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Lo que hacemos en las sombras  

Lo que hacemos en las sombras

Jemaine Clement y Taika Waititi

Nueva Zelanda / EEUU, 2014

8,2

 

Milo J. Krmpotic'

 

Aunque el cine nos viene mostrando chupasangres de las más diversas cataduras y tendencias, ninguna producción se había zambullido hasta la fecha en las costumbres y maneras de la escena vampírica de Wellington. Vacío sobre el que este documental se apresta a hincar el diente siguiendo los pasos de cuatro miembros del clan del colmillo que comparten “piso” –mansión razonablemente gótica, para el caso– en los suburbios de la capital de Nueva Zelanda. Se trata del sensible y un tanto estirado Viago, de 379 años; del medieval Vladislav, 862 primaveras manchadas de sangre; del impulsivo Deacon, apenas 183 temporadas aleteando sobre la faz de la Tierra, y del bastante primordial Petyr, con ocho milenios de monstruosa trayectoria a sus espaldas. Los cámaras, cuya integridad quedó garantizada antes de iniciarse la producción, son testigos de los encuentros y desencuentros (nocturnos, claro) de estos personajes, y en especial del modo en que su relación se ve comprometida cuando un nuevo miembro se suma –no del todo voluntariamente– al grupo.

 

Lo que hacemos en las sombras

 

No se halla en uno de sus recurrentes momentos álgidos ninguno de los dos géneros que se entrelazan aquí, el vampírico y el del mockumentary, y aun así ambos salen… no diré renovados, pero sí ciertamente favorecidos gracias al quizá no universal pero para quien esto firma delicioso sentido del humor que viene facturando Jemaine Clement, una de las dos partes contratantes del inolvidable dúo kiwi Flight of the Conchords, en esta ocasión co-realizador junto a un Taika Waititi que ya le había dirigido en varios episodios de su incursión catódica de culto y en la menor pero también estimable “Eagle vs. Shark”. De hecho, es Waititi quien asume lo más cercano a un protagonismo principal en su papel de Viago, maestro de ceremonias en términos narrativos y, frente a la jocosa ferocidad del Vlad de Clement, dueño de una personalidad (con faceta romántica incluida) cuyo perfil emotivo y naíf contribuye no poco al alma de la película.

 

Lo que hacemos en las sombras

 

Con un despliegue de trucajes y efectos especiales que vivieron su apogeo allá por el “Nosferatu” de Murnau, con un guión capaz de extraer petróleo rojo de las más gastadas y cotidianas situaciones, con unos gags de sencillez capilar pero yugulares en las sonrisas que deparan, “Lo que hacemos en las sombras” late con entrañable humanidad, aúna ojo para el absurdo e inteligencia revisionista (desde la Universal a la Hammer, Salem’s Lot, Coppola y muerdo porque me toca) entre borbotones de recuperaciones que consiguen parecer novedosas y de hallazgos que se tornan clásicos instantáneos (ese amanecer visto a través de YouTube…). La participación de Rhys Darby, agente de los Conchords que aquí ejerce de líder de una “pandilla” rival, es la guinda a un film que, por si no ha quedado claro ya, se ha ganado mi corazón… y mi cuello.

 

Milo J. Krmpotic’

Milo J. Krmpotic’ debe su apellido a una herencia croata, lo más parecido en términos eslavos a una tortura china. Nacido en Barcelona en 1974, ha publicado contra todo pronóstico las novelas “Sorbed mi sexo” (Caballo de Troya, 2005), “Las tres balas de Boris Bardin” (Caballo de Troya, 2010), “Historia de una gárgola” (Seix Barral, 2012) y "El murmullo" (Pez de Plata, 2014), y es autor de otras tres obras juveniles. Fue redactor jefe de la revista Qué Leer entre 2008 y 2015, y ejerce ahora como subdirector del portal Librújula. Su firma ha aparecido también en medios como Diari Avui, Fotogramas, Go Mag, EnBarcelona, las secciones literarias del Anuari de Enciclopèdia Catalana

 

milo@blisstopic.com