American Horror Story 04x12
“Show Toppers”
6,9
Pocos momentos de paz se viven en el circo de Elsa Mars. Ni siquiera la cena de despedida de la alemana se salva de acabar en lío. Maggie Esmeralda, la otrora cómplice que se ha acabado pasando al bando de los buenos, lo ha largado todo sobre Stanley y, en un homenaje al "Freaks" de Tod Browning que al fin se hace explícito, es perseguido por extrañas criaturas armadas con cuchillos y sufre el peor de los finales (acabar convertido en el Meep que él mismo condenó a la muerte).
Pero antes de eso, el falso agente de Hollywood tiene tiempo de morir matando e inculpar a Elsa por la muerte de Ethel, cosa por otra parte cierta. Es entonces cuando el núcleo duro del circo se alía contra ella y tratan de darle caza cuando en realidad ha logrado escapar en connivencia con un Dandy Mott que, a cambio de 10.000 dólares en efectivo, se ha convertido en el nuevo propietario del circo.
Por su parte, el mago Chester Creb sigue desquiciado y desquiciante y, en un par de arrebatos alucinados, acaba partiendo por la mitad a Maggie con el truco de la caja y la sierra en versión gore y acuchillando a su muñeca Marjorie. Pero, seamos francos, poco de todo esto nos interesa en exceso cuando los guionistas se ponen serios y deciden darnos otra magistral dosis de la historia dentro de la historia.
Massimo Dolcefino, el carpintero que con cariño y unas piernas de madera ayudó a Elsa Mars a salir del infierno en el que se había metido en Berlín, será el encargado de darle unas nuevas manos a Jimmy Darling. Y aquí es cuando las cosas se ponen interesantes. Dolcefino juró vengarse de los artífices de la película snuff que estuvo a punto de llevarse a Elsa por delante. El reguero de sangre y muerte le llevará hasta el líder del sádico grupo que, en una jugada maestra, no es otro que el doctor Hans Grouper, el temible y acomplejadodoctor nazi que sembró el terror en el Asylum de la segunda temporada. Grouper capturó y torturó a Dolcefino hasta que éste logro llegar a Estados Unidos y reencontrarse con Elsa Mars. Pero ahora que al fin lo ha hecho se da cuenta de que ya no puede amar porque le han arrebatado el alma.
Como vimos también con la aparición de la hermana Mary Eunice, la serie roza la excelencia cuando se pone a escarbar en su propia mitología. Lástima que lo haga con cuentagotas y opte más por abundar en tramas a las que en ocasiones les falte algo de tensión y el espectador se quede con esa incómoda sensación de ocasión perdida. Falta un capítulo para el final y todavía no tenemos pistas sobre lo que puede llegar suceder en la season finale, aunque no acabemos de saber si eso es algo bueno o malo.

Héctor Ortega
Héctor Ortega (Reus, 1979). De un modo u otro la música siempre ha estado presente en su vida. Quizá el primer recuerdo sea el de Horacio Pinchadiscos y Teresa Rabal sonando en el comedor de su casa. Más tarde ya llegaron los cassettes de Iron Maiden y Megadeth y algo después la primera guitarra clásica con la que simultanear las clases de solfeo con el aporreo torpe de los acordes de Nirvana. Y luego ya los primeros grupos en Reus y el posterior traslado a Barcelona. Una vez allí, a la labor de escuchar y de tocar se sumó la de escribir, ya fuera en el Fanzine Chuck Norris, en Muzikalia o en las páginas de Mondo Sonoro. Y así hasta nuestros días, donde compagina la labor de tocar en bajo en la banda Sons of Woods con la eterna búsqueda de esos discos que le sigan poniendo la piel de gallina.