Arnau Pons
Los hermeneutas de la noche
El poeta Arnau Pons (Felanitx, 1965) es uno de los estudiosos más solventes de la obra de Paul Celan. Lo ha traducido al catalán y ha estudiado algunas de las versiones que se han editado en castellano, pero también ha reflexionado a propósito de su obra en ensayos como el que acaba de publicar en México: "Celan, lector de Freud" (Herder, 2015). Así, no podía faltar entre los invitados al congreso sobre Celan que se celebró en Extremadura hace sólo unas semanas. El congreso o su libro son una excusa suficiente para conversar sobre un poeta cuya recepción en España no siempre se ha producido en los términos más apropiados.
Después de leer tu libro, una de las preguntas que se me plantea de forma más evidente es si se puede leer —entiéndeme, leer y comprender correctamente— la poesía de Paul Celan sin conocer en profundidad al autor o sin una guía como este Celan, lector de Freud que acabas de publicar.
Como dice Spinoza en su "Tratado teológico-político", cuando un libro está escrito en términos extremadamente oscuros, si no sabemos quién es su autor, en qué época escribió y bajo qué circunstancias, nos esforzaremos en vano para entenderlo. Celan nos invita a asumir la oscuridad de la poesía una vez más. Se trata de una oscuridad cargada con las sombras del acontecimiento histórico. Recubre unos datos, unas referencias, que el lector debe buscar y descubrir, y a las cuales el poema da sentido. De este modo, el poema se convierte en un texto que interpreta. Y el lector está invitado a interpretar esta interpretación. Nos obliga a un tipo de relación con la historia. A buscar y, de este modo, a poner en entredicho el relato hegemónico.
¿Cuál crees que es la experiencia lectora resultante de alguien que no conoce a Paul Celan, abre uno de sus poemarios y comienza a leer sus versos?
No hay duda alguna de que la poesía de Celan ejerce una fuerte fascinación en muchos lectores. Lo que no se sabe ver a menudo —creo que por falta de una actitud crítica— es que el mismo Celan pone en guardia, en muchos de estos poemas, contra toda fascinación. A esto hay que añadir el hecho de que a Celan se lo lee a menudo en traducción. Y que incluso con traducciones discutibles es capaz de seducir. Esto se explica sin duda por la fuerza de su poesía: siempre pasa algo al otro lado, siempre hay algo que es transferido, del lado del lector, incluso en una traducción problemática. Ahora bien, su oscuridad también produce un rechazo firme y explícito. Hay muchos ejemplos de ello. Joan Margarit ha escrito un poema muy áspero contra Celan, “Llegir poesia”, donde lo tacha de cobarde, y Almudena Grandes ha publicado un artículo burlesco en El País titulado “Celan”, donde compara su lectura con la incomprensión que produce la crisis económica. Todo este malestar pone al descubierto una especie de complejo. Para poder superarlo, se tendrá que denunciar este fraude literario. Por añadidura, están los poetas de la posmodernidad, que ven en él un modelo, o un ejemplo de praxis posmoderna, movidos por una especie de necesidad ecléctica, por un anhelo expansivo y rompedor, en el que sólo cuenta el gesto. Tengo la sensación de que todavía son pocos los que ven en él una reflexión implacable sobre la violencia que la poesía es capaz de albergar. Y pienso que tanto esa fascinación como ese rechazo agresivo deben relacionarse con una idea recurrente en Lichtenberg —un autor, por otro lado, leído por Celan—, según la cual el libro es una especie de espejo que refleja el verdadero rostro del lector.
En la introducción a la obra dejas muy clara tu oposición a la hermenéutica de Gadamer, que defiende la posibilidad de que sea el lector quien llene el poema. Tú apuestas por que sea el poema quien llene con su sentido al receptor, sin que este vuelque en la obra del poeta su propia experiencia o sus expectativas. ¿Esa forma de leer no mutila la experiencia de una lectura íntima?
En su "Discurso de Bremen", Celan dice que los “poemas están de camino: rumbo hacia algo”. Y acto seguido se pregunta: “¿Hacia qué?”. Y responde: “Hacia algo que se mantiene abierto, algo ocupable, tal vez hacia un tú abordable con la palabra, hacia una abordable realidad”. Se refiere a algo que puede ser tanto una cosa como un ser humano. No se trata del receptor del poema, sino de la alteridad con la que se enfrenta el poema mismo, es decir, la alteridad que el poema contiene en sí mismo por el hecho de abordarla, de dirigirse a ella. Por tanto, el lector debe leer esta confrontación. Todo poema de Celan tiene un referente, un “algo”, “eso otro”, que es tratado como alteridad, como “lo ajeno”, y por tanto auscultado, medido, contradicho. No creo que Gadamer sea respetuoso con la manera que tiene Celan de entender la poesía. En realidad, no le interesa. Está demasiado seguro de sí mismo. Las preguntas que lanza son meramente retóricas. Para Gadamer, el poema debe contener una verdad común que sea comunicable a todos. Si no es así, deja de ser poema y ha fracasado como tal. Insisto en este aspecto porque no soy yo quien “se opone” a la hermenéutica gadameriana, es Celan quien ya se enfrenta a él avant la lettre. Debemos preguntarnos, pues, qué ha hecho posible que Gadamer durara tanto tiempo en “las instituciones de la interpretación”. No es una pregunta retórica sino hermenéutica.
Por otra parte, creo que el hecho de mantenerse abierto, atento, concernido como lector, nunca puede mutilar sino enriquecer esa lectura íntima a la que apelas. ¿O acaso la intimidad de uno mismo no debe actuar aquí con toda su inteligencia? Por eso pienso que esta forma de leer, más que mutilar, pone freno a una irresponsabilidad ampliamente respaldada por la academia. Para mí, todo acto de lectura lleva consigo un principio ético de respeto hacia la palabra del otro. El lector debe buscar el “apretón de manos”. Éste es el ámbito sensible que me interesa resaltar.
Volvamos a Celan. ¿Qué tiene la obra de este poeta para que en España, en Extremadura, se celebre un congreso en torno a su figura en el que participan una veintena de expertos? ¿Qué tiene para que pueda publicarse un libro en el que se analizan cuatro de sus muchísimos poemas?
Celan ha sido —y es aún— un campo de batalla para las diferentes corrientes hermenéuticas (Szondi, Gadamer, Derrida, Lacoue-Labarthe, etc.). Esto lo ha convertido en un paradigma de la interpretación poética. Él mismo ya se enfrentó con su poesía a dos filósofos de su tiempo: Heidegger y Adorno. Ambos escribieron sobre la poesía y la situaron en lugares de posibilidad e imposibilidad respectivamente. Es normal que los heideggerianos se hayan apropiado del encuentro que tuvo lugar en Todtnauberg y lo hayan percibido como un hecho en el fondo abisal y enigmático, que la filosofía no puede soslayar. El mismo George Steiner, toda una autoridad en teoría literaria, ha hecho de este encuentro una materia, pero sin entrar verdaderamente en ella. Por su parte, los que se dedican a la llamada “filosofía después de Auschwitz” encuentran en Celan todo un almacén de citas que les van muy bien para tejer un discurso sobre la alteridad y la (im)posibilidad del testimonio. ¿Cuántas veces no hemos leído el verso: “Nadie / atestigua a favor del / testigo”, o su variante: “Nadie / testimonia por el / testigo”, sin que se tenga el cuenta el valor que Celan le da a la palabra Niemand (Nadie), como ya hicieron Homero o Kafka al convertirla en la palabra mágica que designa al sujeto actuante de la gesta o del poema? ¿Acaso no llaman Nadie al poeta, los muertos en “Salmo”?
Aparte de eso, Celan es un poeta que ha dejado una huella evidente en la poesía en lengua española y también catalana. En el coloquio de Cáceres se dio mucho relieve a la recepción de Celan en España, representada básicamente por la figura de José Ángel Valente, y también se habló de su recepción en el ámbito latinoamericano. Ahora pienso que hice bien en incluir en la versión española de "Celan, lector de Freud" la conversación que mantuve con Bollack en el año 2001 (publicada en Quimera), en la que ya cuestioné el tipo de relación que mantuvo Valente con la poesía de Celan. Han pasado 14 años y es evidente que mi planteamiento de entonces tiene mucha vigencia todavía. Seguramente en aquel momento se percibió como algo inoportuno. El silencio que se produjo después de que apareciera "Poesía contra poesía" en el año 2005 fue también mayúsculo. De hecho, Francisco Jarauta fue el único que, en Cáceres, nombró a Bollack, aunque nunca entramos en una discusión colectiva sobre su hermenéutica crítica ni sobre lo que ha supuesto su lectura de Celan en el ámbito de las interpretaciones. Por supuesto que Derrida tuvo su lugar. No podía ser de otro modo. Y, como consecuencia, la sospecha en torno a la palabra “verdad”, que por otro lado es clave en la poesía de Celan.
A mí, se me invitó a hablar como traductor suyo, y más concretamente al catalán, tal vez porque mis traducciones de los poemas en libros como "Piedra de corazón" (2002) y "Poesía contra poesía" (2005) de Jean Bollack, o en los "Estudios sobre Celan" (2005) de Peter Szondi ,no se perciben como textos autónomos, puesto que acompañan a una defensa acérrima del sentido. Es así por ejemplo como Ricardo Forster los ha leído en su libro "Los hermeneutas de la noche" (2009). De hecho, mis trabajos sobre Celan han aparecido solo en Francia, Alemania y Portugal; próximamente, en Estados Unidos. En español existen, pues, otros referentes, otros expertos. En el año 2007 participé, junto a Bollack, en un coloquio sobre Celan en Buenos Aires, pero las ponencias no fueron editadas y por lo tanto no quedó rastro que aquel encuentro…
A decir verdad, no es ninguna casualidad que la traducción castellana de mi libro "Celan, lector de Freud" se haya publicado en México. En España es muy difícil encontrar un editor dispuesto a publicar algo así. Han tenido que pasar casi diez años para que se diera la ocasión de presentar toda esta problemática en castellano, que, por otro lado, es una de las lenguas que cuenta con las "Obras completas" de Celan.
La traducción de Celan debe vincularse forzosamente con el idioma que ha sido capaz de crear, y por tanto con la posibilidad de su desciframiento en la lengua de llegada. Las preguntas que planteé en Cáceres fueron más o menos estas: ¿de qué manera se debe actuar como traductor para asegurar el idioma? ¿De qué manera la coherencia de la obra se puede preservar en una traducción? Antes de que yo interviniera, Jaime Siles se había referido a una frase muy oportuna de Antoni Pous, traductor de Celan al catalán a finales de los 70, un pionero, quien dijo: “se traduce el poema, no las palabras”. En el caso de Celan, los poemas forman entre sí una red de significación muy densa y extraordinaria. Es lo que Mallarmé llamó “le Livre”. Y Celan, siguiéndolo en ese punto, también habla de “das Buch”.
En tu caso, en "Celan, lector de Freud" centras el foco sobre la relación del poeta judío con el padre del psicoanálisis. ¿Cuál es el génesis de esa relación? ¿Por qué Celan se fija en Freud y dialoga con él a través de la poesía?
Celan analiza de cerca la hibridación judeo-alemana. Él mismo se ve como un producto de esa hibridación. Freud no es un caso aislado. Hace lo mismo con Scholem, el gran especialista de la Cábala y sionista convencido. Celan arrastra los textos de Freud, a quien presenta irónicamente como un patriarca —cosa que en efecto era para su entorno—, los arrastra, digo, hacia la realidad de los campos. El trauma, la pulsión, la compulsión, el duelo, son ingredientes necesarios para el análisis de su propia escritura y, por tanto, los observa a distancia. Además, "La interpretación de los sueños" es algo que vincula con la actividad poética. No debemos perder de vista que Celan hace un uso muy irónico de Freud; esto le sirve para dibujar autorretratos histriónicos, una vez encerrado en su torre de delirio (la clínica psiquiátrica). Según Celan, lo que se puede hacer con Freud, después de Auschwitz y herido por Auschwitz, es precisamente esto. Adorno fue incapaz de percibirlo, ni tan siquiera lo intuyó. En Beckett no hay esta confrontación tan brutal con los textos, con Alemania entera, la judía y la germana.
Pese a que tu ensayo enlaza a Freud y Celan, el poeta cobra su mayor dimensión en tanto que alemán y judío. Hace poco leía una conferencia de Jacques Derrida titulada “Kant, el judío alemán". ¿Tan unidos están el pensamiento alemán y la judeidad? No sólo son Kant o Celan quienes parecen trenzar ambas tradiciones en su obra...
Alemania es impensable sin su legado judío y la judeidad europea es impensable sin Alemania. Los judíos alemanes dieron muestras de una integración sin parangón en todos los campos de las ciencias y las artes. Celan se sitúa en el momento de la fractura. Y se interroga sobre los motivos que llevaron a Alemania a extirpar de cuajo su propia judeidad. Analiza las condiciones culturales que dieron lugar al exterminio. Pero es, por encima de todo, un poeta alemán, muy virtuoso. Al mismo tiempo, hace un don a la lengua alemana: su propia extranjeridad, su extrañeza, hecha de una judeidad combativa y de un fondo eslavo revolucionario y subversivo. Ya de muy joven, cuando empezó a escribir poesía, optó por la asimilación. En su horizonte estaban Baudelaire, Rimbaud, Büchner, y no el judaísmo ni ningún tipo de positivismo religioso. Los judíos a los que se siente próximo son Heine, Kakfa, Spinoza, Landauer, Rosa Luxemburg, Mandelstam; todos ellos heterodoxos y alejados de una comunidad de fe. Como dice Bollack, su anarquismo poético y político se vale de una tradición judía sin la práctica religiosa. Toma de este judaísmo la disensión y el arte de la réplica. Es cierto que en él hay un interés extremo por el concepto de alteridad —no puede ser de otro modo para un judío que vive confrontado a una cultura hostil—, pero sus inquietudes no se pueden asimilar a las de Buber (con la mística de su "Yo y Tú") ni al Otro de Levinas. El tratamiento que Celan le da a “lo otro” es particular y singular; sus poemas nos ofrecen este claro testimonio. La diferencia, que él exigía como poeta que fuera respetada y reconocida, albergaba para él una libertad total de pensamiento y de ser.
Celan representa una forma nueva de escribir después de la Shoá. Él no guarda silencio, se niega a callar y se erige como voz de los asesinados. ¿Eso sigue resultando impactante o sólo fue transgresor para sus coetáneos alemanes, que pretendían esconder sus vergüenzas bajo la alfombra del silencio?
Como ya he dicho, en “Salmo”, de "La Rosa de Nadie", hace hablar a los muertos; ellos lo designan como el único que es capaz de hacer florecer la poesía sobre el alambre de espinos de Auschwitz. Al mismo tiempo, es muy intransigente con la recepción del acontecimiento en Alemania. Esto lo lleva a menudo al sarcasmo, como ocurre con el poema “A uno que estaba ante la puerta”, que Bollack comenta en "Poesía contra poesía" y a cuya lectura di un giro importante en mi edición castellana del libro. En "Los hermeneutas de la noche", Ricardo Forster no pudo ocultar su escándalo, ni una profunda desazón. Por tanto, sigue impactando, pero tanto a judíos como a alemanes. Un poema como “Un voluptuoso aviso”, de "Giro del aliento", arroja una mordacidad sin límites sobre su propia imagen de “poeta del Holocausto”. La desocultación del acontecimiento lo llevó a entrar sin tapujos en los recovecos de la relación que la cultura alemana mantuvo con un hecho tan brutal, antes y después de que se produjera.
En el coloquio de Cáceres hubo dos lecturas que siento próximas: la de Esther Ramón, que insistió en resituar su utilización combativa de la Cábala, y la de Andreas Lampert, que mostró de manera magistral el aspecto humorístico y clownesco de su poesía, algo que con Bollack nos esforzamos en resaltar ya desde la traducción española de "Piedra de corazón", y a lo cual vuelvo en "Celan, lector de Freud". Todo esto pone de manifiesto la inconsistencia de ciertas lecturas que se hicieron en vida del poeta y todavía hoy en día. Celan resulta incómodo incluso para los que se presentan como subversivos. En poesía, hay una subversión muy esperada, y que se acomoda fácilmente con las expectativas del público.
También has traducido a Celan al catalán y has estudiado sus traducciones al castellano. En : "Celan, lector de Freud" explicas la dificultad de la empresa y el engaño al lector que suponen algunas versiones. Desde luego no es un poeta fácil. Si no es posible leerlo correctamente sin conocer su contexto, ¿es posible leerlo en una lengua que no sea su alemán?
Hay quien lo hace, por tanto es posible. Se escriben muchos comentarios e interpretaciones de sus poemas a partir única y exclusivamente de traducciones (en contra de lo más elemental de la filología). Al fin y al cabo, lo que cuenta en este caso son palabras, a veces ni tan siquiera la sintaxis o el poema entero. Porque, como dice Bollack en "Sentido contra sentido", las palabras tienen la flexibilidad y la movilidad necesarias, y con ellas se pueden efectuar todos los desplazamientos de sentido posibles, así como todas las aplicaciones imaginables.
Si con tu pregunta te refieres a una lectura efectiva, pienso que se puede leer a Celan en traducción de la mano de un buen mediador. "Poesía contra poesía" es una entrada excelente a su obra, además de presentarse, más allá de Celan, como una Ars Poetica del siglo XX.
Me gustaría, para terminar, que compartieses con los lectores de Blisstopic los versos de Celan que te llevaron a querer estudiarlo de una forma tan intensa.
Lo conocí a principios de los años 90 a través de su segundo libro, "De umbral en umbral", en la traducción de Jesús Munárriz. Por eso he querido empezar con este mismo libro la serie de mis traducciones al catalán de su obra poética. En él leemos un poema muy conocido, “Habla también tú”, que tiene un verso tremendamente político: “Dice verdad quien dice sombra”. Antes ya había dicho: “Habla — Pero no separes el no del sí”. De un modo muy agudo, Bollack ha sugerido que debemos leer: “Dale su parte de no a cada sí”. Es el punzón crítico que exige toda afirmación, toda entrega. Celebrar la poesía conduce siempre a no saber lo que uno en verdad celebra.

David Aliaga
David Aliaga es escritor y periodista especializado en literatura contemporánea. Ha publicado la novela breve Hielo (Paralelo Sur, 2014) y el libro de relatos "Inercia gris" (Base, 2013), algunos de cuyos cuentos han sido incluidos en las antologías "Cuentos engranados" (TransBooks, 2013) y "Madrid, Nebraska" (Bartleby, 2014). En su faceta académica destaca el ensayo "Los fantasmas de Dickens" (Base, 2012), un estudio sobre lo sobrenatural en la obra del inglés. Ha traducido al catalán a Dickens y Wilde. Es colaborador habitual de Quimera, Qué leer y Blisstopic.