Doctor Who 8x04

El origen del miedo

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Manu González

"Pregunta:

¿Por qué hablamos en voz alta si sabemos que estamos solos?

Conjetura:

Porque sabemos que no lo estamos... La evolución perfecciona las habilidades para sobrevivir. Hay cazadores perfectos; hay defensas perfectas...

Pregunta:

¿Por qué no existe el escondite perfecto?          

Respuesta:

¿Cómo lo sabrías? Lógicamente, si la evolución perfeccionara a una criatura cuya habilidad principal fuera esconderse, ¿cómo sabríamos que existe? Podría estar siempre ante nosotros y jamás lo sabríamos. ¿Quién podría detectarlo? ¿Incluso sentirlo?... Excepto en esos momentos cuando, por ningún motivo aparente, decides hablar en voz alta.

¿Qué querría tal criatura? ¿Qué haría? ¿Y bien? ¿Qué harías?"

Y entonces aparece en la pizarra la palabra "Escuchar", el título del cuarto capítulo de la octava temporada moderna de "Doctor Who" y uno de los mejores hasta la fecha para un servidor.

Lo bueno de repartirnos el trabajo de seguir estas nuevas aventuras del buen Doctor con la cara del cadavezmásextraordinarioygrandioso Peter Capaldi es que todos tenemos nuestra opinión. El primer capítulo sólo me fascinó por el juego de espejos y la mente quebrada del nuevo Doctor, pero en el fondo todo iba a trompicones y me decepcionó un poco. En el segundo había Daleks y un servidor, al contrario que Steven Moffat, se emociona escuchando esas chillonas voces metálicas tan terroríficas y divertidas a la vez, pero las escenas de acción estaba rodadas muy torpemente, sin gracia. Con "Robot de Sherwood" estoy completamente de acuerdo con Marc Pastor, es uno de los capítulos más redondos y divertidos de toda la historia de "Doctor Who", ideal para neófitos y para amantes de la serie. Pero ojo cuidado con este "Listen", porque con un par de apuntes inteligentísimos de Moffat, nos sirven uno de los capítulos más terroríficos de la longeva serie de la BBC desde "Terrores nocturnos", "Parpadeo" o "El niño vacio" (¿recuerdan la pregunta "...eres tu mi mami?"? Piel de pollo).

El aburrimiento de este Señor del Tiempo es tan angustiante que comienza a pensar teorías absurdas. Como el propio Moffat indica, el Doctor "se tiraría de lo alto de un edificio si pensara que el camino hacia abajo fuera interesante... cualquier cosa le fascina. Y aquí está, sin nada que hacer, así que simplemente sale a dar golpecitos a las cosas con un palito hasta que algo pica. Y creo que eso es bastante interesante, ¿no? En resumen, el buen Doctor tiene un lado investigador bastante emocionante". Y su teoría (brillantemente explicada en los primeros dos minutos (las frases de aquí arriba) es que existe una criatura que siempre vive en tu sombra, que ha evolucionado para no ser nunca detectado y que solo se manifiesta ante mentes débiles, niños y ancianos. Es el fantasma bajo la cama, la figura que vemos por el rabillo del ojo, el sonido crujiente de una casa solitaria, el viento que acaricia la parte de atrás de tu cuello y te eriza el vello. ¿Brillante, no? En mi casa ya estábamos aplaudiendo a rabiar lanzando las palomitas al aire esperando un gran cuento de terror moral dickensiano. Pero antes estaba la cena entre Clara (cada vez más tierna y maternal Jenna Coleman) y el guapo profesor Danny Pink (Samuel Anderson) que conoció en el capítulo dos en la escuela donde los dos implantan clases.

Una cena accidentada donde sólo vemos u oímos las discusiones, no el desencadenante. Otro punto en la canasta de un Steven Moffat que va agrandando más y más su leyenda con cada capítulo de "Doctor Who" nuevo. El Doctor acude a Clara cuando esta ha abandonad abruptamente la cena porque necesita su experiencia con algún sueño en el que haya sentido una presencia bajo la cama, para viajar a ese punto en el pasado y pillar a la misteriosa criatura in flaganti. Pero la mente de Clara está todavía en la accidentada conversación con Danny, por eso no viajan hacia su pasado, sino al pasado de Danny en una casa de huérfanos. El pequeño Danny/Rupert Pink también sueña con presencias bajo su cama.

"Listen" es redondo en su primera parte, sin efectos visuales: una mansión, una forma humana bajo una corcha y los argumentos del Doctor. Una escena que volverá a repetirse casi idénticamente al final del capítulo, cuando la TARDIS viaje al pasado del Doctor en un conocido granero (el mismo de "Day of the Doctors" donde el décimo y el onceavo Doctor se encuentran con el Doctor Guerrero) y se explica brillantemente, con ese juego de espejos tan bien orquestado por Moffat en esta temporada, el origen del miedo y la obsesión de nuestro Doctor. En medio, esta ese viaje al futuro más lejano donde conocemos al futuro bisnieto de Danny Pink, el primer explorador temporal que se perdió en el final del tiempo, donde no queda ninguna presencia viva, salvo, tal vez, esas criaturas que el Doctor cree haber descubierto. Pero, ¿y si fuera todo mentira? ¿Y si esos ecos fantasmales fueran solamente los gritos desesperados de un cerebro humano no acostumbrado a estar solo? Cada vez entendemos más y más al último de los Señores del Tiempo, una criatura inmortal, eterna y superinteligente que está siendo desnudado capa a capa por Steven Moffat en una de las mejores temporadas que recuerdo del "Doctor Who".