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Open WindowsNacho VigalondoEspaña / Francia, 2014 6,5
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Tariq Porter
Quizás no sea al estilo de Sokurov, que insta al espectador a omitir cualquier parpadeo más largo de lo normal curándose de cabezadas, pero lo cierto es que el cine de Nacho Vigalondo es siempre exigente con su público. No se trata de ahuyentar tentaciones somníferas o soportar agotadoras sesiones de gimnasia intelectual, sino de corresponderlo –o no– con una vigorosa estrechada de manos que selle incondicionalmente un pacto de ficción del que dependerá tu próximo recreo. Acceder a ello supone pasarlo bien, hora y media lúdica y jovial de ingeniosas triquiñuelas y congas marcianas. De lo contrario, tus próximos noventa y pico minutos devendrán un notable sinsentido que te servirán como advertencia de cara a tu futura relación con el director cántabro. Así lo dejó bien claro él con su primer largo –ni qué decir tiene, sus previos cortometrajes– "Los cronocrímenes" (2007), jugando con el humor y la ciencia-ficción con desparpajo y sin complejos, centrándose mucho más en el qué y el cómo que en el porqué, pregunta secundaria que ha seguido marginada en sus posteriores trabajos. Quizás el segundo, el infravalorado "Extraterrestre" (2011), era el más redondo en este sentido, por osado o autoconsciente, haciendo de lo absurdo una gran virtud que Michelle Jenner, Julián Villagrán, Raúl Cimas, Carlos Areces y compañía supieron aprovechar maravillosamente.
"Open Windows", tercer film de Vigalondo, se pasa al inglés y cuenta con un considerable dúo protagonista, Elijah Wood y Sasha Grey, renunciando a su vez –presuntamente– a su gracia por la absurdez. El director plantea una trama que remite al film sobre vouyerismo por excelencia, que dirigió un tal Hitchcock hace exactamente sesenta años. "Open Windows" es una suerte de F5 a "La ventana indiscreta", aunque probablemente su referente pesa demasiado y su conexión es finalmente anecdótica. El film cuenta la agitada noche de Nick (Wood), un fan de la reputada actriz Jill Goddard (Grey) que sin quererlo se encuentra sumergido en una trama de venganza y hackeo en el que él será el principal instrumento para llegar a la codiciada artista. Lo que es al principio una simple y jugosa ojeada a través de la cerradura se convierte progresivamente en una más substanciosa reflexión sobre la fama y las flaquezas tecnológicas en lo que a la intimidad se refiere, un "Perfect Blue" (Satoshi Kon, 1997) occidental y renovado. Pero la cosa no queda ahí, y es una lástima. Vigalondo no se conforma con ello y emprende una cruzada contra la sobriedad que desdibuja mensajes, conceptos y personajes. Es ahí donde sólo los más devotos del famoso pacto permanecen dándolo todo en la pista de baile junto con el realizador, que inconforme con el giro de guion y final de recibo propone una improbable coreografía argumental que lo alarga y enreda innecesariamente.
Omitiendo eso, deme la píldora azul, por favor. Que viva la ficción inverosímil y el cine outsider, que viva la buena sinergia entre Frodo y el fantástico español (que con esta ya son tres las películas de Elijah Wood por estos lares, antes con Álex de la Iglesia en "Los crímenes de Oxford"(2008) y Eugenio Mira en "Grand Piano" (2013) y que vivan las congas marcianas de Vigalondo.

Tariq Porter
Tariq Porter Astorga (Barcelona, 1988). Licenciado en Bellas Artes en la Universitat de Barcelona y Master en Ficción en Cine y TV en la URL. Ha criticado cine gozosamente en TuPeli o la Revista Mabuse y sigue haciéndolo en Serra d’Or y Blisstopic. Ha trabajado –aún con gozo– en los festivales chilenos Femcine y Fidocs, y sigue haciéndolo en la Acadèmia del Cinema Català y, como programador, primero en el CCCB y actualmente en el Festival de Cinema de Menorca. Escribe harto y pretencioso y lo intenta también con el guión. A ver qué.