The Strain 01x07

“For Services Rendered”

6,0

Rodolfo Santullo

"¡Mira! ¡Es el actor que hacía del Jefe Tyrol en “Battlestar Galactica”! ¡Qué bueno, sumamos un personaje interesante entonces, porque este actor es bueno y conocido, no lo van a traer por nada! ¿No? A ver, esperá. Uh, es el marido de la contagiada aquella, que ya debe estar vampira del todo. ¡Y no le hace caso a la negra y va para la casa! ¡Lo atacan! ¡Pará, pará! ¡Zafa! ¡Es el Jefe Tyrol, claro que zafa! ¡Uh! ¡No, no entres! Argh, que asco, mirá en lo que se transformó la esposa. ¡Squiiiiirch! ¡Spluuuuurch! Chau, Jefe Tyrol".

Y así arrancamos otro episodio de “The Strain”, la serie donde las posibilidades de hacerlo mejor pasan enfrente y las miramos alejarse, indiferentes. Sin embargo, todo hay que decirlo, no es este episodio siete uno de los peores, sino que por el contrario salva con nota (comparado con el propio promedio de la serie, por supuesto) maximizando lo mejor que puede ofrecer y contrapesando lo malo.

Empecemos por esto último, por aquello de que el mal trago hay que apurarlo. Abraham Setrakian ha armado su equipo y sí, son un hatajo de imbéciles. Primero, Peluquín, quien parece no haber entendido nada (qué sorpresa) y sigue sin aceptar las verdades de Setrakian, quien de esto sabe lungo. Latina Anónima, por supuesto sin hacer absolutamente nada en todo el episodio; Mamá con Alzheimer (que por fortuna casi ni aparece) y reclutamos a otro inservible por completo: Samsagaz (quien tiene al menos la decencia de no traer a su mujer enferma de cáncer, sino ya esto era absurdo). Como absurdo es el plan que plantea Setrakian, se ve que influenciado por la presencia de los otros imbéciles: seguir a uno de los vampiros más pesados al subte. A un túnel oscuro, desierto y alejado. Sí. Un viejo y los tres chiflados contra vampiro bravo. La madre de las malas ideas, ejecutada además televisivamente con una torpeza que da grima. Por supuesto que además no pasa nada que impulse la trama y, como de costumbre, la presencia de los protagonistas es absolutamente accesoria.

Lo bueno de este episodio tiene nombre y apellido: Richard Sammel. Si el actor alemán había aprovechado los momentos que se le habían brindado para destacar con su vampiro Eichorst, ahora es dueño y señor del episodio. Tanto en el presente, donde lo vemos poderoso y no entendemos por qué no se desayuna de una vez a los idiotas estos, como en los buenísimos flashbacks a la Segunda Guerra Mundial, donde Sammel aprovecha las escenas junto al joven Setrakian para darle peso, profundidad y carnadura a su personaje (lo que, sacando a Setrakian, lo hace casi que único en esta serie). Sammel propone un Eichorst siniestro, sea humano o vampiro, pero cargado de matices y con una justificación –horrible, sí, pero justificación al fin– para sus acciones. Puntos para Sammel, que hace bastante difícil que uno termine hinchando por "los buenos".

Del resto del capítulo, podemos mencionar a los latinos criminales, ahora en la cárcel (y con el gordo en proceso de transformación. ¡Chau, Félix!) y una muy buena secuencia: la niñera negra que se había llevado a los hijos de la contagiada (y que trató inútilmente de avisar al Jefe Tyrol) no logra convencer tampoco a su propia hija de que en aquella casa habita el demonio (con lo cual se suma al equipo "trato de advertir de lo que se viene a mis seres queridos pero nadie me cree porque no le conviene a la trama") y terminan todos allí en una escena bastante horripilante, que encima se resuelve a todo trapo al final del episodio con un giro completamente inesperado. Y que da como resultado un buen capítulo en esta serie que sube y baja como si estuviera en una montaña rusa.

Lo mejor: El comando vampiro.

Lo peor: Perder tanto tiempo con el trío de idiotas protagonistas, buenos para nada.