Eva Puyó
El Preguntador Automático (14)
Redacción / Fotografía de Ismael Grasa
Quizá haya sido una suerte de (auto)homenaje con motivo de su vigésimo aniversario. O quizá maldita la falta que hace minusvalorar la decisión buscándole coartadas. El caso es que Xordica acaba de relanzar, siete años después, “Ropa tendida”, la ópera prima de esta zaragozana de 1976. Un libro breve y realista sobre la existencia de una familia aragonesa, siguiendo el punto de vista de la mediana de tres hermanos. Un libro que trata temas tan cotidianos como el aprender a conducir o la búsqueda del primer piso. Un libro con un encanto particular, cuya lectura arroja un saldo muy superior al que resultaría de la mera suma de sus partes. No es de extrañar que aún no haya tenido continuidad: para contar la vida de esta manera antes hay que vivirla, filtrarla, reducirla, sólo entonces plasmarla. Pero seguimos esperando, sin la menor prisa. Y vaya si las generosas respuestas de la autora a este Preguntador Automático no nos suenan a apostilla; esto es, a ropa descolgada, a punto ya de pasar por la plancha.
¿Cuál fue el primer disco que compraste?
Es curioso, antes que discos comencé a comprar revistas de música como la Superpop. Escuchaba Los 40 Principales en la radio y grababa fragmentos de canciones en cintas virgen de casete intentando que no se colara la voz del locutor. Entre mis deshonras está el haber visto en el cine la película “Sufre mamón”, de los Hombres G. ¡Imagínate! Tuve un novio que hacía teatro, que me puso al día con los cantautores. Y después otro que, para conquistarme, me grababa cintas de blues y de rock. Más que el primer disco que compré (si te soy sincera no lo recuerdo), guardo en mi memoria una de las canciones de estas cintas-recopilatorio que me grababa mi novio antes de que empezáramos a salir: “I Don’t Want a Lover”, de Texas. Precisamente me conquistó con un tema en el que la cantante decía que sólo necesitaba a un amigo. Luego mi novio y yo rompimos, pero no me he desprendido de un anillo de plata que me regaló con las figuras de unos instrumentos musicales grabadas, y que me sigo poniendo de vez en cuando. La música era algo muy importante en su vida, la compartió conmigo, quiso que la disfrutara tanto como él.
¿Cuál ha sido el último?
“Granada”, de Sílvia Pérez Cruz y Raül Fernández Miró
¿Y el que salvarías de un incendio?
Pues salvaría los discos de Enrique Bunbury, por una cuestión sentimental. Recuerdo cuando sacó el álbum de “Pequeño”, yo me lo ponía a todas horas. Soy de Zaragoza, donde nació Bunbury. Yo no era muy fan de Héroes del Silencio. “Radical sonora”, el primer disco que sacó en solitario, no me interesó. Pero desde “Pequeño” he seguido a Enrique Bunbury, quiero saber por dónde anda y qué hace. Puede que no todos sus álbumes sean perfectos, pero hay un mundo de referencias que comparto. Además, logra emocionarme en algún momento en cada uno de sus discos. En una entrevista le escuché decir que le gustaba que sus fans crecieran en edad a la vez que él. Así que salvar su discografía sería, un poco, como salvar de un incendio a un compañero de viaje.
¿Qué banda sonora le pondrías a tu última novela?
Creo que no le va mal Nina Simone.
¿Eres de vinilo / CD / MP3?
Sigo conservando las cintas de casete de adolescente, más por una cuestión sentimental que porque realmente las escuche. El CD es un formato que me resulta antipático, pero es cierto que es el que más utilizo para oír música. No me he acostumbrado al MP3. Quizás soy algo clásica, prefiero escuchar un álbum entero que una selección aleatoria de mi música preferida. Me gusta mucho el sonido del vinilo. Creo que tiene una calidez que no logran los demás formatos.
¿Cuál ha sido el mejor concierto de tu vida?
En Zaragoza voy de vez en cuando con mi novio al auditorio a escuchar conciertos de música clásica. Cuando viajamos a alguna ciudad nos gusta informarnos acerca de los conciertos de música clásica y de los auditorios y salas que hay. Como dice mi novio, acudir a uno de estos conciertos, como ir al cine o de librerías, que es algo que también hacemos, es una forma de participar en la vida civil de la ciudad que visitamos. Asocio estos conciertos de música a la felicidad de esos viajes compartidos. El último fue en Aix-en-Provence, este verano. Andábamos un poco tristes porque, al ser agosto, no había programación en las salas y teatros, pero dimos un poco por casualidad con un festival de música al aire libre. En un patio de un antiguo convento escuchamos un recital de una pianista marsellesa, Amandine Habib. Poco a poco atardecía. Tomábamos vino rosado en los descansos y las palomas revoloteaban por encima de nuestras cabezas en el patio abierto.
¿La primera película que recuerdas haber visto en cine?
“Tootsie”, de Sydney Pollack, con Dustin Hoffman. Recuerdo que al día siguiente de ver la película mi madre y yo pasamos por delante de la sala de cine. Cuando vi que el cartel anunciador seguía en la fachada pensé que ponían una especie de “segunda parte”. Le pedí a mi madre que compráramos una entrada porque la película me había gustado y porque me parecía razonable que esa historia no acabara donde lo había hecho, sino que continuase. Mi madre me explicó que se trataba de la misma película, que no la ponían un solo día sino varios seguidos, pero no la creí de todo.
¿Y la última?
“Boyhood”, de Richard Linklater. Como te he comentado antes, me gusta la frase de Bunbury acerca de cómo sus fans se van haciendo mayores a la vez que él. En “Boyhood”, el propio director crece a la par que los actores mientras ruedan. Creo que la película transmite bien ese crecimiento y las complicidades que se dan entre director y actores: los miedos, las inseguridades, los pequeños triunfos y derrotas cotidianos. He visto “Antes del amanecer”, “Antes del atardecer” y “Antes del anochecer” en el momento en que se estrenaron en el cine. Y me gusta haberlo hecho así, creciendo a la par que el director y que sus protagonistas.
¿Qué sueles escuchar mientras escribes?
No puedo escuchar música mientras escribo. Es una pena, ¡con lo que pierdo el tiempo en el ordenador!
¿Y para relajarte?
Lo cierto es que nunca se me ocurre echarme en el sofá para relajarme mientras escucho música. Suelo hacerlo cuando limpio y cocino en casa, y cuando hago algún viaje en coche.
¿Una película que veas cada vez que puedes?
Las comedias. No me canso de ver las películas de los Hermanos Marx, o las películas con guiones de Azcona.
¿Un director de cabecera?
En realidad, cualquiera que me haga pasar un buen rato. Me gusta ir al cine los viernes, día de estreno y, diríamos, les doy una oportunidad a casi todos. Aunque, es cierto, hay directores de los que voy a ver todas sus películas, como David Trueba.
¿Una serie?
“Freaks and geeks”. La compré a través de internet y, cuando llegó a casa, me di cuenta de que estaba en versión original en inglés y sin subtítulos. Pensé, “Oh, my God, mi novio y yo no nos vamos a enterar de nada”. Creo que al placer de ver esta serie maravillosa, donde aparecen de críos actores que luego se han hecho famosos en las comedias de la factoría Apatow, se unió la alegría de comprobar que la podíamos seguir sin problemas, que entendíamos los chistes, que nos reíamos, que nos emocionábamos y todo eso.

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