¡Vuelven los vikingos!
¿A quién no le apetece un poco de saqueo?
El público español no le dio tan buena acogida como a “The Walking Dead” o “American Horror Story”, pero “Vikingos” ha estrenado su segunda temporada en Estados Unidos coronándose con la mejor audiencia de la que una serie dramática emitida por cable pueda presumir en el país, sólo por detrás de las dos anteriores. Más de 3 millones y medio de espectadores sintonizaron el History Channel el pasado jueves para seguir el periplo de Ragnar Lodbrok.
En España, la espera de los más de dos millones de televidentes que siguieron la emisión de Antena 3 se prolongará hasta el mes de abril. De nuevo, será el canal de pago TNT el que estrenará la nueva entrega de “Vikingos” antes de que se ofrezca en abierto.
El tramo final de la primera temporada fue una lección de cómo culminar un bloque narrativo en cliffhanger. Se sembró una generosa cosecha de cabos sueltos cerrando el noveno capítulo en el clímax del desarrollo de las tramas centradas en las relaciones políticas y personales entre los personajes: el frustrado Rollo aceptó unirse al jarl Borg y combatir contra su hermano Ragnar; Floki y el propio Rollo se dejaban cuentas pendientes después de que el segundo aceptase convertirse al catolicismo y renunciar al culto de Odín; Ragnar tuvo un escarceo extramatrimonial y dejó embarazada a Auslaug, algo de lo que su esposa, la belicosa Lagertha, todavía no se ha enterado… y han tenido a los espectadores casi un año queriendo saber. El jueves, sin embargo, los abonados al History Channel se encontraron con que, en apenas cincuenta minutos, los guionistas dieron respuesta a los interrogantes que habían ido planteando en las tres últimas entregas de la temporada anterior como un berseker reparte hachazos en mitad de la batalla.
El ritmo al que comienza la segunda temporada es vertiginoso. Lo que no tiene por qué ser necesariamente bueno. Recuerda a la estructura narrativa de las sagas nórdicas en las que encontramos las peripecias del semilegendario Ragnar Lodbrok. Quien se haya enfrentado a alguno de estos textos del siglo XIII sabrá que al lector contemporáneo tienden a parecerle una especie de resúmenes argumentales cargados de información, más que obras de ficción con la habilidad para generar tensión dramática. “Brother’s war”, la primera entrega de esta temporada, parece contagiada por ese ansia por contar mucho sin demorarse en las escenas y contrasta con el tono más sosegado con el que la trama había avanzado hasta la fecha. Y, aunque una lectura a las entradas en Wikipedia de Ragnar Lodbrok y Lagertha nos permita saber de antemano cómo acabó el asunto, tampoco sería cuestión de que el vikingo interpretado por Travis Fimmel alcanzase la edad de jubilación en tres capítulos.
Si el cambio de tempo narrativo puede resultar desacertado, la serie mantiene la calidad en lo que a rigor histórico se refiere. La elección del vestuario y la integración del culto pagano en la cotidianidad de los personajes constituye uno de los grandes aciertos de la producción. Michael Hirst, posiblemente influido por el contexto en el que se emite la serie, no olvidemos que se trata del History Channel, encarta con naturalidad en cada entrega diversas escenas que describen aspectos de la vida cotidiana de las sociedades nórdicas medievales y ese interesante complemento didáctico suma interés a “Vikingos”.
No obstante, la ficcionalización de la biografía de Ragnar Lodbrok se vertebra a partir de secuencias de acción (viajes, incursiones, batallas…) dotadas de una composición audiovisual épica –menos ortopédica que en las recreaciones documentales y más sucia que en “El Señor de los Anillos”– que la hacen altamente televisiva, sin que eso signifique renunciar a las intrigas cortesanas que tan de moda están a raíz del éxito de “Juego de tronos”. La fotografía, la elección de planos, el trabajo de vestuario y decorados contribuyen a enmarcar la trama en un fondo creíble que confiere aplomo a la producción.
Estrenado el primer capítulo de la segunda temporada, no parece que la trama vaya a complicarse en exceso ni que los personajes parezcan dispuestos a evolucionar demasiado, ni a presentar matices. Sólo Gustaf Skarsgard (Floki), pretendidamente carismático, sobresale en un reparto que no desentona pero que desde lo arquetípico no consigue brillar en lo interpretativo. Ragnar es el líder ambicioso y seductor; Lagertha, la mujer guerrera; Rollo, el forzudo acomplejado… Con todo, el valor estético y documental de “Vikingos”, las altas dosis de acción que contiene y su calidad en los aspectos técnicos invitan a esperar nuevas entregas.
Y, ya puestos, admitamos que cuando uno llega a casa del trabajo tampoco está mal entretenerse viendo a un grupo de barbudos vikingos intercambiando hachazos y saqueando abadías.

David Aliaga
David Aliaga es escritor y periodista especializado en literatura contemporánea. Ha publicado la novela breve Hielo (Paralelo Sur, 2014) y el libro de relatos "Inercia gris" (Base, 2013), algunos de cuyos cuentos han sido incluidos en las antologías "Cuentos engranados" (TransBooks, 2013) y "Madrid, Nebraska" (Bartleby, 2014). En su faceta académica destaca el ensayo "Los fantasmas de Dickens" (Base, 2012), un estudio sobre lo sobrenatural en la obra del inglés. Ha traducido al catalán a Dickens y Wilde. Es colaborador habitual de Quimera, Qué leer y Blisstopic.