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Solo

William Boyd

Alfaguara

6,8

338 págs.

18,50 €.

Lídia Noguerol

 

Ian Fleming le puso Goldeneye a su mansión jamaicana en honor a su escritora preferida, Carson McCullers. En esta casa creó a su personaje más famoso, espía como él, al que bautizó con el nombre de Bond, James Bond. El sofisticado y glamuroso 007 tiene tanto que ver con los inadaptados sureños como la prosa lírica de McCullers con la ágil y concisa pluma de Fleming. Este definía sus novelas como “libros para heterosexuales de sangre caliente. Libros para ser leídos en el tren, el avión o en la cama. Tal vez mis novelas no sean literatura con mayúsculas, pero creo que se pude escribir lo que yo definiría como thrillers diseñados para ser leídos como literatura. Algo que han hecho, entre otros, autores como Edgar Allan Poe, Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Eric Amber y Graham Greene. No veo ninguna objeción a tener un objetivo tan elevado como éste. Hemos decidido escribir para ganar dinero, pero manteniendo la calidad literaria”.

 

Entretener era la misión que se había encomendado a sí mismo Ian Fleming como escritor. Y, cuando su autor murió, Bond siguió entreteniendo y viviendo, mucho más que dos veces, en las novelas de Kingsley Amis, John Gardner, Cristopher Wood, Raymond Benson, Sebastian Faulks y Jeffery Deaver. El último que ha escrito un libro sobre el agente secreto más famoso de la historia es un vecino suyo de Chelsea, William Boyd, autor de numerosas novelas de espionaje. Boyd, como Fleming, a quién convirtió en personaje de ficción en su obra “Las aventuras de un hombre cualquiera”, logra aunar calidad y entretenimiento en “Solo”, su novela sobre 007, donde combina la acción con las descripciones circunstanciales. La novela está bien escrita y funciona si solo se busca pasar el rato y se lee sin demasiadas expectativas. El libro está ambientado a finales de los sesenta. Para recrear esta época, Boyd utiliza referencias culturales muy populares en este período y las inserta tan bien en la narración que consigue que Bond acabe en una película de la Hammer.

 

Londres, 1969. Un James Bond cuarentón (acaba de cumplir 45 años) es enviado a un pequeño país de África occidental, Zanzarim, para detener una guerra civil. En Zanzarim, 007 será traicionado y vivirá una experiencia devastadora que lo llevará a tomarse la justicia por su mano. La sed de venganza lo conducirá a una hostil Washington D.C., donde descubrirá una red de intrigas geopolíticas que revelarán las verdaderas intenciones de las potencias involucradas en el conflicto africano.

 

Boyd se centra más en el Bond literario que en el cinematográfico, e intenta recuperar el espíritu de las novelas de Fleming, sin olvidar los ingredientes de una fórmula que aguanta muy bien el paso del tiempo: los eternos secundarios (M, Q, Moneypenny y compañía), ingeniosos artilugios, acción, lujo, coches potentes, villanos deformes, chicas guapas, agentes dobles y giros en la trama. En “Solo”, como ha hecho en los últimos cincuenta años, el irresistible Bond se dedica a los grandes placeres de la vida: a comer, beber y amar con refinados modales.  Y también se dedica  a matar. La novedad es que lo hace sin tanta sangre fría. A veces se sorprende de su propia violencia. Vomita ante escenas repugnantes y, como el resto de los mortales, tiene que ir al baño. Bond continúa  siendo elegante, vanidoso y seductor. Pero también es un hombre difícil y complejo, marcado por el pasado, que a veces se ve asaltado por una sombría melancolía o se encuentra anticuado. Pero, aunque los años pasen para Mr. Kiss Kiss Bang Bang, él sabe muy bien cómo renovarse  para no morir en un mundo siempre agitado y revuelto, que nunca se cansa de salvar.

Lidia Noguerol

Lídia Noguerol comparte profesión con Barbara Gordon (Batgirl). Cuando no le toca lidiar con adolescentes descarriados, borrachos y indigentes, se dedica a seleccionar música, cine, libros y cómics. Por la noche, cuando no va al cine o se queda en casa leyendo, transita autopistas y carreteras secundarias y recorre los ejes de comunicación del país, en busca de conciertos de los que hablar por la mañana siguiente en prensa local, portales culturales, blogs y prensa especializada como la extinta Go Mag. Buscando un mundo mejor, ha ido a parar a Blisstopic, un lugar tan excitante como Gotham.