Lidia Damunt en Barcelona
10/03/2017, BeGood, Barcelona
8,8
Fotos Javier Burgueño
Lidia Damunt aún tardaría en cantar “La Caja” pero desde el momento que hizo acto de presencia en la sala, caminando entre el público, guitarra en mano, para llegar al escenario –en el BeGood no hay backstage– me vino a la mente la primera frase de su citado himno contra el patriarcado: “Échame una monedita que te canto una canción”. Y viendo el directo que se marcó, la aparición de este fragmento esta más que justificado, porqué el concierto de la murciana fue un recital y una muestra de oficio del principio al final.
Lidia supo captar y mantener la atención de los presentes sin perder fuelle en ningún momento. El público barcelonés tenía muchas ganas de volver a verla –la última vez que Damunt tocó en Barcelona fue en 2014– y estuvo entregado desde el minuto cero. Las entradas agotadas y una sala abarrotada apuntaban a una noche que prometía y Lidia Damunt no decepcionó. El escenario se le quedó pequeño y demostró que su propuesta entre el one woman band y el talk show no ha perdido nada de su originalidad y frescura y además ha ganado en desparpajo.
Habillada con una camisa negra, una falda a juego y unos pendientes largos dorados, de estela de cometa, Damunt tocó la totalidad de su nuevo largo, esa genuina combinación de pop, blues y country que es “Telepatía” en su habitual –supongo, porqué yo no la veía en directo desde un lejano Faraday y no recordaba que tuviera tal palique– formato comentado. Le costó un poco calentar la voz, ponerla en su sitio, pero una vez arrancó todo fue rodado.
El show empezó con “Islas Mágicas” y la petición de que le trajeran un fanzine que había hecho para la ocasión “Rueda Conmigo”. Una vez lo tuvo dijo que ya hablaría de él después y tocó “Echo a correr”, una canción sobre la que comentó que estaba inspirada en el desierto de Almería y la gastronomía y la hostelería de esta región. El público se rió. Y no solo esta vez, sino a lo largo de toda la noche. Y es que Damunt tiene gracia hasta hablando del tiempo. A parte de pasárselo en grande, el respetable hizo coros tímidos, silbó de entusiasmo, y le dedicó unos sentidos “y guapa y jefa y guapa y jefa”.
El calor apretaba y le llegó el turno a la canción dedicada a la abeja Maya. De “Como la miel” Lidia comentó que la había escrita en 2012 pero que al final no la había incluido en “Vigila el fuego” porqué la encontraba cursi, igual que ahora. Pero que bueno, que al final abrió su mente y lo que sigue y cantó la canción, que de balada tuvo poco por el nervio que le imprimió Damunt, cantándola con los dientes apretados, los ojos cerrados y aumentando la velocidad. Y es que en directo el cancionero de Lidia gana en crudeza.
Para coger aliento, Damunt se puso a hablar de nuevo del fanzine, del que explicó que no se había esforzado mucho en hacerlo, pero que en él hablaba de la evolución de las canciones de “Telepatía” de sus nombres anteriores. De “Rueda Conmigo”, el fanzine no la canción, me llamó la atención un fragmento donde la autora habla de como le gusta “la parte física de tocar un instrumento” porqué esta sensación que describe, Lidia la muestra también en el escenario y la sabe transmitir sin necesidad de hablar. Estos momentos los vivimos con “Rueda conmigo” que empezó tomando carrerilla desde el fondo del escenario y con la guitarra en perpendicular, para acabar delante y con las seis cuerdas en paralelo; y en “Aloes de 50 metros”.
A la fuerza física que transmite Lidia Damunt hay que sumarle el “swag” que tiene. Y no lo digo porqué ella tenga nada que ver con el trap, lo digo por la acepción de la palabra “swagger” en inglés, que sería –en una cutre traducción– como sobrado/a. Y no lo uso aquí en un sentido peyorativo, sino por esos gestos que también definen su estilo y que no tienen nada de postureo, como esa media sonrisa ladeada, la manera como arrastra la “j”, esas “manos arriba” que pone, como se sopla el flequillo, la mirada entre cómplice y burleta que le dirigió a la chica que subió a cantar con ella “Bolleras como tu”, a la que dijo que en el estribillo lo tenía que dar todo.
Antes de llegar a este momento, Damunt cantó “Teléfono”, “Cambiamos la historia”, “Quién puede arreglar”, “Tormina del Mar Menor” y “La Caja”. Terminó con “Ocho caballitos de Mar” un bis que Lidia Damunt nos dio “por caridad” con chanza reivindicativa final incluida. Fue una gran noche que se cerró con un bailable set de rádio fórmula exento de prejuicios a cargo de Carlos Ballesteros (Hidrogenesse).

Lidia Noguerol
Lídia Noguerol comparte profesión con Barbara Gordon (Batgirl). Cuando no le toca lidiar con adolescentes descarriados, borrachos y indigentes, se dedica a seleccionar música, cine, libros y cómics. Por la noche, cuando no va al cine o se queda en casa leyendo, transita autopistas y carreteras secundarias y recorre los ejes de comunicación del país, en busca de conciertos de los que hablar por la mañana siguiente en prensa local, portales culturales, blogs y prensa especializada como la extinta Go Mag. Buscando un mundo mejor, ha ido a parar a Blisstopic, un lugar tan excitante como Gotham.