado.
Y he ahí, precisamente, el meollo del episodio. En su faceta de analista, Saul era el referente moral de la historia. Pero, como director de la CIA, con el sibilino Dar Adal como mano derecha (gran fichaje, el de F. Murray Abraham), tendrá que pasarse al Lado Oscuro: ordenar ejecuciones extrajudiciales simultáneas en seis países extranjeros, sacrificar a su protegida ante los leones del Congreso (cuán perturbadoramente parecido, por cierto, el líder de la comisión a Dick Cheney, no vayamos a confundirnos por un solo instante creyéndolo un hombre justo)... Y habrá que ver a quién y de qué modo salpican sus más turbias decisiones. Una, cabe admitirlo, tiene toda la lógica del mundo: su defensa a ultranza de Carrie ha rozado el absurdo en numerosas ocasiones (tal y como reflejó brillantemente un sketch de la pasada temporada de "Saturday Night Live", con Anne Hathaway como Claire Danes y Bill Hader en la barbuda piel de Mandy Patinkin) y su pataleta en el restaurante, aunque un tanto forzada, justifica la ruptura tal y como apuntala el carácter voluble de la agente. Y otra (aquella a la que hace referencia el título del capítulo) tiene todos los visos para volvérsele en contra, pues, en su afán por no provocar víctimas colaterales, Quinn ha asesinado accidentalmente al hijo pequeño de un banquero venezolano. Si esa escena, por cierto, funcionó francamente bien en términos de suspense, el hilo familiar de los Brody no merecía, tras el selfie en top less de Dana, una solución tan evidente como la conversación que la adolescente espía entre su madre y su abuela.
La medalla al valor: Los objetivos de la operación de represalia por el atentado son bautizados en clave según personajes de "El Mago de Oz" (y, aunque esto lo leemos en Wikipedia, pues no fuimos conscientes de ello durante la emisión del capítulo, ese guión que esconde un par de citas en homenaje a John le Carré).
La mención deshonrosa: Lo poco que tardan en hacer acto de presencia los gorgoritos de Claire Danes (y eso que en este capítulo está contenida e incluso añade registros a su interpretación, dos Emmys más tarde).

Milo J. Krmpotic’
Milo J. Krmpotic’ debe su apellido a una herencia croata, lo más parecido en términos eslavos a una tortura china. Nacido en Barcelona en 1974, ha publicado contra todo pronóstico las novelas “Sorbed mi sexo” (Caballo de Troya, 2005), “Las tres balas de Boris Bardin” (Caballo de Troya, 2010), “Historia de una gárgola” (Seix Barral, 2012) y "El murmullo" (Pez de Plata, 2014), y es autor de otras tres obras juveniles. Fue redactor jefe de la revista Qué Leer entre 2008 y 2015, y ejerce ahora como subdirector del portal Librújula. Su firma ha aparecido también en medios como Diari Avui, Fotogramas, Go Mag, EnBarcelona, las secciones literarias del Anuari de Enciclopèdia Catalana…