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Ya ha pasado un año desde que votamos lo mejor de 2013 y está a punto de acabar 2014 sin ni siquiera darnos cuenta. Y comenzamos nuestro repaso al año igual que el año pasado, con la mejor listas, la más potente y la más necesaria primera: los 20 mejores discos nacionales de 2014. Un año excelente para la música nacional y uno de los más difíciles para votar que hemos tenido los miembros de Blisstopic. Había tanto material excelente este año que 20 nos parecían muy pocos. Por casi nada, se han quedado fuera de la lista los trabajos notables de Brunetto, Karen Koltrane, Nacho Vegas, Tiger Menja Zebra, Chencho Fernández, Cuello, Los Enemigos, José Domingo, Novedades Carminha, Joan Colomo, Aries, Univers, Fighter Pillow, Beach Beach, Cabo San Roque, Sr. Chinarro, Nev.Era, Mourn, Alado Sincera, Single, Marc Marzenit, Bigott, M A J E S T A D, Dotore, Remate y algunos más que merecían salir en este repaso. Pero sólo podían ser veinte, así que aquí tenéis estas dos docenas de grandes discos de este 2014.

 

Puedes ver los diferentes discos de la lista haciendo click encima de los números de aquí abajo.

 

 

Ya ha pasado un año desde que votamos lo mejor de 2013 y está a punto de acabar 2014 sin ni siquiera darnos cuenta. Y comenzamos nuestro repaso al año igual que el año pasado, con la mejor listas, la más potente y la más necesaria primera: los 20 mejores discos nacionales de 2014. Un año excelente para la música nacional y uno de los más difíciles para votar que hemos tenido los miembros de Blisstopic. Había tanto material excelente este año que 20 nos parecían muy pocos. Por casi nada, se han quedado fuera de la lista los trabajos notables de Brunetto, Karen Koltrane, Nacho Vegas, Tiger Menja Zebra, Chencho Fernández, Cuello, Los Enemigos, José Domingo, Novedades Carminha, Joan Colomo, Aries, Univers, Fighter Pillow, Beach Beach, Cabo San Roque, Sr. Chinarro, Nev.Era, Mourn, Alado Sincera, Single, Marc Marzenit, Bigott, M A J E S T A D, Dotore, Remate y algunos más que merecían salir en este repaso. Pero sólo podían ser veinte, así que aquí tenéis estas dos docenas de grandes discos de este 2014.

 

Puedes ver los diferentes discos de la lista haciendo click encima de los números de aquí abajo.

 

20

 

20

Pau Vallvé

Pels dies bons

Autoeditado

 

 

El idioma de Pau Vallvé es la música. La belleza que despierta en el último disco del artista catalán es de esas que viene a cubrirte desde la primera escucha, y luego ya no la quieres soltar. Entre versos que marcan cada compás, ululaciones etéreas, baterías y cuerdas marcadas para cabalgar contra el mundo o acariciadas para el paseo introspectivo, "Pels dies bons" se nos queda adentro tan pronto que, sin darnos cuenta, lo escuchamos como si fuera un disco que nos hubiera acompañado todas la vida. Así de indeleble es el ovillo dinámico que enreda "Benvingut als Pirineus", la solemnidad ácida y épica de "Aquesta és pels dies bons", el sentimiento breve y sencillo de "Res no és important i tot ho és molt", y la emoción crepitante que amanece en "17820", un himno maravilloso y abrumador desde su punteo inicial, desde el primer 'adéu' de sus versos de despedida al ritmo tenso del mundo. La emoción que despierta Vallvè con cada acorde, y el cuidado extremo que dedica a su obra, vuelve el aire denso cuando sus notas nos llegan, se nos adentran, nos invaden. Si todo los músicos fueran capaces de dejar tanto lastre detrás, de manofacturar su obra hasta el último detalle como el catalán, el horizonte mejoraría. Entretanto, tenemos este disco, que ya es mucho, que ya es música, que tanto tiene que ver con la vida de cualquiera. Porque todos tenemos días buenos por delante, y días buenos que recordar. Esos a los que aspiramos cuando nos levantamos cada día y decidimos seguir adelante, y aquellos que se fueron y nunca volverán. Por todos ellos van estas canciones. Albert Fernández

 

19

 

19

Manos de Topo

Caminitos del deseo

Collar de Macarrones

 

El primer corte de "Caminitos del deseo" y se encienden todas las alarmas: más oscuros, más elaborados, parece que Manos de Topo hayan construido su primera opera rock a lo Standstill. Pero, poco a poco (y gracias a la inconfundible voz y poesía de Miguel Ángel Blanca), el imaginario Topos comienza a hacer su aparición. Más historias tragicómicas (más trágicas que cómicas, para qué negarlo) en el cuarto trabajo de una banda única en el panorama nacional. Manos de Topo son muy necesarios. Manu González

 

18

 

18

Fernando Lagreca

Control

Irregular

 

 

El uruguayo (barcelonés de adopción desde que decidió quedarse a vivir con nosotros en 2002) Fernando Lagreca sigue dándonos motivos de sobras para seguirle de cerca en todos y cada uno de sus exquisitos lanzamientos. Si bien hace dos años nos sorprendió con aquel giro chillwave que predicaba en “Childhood Is All We Have” (aunque antes, ya en 2010, empezó a sentar las bases pop de su cancionero en “Cool Hunter”), ahora vuelve con un nuevo trabajo, “Control”, que además de hipnagógico también rinde su más sentido tributo a las pistas de baile. Porque los atisbos chillwave ahí siguen en la preciosa “Quiet Lake” (donde además de susurrarnos vocalmente incorpora elementos de slow house a uno de los singles más destacados), y levemente en el arranque de “Over” y la muy new wave “Loved” (que tanto tiene de Visage como de Fischerspooner). Pero a partir de “X” su discurso se intensifica y lo que pretende es que te pongas en pie y, ante todo, bailes. Sergio del Amo

 

17

 

17

Miquel Serra

La felicitat dels animals

Foehn

 

Miquel Serra ya no es el secreto mejor guardado de Mallorca, lo podría haber sido con su primer disco –el recopilatorio "(2009-2010)"–, o con su muy recomendable debut de 2013 "Roses místiques" (Foehn), pero ahora no. Ahora es una realidad como la copa de un pino, una de las figuras más representativas de esta nueva-vieja psicodelia en la que triunfan artistas como Tame Impala, Animal Collective o Unknow Mortal Orquestra. "La felicitat dels animals" es un trabajo notable que se suele quedarse corto en nuestro reproductor, como si el viaje emprendido por este personal autor necesitara más espacio, una carretera más ancha y larga en la que poder desarrollar todo su imaginario folk-rock de estudio. Por eso el vinilo de "La felicitat dels animals" viene acompañado de un otro disco, completamente acústico, titulado "El perfurm dels vegetals", necesario contrapunto a la corta intensidad de su hermano mayor. Manu González

 

16

 

16

Me And The Bees

Mundo Fatal

La Castanya

 

Cuatro años después de su último largo y de diferentes cambios en el si de la formación, el sonido de Me And The Bees vuelve a zumbar en nuestros oídos gracias a su radiante último trabajo. Escuchándolos quién diría que le cantan a un “Mundo Fatal”. Pop vitalista y luminoso que combina con acierto los prefijos indie, twee y power para dar variedad a unas canciones de giros inesperados, bonitas armonías vocales, melodías pegadizas y teclados sixties.  Un disco dulce como la miel, pero con guitarrazos que son como un aguijón. Lidia Noguerol

 

15

 

15

El_Txef_A

We walked home together

Fiakun

 

El segundo disco de Aitor Etxebarría como El_Txef_A ha significado muchas cosas para el joven productor vasco. Ha significado el abandono definitivo de la pista de baile en favor de piezas con un poso cercano al pop y un trasfondo descaradamente melódico. Ha significado también dejar un poco de lado la cacharrería digital para abrazar el calor de instrumentos tradicionales, algo en lo que seguro que tiene que ver el hecho de haber montado una banda para tocar en directo. Pero sobre todo ha significado la aceptación de su propio talento como compositor; un talento que más allá de los géneros puramente electrónicos, que le permite acercarse sin miedo a formatos tradicionales del pop y utilizar recursos propios del soul, el jazz o la música cinematográfica para construir sus propias canciones. Canciones que, según contaba el propio interesado en estas mismas páginas, buscaban su inspiración en los paisajes rurales de la Norteamérica profunda; un imaginario impregnado de melancolía y romanticismo, cuyos ecos resuenan de manera precisa en las esquinas de un disco hermoso y delicado. Pura belleza. Vidal Romero

 

14

 

14

Miraflores

Miraflores

Happy Place

 

Aquellos que han sido testigos de alguno de los directos de los sevillanos Miraflores se refieren a ellos como vehementes ejercicios de exorcismo electrificado. El esperado debut de Emilio R. Cascajosa y sus secuaces captura ese salvajismo insano, rock oscuro deudor, sobre todo –y más allá de cualquier influencia musical–, de la rabia, el rencor, las adicciones (afectivas o no) y los infiernos interiores. Una purga sanadora, una herida sanguinolenta que trata de limpiarse con aguardiente del más puro. David Giménez

 

13

 

13

Los Punsetes

LPIV

Canada

 

Quién no se tome en serio a Los Punsetes debería hacérselo mirar. Los madrileños sí que puede que en sus inicios recurrieran al sentido del humor y las frases lapidarias costumbristas para amenizar sus primeros temas, pero desde su anterior “Una Montaña Es Una Montaña” han cuidado muchísimo más sus letras y se han valido de ello para mostrarnos su frustración ante un país y una sociedad que en ocasiones parecen que han perdido el juicio. Aunque no son muy dados a las figuras literarias sesudas (ellos van directos al grano, sin fisuras ni medias tintas), nadie en su sano juicio debe quedarse en la superficie de lo que la hierática Ariadna nos cuenta en este “LPIV” donde reina, ante todo, el cabreo y la desazón. Los años les han hecho crecerse como banda y poco parece que les pueda parar en estos momentos, pero por lo pronto nos han traído uno de los mejores álbumes nacionales del año. Y eso debe alabarse, por supuestísimo.Sergio del Amo

 

12

 

12

Holögrama

Waves

Trouble In Mind

 

 

My bicycle”, nada más comenzar, sienta las bases de lo que el disco esconde: cajas de ritmos secas y minimalistas, líneas de bajo zumbantes, melodías de sintetizador encantadas y voces enterradas en el fondo de la mezcla. Pop hipnótico y de alto contenido lisérgico, con muchos drones y muchos efectos especiales, que igual remite a los abuelos del asunto (hay ecos aquí de Suicide y de Neu!, de Silver Apples y Kraftwerk) que a los alumnos aventajados de los noventa (Stereolab, toda la familia Spacemen 3, Füxa, Yo La Tengo). Un puñado de influencias que nuestro hombre maneja con soltura y conocimiento, que utiliza para trazar viajes por el espacio exterior a velocidad de crucero (“Moonlight”), pero también para dar forma a piezas de pop luminoso y preciosista (“In your head”). Todo cabe en un disco que, pese a lo parco de su instrumentación y de su producción; pese a lo ajustado de su duración –treinta y cinco minutos más que aprovechados-, esconde un buen puñado de alegrías: esa plegaria de superficie líquida que es “Crystals”, el paisaje lunar que dibuja “Pink sky” (una canción que, apuesto a que no por casualidad, incluye unos arreglos de guitarra que parecen robados a Pink Floyd) o la melancolía efervescente que se esconde en “Blue water”, la última canción de un debut sólido y notable, que permite a Holögrama mirar a sus compañeros de sello con orgullo, sin tener que bajar la vista. Vidal Romero

 

11

 

11

Partido

The Ruins

Aclam / Warner

 

Fiel a su inquebrantable pesimismo, a Víctor Partido no se le ocurre otro título que “The Ruins” para su tercer LP. Sin embargo, “The ruins” (el tema) no es más que una leve intro que desemboca en “Get into” cuyo arrebatado estribillo “We almost have it all and we have lost it” sintetiza la línea de pensamiento del barcelonés Víctor Partido sobre un robusto riff de guitarra: no se trata sólo de lo que se ha perdido, sino también de lo que ni siquiera se ha conseguido. En seguida, “The Apologist” (primer single) remacha el clavo de la desesperanza (“Please remember dear I was brought to give you pain”), pero también, de nuevo, de la robustez: esta vez es el teclado de Edu Martínez el que pone una base estratosférica. Me gusta también la insistencia de “The wait”, que refleja dulcemente esa paciencia que el grupo ha tenido para seguir luchando y desemboca en un estribillo, a la vez, luminoso y épico, rasgo que comparte con “Hi-Lo” y con la intensa “There will be blood” el mayor tour de force interpretativo de Víctor Partido hasta la fecha. Half Nelson

 

10

 

10

Jupiter Lion

Brighter

BCore

 

En esos días en que la ley de la gravedad te acosa y no puedes más que arrastrar los pies y desear que te engulla un agujero negro para no tener que ir mañana al trabajo, una réplica de la nave “Nostromo”, plagado de aliens cabreados y sedientos de sangre. Y tú sin ánimos de hacerte la Ripley. En días así, quisieras convertirte en chatarra espacial para poder deambular por el cosmos. Y para conseguirlo puedes escuchar a Jupiter Lion y perderte en las mesmerizantes órbitas de su segundo y musculosos disco, “Brighter”, un objeto (identificado) luminoso de sonido retrofuturista y circular –solo hay voces en el primer y último corte– compuesto de krautrock, koschmiche, drones , electrónica añeja, psicodelia y pulso alemán, aunque sus integrantes, José Guerrero (Betunizer, Cuello, y La Orquestra del Caballo Ganador) al bajo, Sais a las programaciones, sintes y voces y Gonzo in Vegas a la batería, son de la efervescente ciudad de Valencia. Lidia Noguerol

 

9

 

09

Ann Deveria

II

Envelope Collective

 

 

La portada está gobernada por un cierto aire de misterio: unas sombrillas plegadas esperan olvidadas, apoyadas entre los viejos muros de algún edificio de otra época. Un edificio que alguna vez debió resultar esplendoroso (¿un castillo, quizás una basílica?), pero que ahora mismo aparece teñido de podredumbre, las ramas secas de un árbol muerto abrazando su decrepitud. Es una imagen que transmite tristeza, que de nuevo hace pensar en Ann Deveria como en un ánima, una presencia espectral que anida entre los pliegues de alguna memoria perdida. Una imagen que cobra todo su sentido cuando se deja caer la aguja sobre el disco y comienza a sonar “Atranos”, un festival de drones metálicos y de ecos de naturaleza desconocida, un (aparente) caos de sonidos amontonados, de percusiones desleídas en ácido, de cuerdas maltratadas hasta hacerlas irreconocibles. Con su hábil manejo de la tensión ambiental, con su cuidado diseño de texturas, “Atranos” da comienzo a un fascinante viaje por el mundo de las sombras: a diferencia de lo que sucedía en “Ann Deveria”, aquí apenas queda ya músculo que tensar, casi todo lo que suena está reducido a una masa informe e incómoda, en la que (como sucede con la imagen de la portada) se reconocen ecos de algún instrumento que alguna vez debió resultar esplendoroso, pero que aquí aparece consumido por completo. Uno de los mejores discos de dark ambient que se han hecho nunca en este país. Vidal Romero

 

8

 

08

Viento Smith

Viento Smith

Subterfuge

 

El primer tema parece una canción de desencuentro. Las delicados figuras cristalinas de la guitarra de Cordero parece que no tienen mucho en común con la voz quebradiza de Lezón. Esos momentos chirriantes del principio comienzan a tener sentido poco a poco, hasta que al final de "Donde los aviones" desaparecen McEnroe y Úrsula y emerge poderoso Viento Smith. Con el oído ya acostumbrado a esta nueva banda, surge la muy explicita "En aquel tren" donde el sexo con la persona amada luce con todas sus letras, una nana erótica (aunque es más un tema de duermevela) que te conquista durante sus siete minutos de duración. "Soplar la herida" es el tema más extraño a todo el sonido de este debut homónimo, incluso Lezón quiebra su voz mucho más, con esas cuerdas oscuras y el tempo requiem del piano. "Tú, Stendhal y yo" sobrevuela terrenos neoclásicos. Cinemáticamente perfecta, se palpa la tensión en un tema que trata una ruptura y que va creciendo poco a poco hasta llega a convertirse en una canción de pop perfecta (y eso que no tiene ni un solo estribillo). Tras el combate entre ambientes y folk visceral que transcurre durante "El horizonte" llega "Sólo nos queda el viento", un tema de más de nueve minutos que acaba con un rayo de esperanza tras más de media hora de amor, desamor, pecados, oscuridad y diablos existenciales. Un trabajo que deberás mimar en tu reproductor para que te vaya seduciendo escucha tras escucha. Viento Smith acaban de nacer, ¡Aleluya! Manu González

 

7

 

07

Miquel Vilella

Despres del món

Farewell, Dear Towermen

Discmedi

 

Antes de volver a enfrentarme a la hoja en blanco, he vuelto a escucharme de principio a fin aquel “You’re so good to me” que el reusense Miquel Vilella grabó bajo el nombre de The Mighty Fools hace un par de años. No son la noche y el día. "Despres del món / Farewell, Dear Towermen" es un paso adelante en su estilo de folk-rock-pop repleto de subidones épicos, pero si en aquel primer álbum LP de debut esas líneas maestras estaban dibujadas con titubeo, es con este doble trabajo donde todo explota, donde Miquel Vilella encuentra la libertad para expresarse abiertamente, sin tapujos, ni medias tintas. Ambicioso, muy ambicioso y valiente: doble disco en dos idiomas, las mismas 13 canciones cantadas en inglés ("Farewell, Dear Towermen") y catalán ("Despres del món"), discográfica independiente como Discmedi apoyándolo, firmado con su propio nombre y con su rostro en las dos caras (un precioso digipack con la misma portada en dos idiomas en cada lado). Valiente porque Miquel no tiene miedo de hablar de amor, política y sentimientos en un trabajo que ha viajado de Reus a Nueva York, de Londres a Barcelona. Quizá es por eso que este "Despres del món / Farewell, Dear Towermen" parezca que no tenga marca de nacimiento ni fecha de caducidad. Algunos de los temas en inglés parecen estar grabados en Nebraska o Williamsburg, otros son más mediterráneos, otros son muy londinenses. Imposible saber la procedencia. Manu González

 

 

6

 

06

Eric Fuentes

Eric Fuentes / Barcelona

BCore

 

 

Eric Fuentes / Barcelona”, un disco triple que alcanza las 30 canciones, es una soberbia concentración del discurso musical del catalán, y, al tiempo, una apertura de miras hacia todos los horizontes sonoros que colman al artista. Un disco que culmina veinte años sobre los escenarios, para el que Fuentes ha querido rodearse de un gran número de amigos, músicos de la escena barcelonesa y artistas relevantes en su travesía musical. Una gesta artística de la que pocos músicos son capaces hoy en día. Una obra incomparable que debe su título a la intención narrativa que vincula estas canciones: el disco cuenta la historia de una chica que viaja de su pueblo a una gran ciudad. En su camino encontrará el amor, pero pronto confundirá ese sentimiento por una persona con las aspiraciones y sueños de su proyecto de vida en Barcelona. Bajo su premisa universal y multigenérica, "Eric Fuentes / Barcelona" tiene canciones para todo el mundo: “Despeñaperros” es una primer paso desconcertante y sublime, una apertura inusual, con voz femenina y un aliento pop emocionante y embriagador. Los versos que canta Ana Martínez plantean una primera dislocación dentro del vendaval de un álbum henchido de dimensiones, sentidos y escalas. Hay varias guías de escucha de este disco, varias maneras de sentirlo, varios caminos en el mar. Y tal vez un solo buen puerto al que llegar. Una vez más, Eric Fuentes lo ha alcanzado. Albert Fernández

 

5

 

05

No More Lies

In the shade of expectation

Bcore

 

No More Lies vuelven al ruedo después de casi una década de silencio con "In the shade of expectation", un trabajo que está a la altura de las expectativas que se habían creado con el anuncio de su regreso. Santi García (voz y guitarra), Màxim Triviños (bajo) y Roger Ortega (batería) siempre han tenido más presente a Washigton DC que a la costa oeste desde su inicios. En su trayectoria se pueden encontrar las huellas de bandas de Dischord como Fugazi y Jawbox, pero la verdad es que después de cuatro discos en nueve años, "Seeds of enthusiasm", "][" (el símbolo de los tornados), "41º46,5,5’N-3º1,9E" (las coordenadas náuticas de Sant Feliu De Guíxols) y "In the shade of expectation", los No more lies suenan a ellos mismos. "In the shade of expectation" dura poco más de media hora, pero permanece perenne en tu cabeza mucho más tiempo por la contundencia de su velocidad. Lidia Noguerol

 

4

 

04

Silvia Pérez Cruz y Raül Fernández Miró

Granada

Universal

 

Sobre el papel, es muy fácil hacer un buen disco a base de grandes canciones ajenas, pero lo que hace de este “granada” (Universal, 2014) –siempre en minúscula– un disco realmente excepcional es que la heterogeneidad de compositores, épocas, tonos, idiomas y estilos de estas quince canciones (de Albert Pla a Robert Schumann pasando por Morente, Lluís Llach, Leonard Cohen, Édith Piaf o Violeta Parra) queda totalmente difuminada por los arreglos minimalistas, ariscos, nada complacientes de Raül Fernández MiróRefree– y, por supuesto, por la voz mágica de Silvia Pérez Cruz. Half Nelson

 

3

 

03

Wooky

Montjuïc

spa.RK

 

Es muy posible que la mayor virtud de Albert Salinas sea la paciencia. Sólo así se explica que haya dejado pasar tanto tiempo entre su primera referencia como Wooky –el bonito EP “The ark”, publicado a finales de 2010– y su esperado debut en formato largo. No es que sea un tipo perezoso: en esos tres años largos le ha dado tiempo a fundar el bonito sello Lapsus, que publica poco, pero todo bueno, y a montar uno de los festivales más interesantes de Barcelona, el MIRA Festival, dedicado a la electrónica más aventurera. Pero él mismo reconoce que cuando se trata de su propia música el tiempo transcurre de manera diferente: que puede dedicar una eternidad a pulir un cierto sonido, a mejorar un arreglo, a darle vueltas a una construcción rítmica y aún así no quedar satisfecho. Lo que significa que estamos ante un disco pensado y mimado hasta cotas obsesivas, repleto de detalles minúsculos y arreglos que duran un suspiro.

 

Ese elevado nivel de definición, sin embargo, no se traduce en una obra pesada y abigarrada: con sus ocho cortes y sus poco más de treinta minutos de duración, “Montjuïc” se enrosca alrededor del oyente con muchísima delicadeza, flota ligero en el aire de la habitación. Algo que tiene mucho que ver con la capacidad de Salinas para eliminar todo lo accesorio y quedarse con lo fundamental –una auténtica virtud dentro de un género tan dado al exceso puntillista como la IDM–, pero también con su habilidad para introducir estructuras narrativas dentro de las canciones. Canciones que utilizan elementos perfectamente reconocibles (polirritmias, glitches, melodías sencillas y encantadas, colchones futuristas), pero que luego los sumerge en un laberinto de capas rítmicas, formas melódicas y nubes ambientales que siempre está en movimiento. Lo que da lugar a un disco cinemático y meticuloso, un viaje onírico y sensorial, que a cada paso descubre pequeños tesoros en forma de grabaciones de campo: pajaritos, ruidos mecánicos, voces capturadas en la distancia. Elementos que anclan y dan aún más poso emocional a un “Montjuïc” en el que se intuyen muchos tintes autobiográficos, tanto a nivel de sonido (ahí están, por ejemplo, los guiños a Orbital de “Thalassa”) como a nivel sentimental: es lo que sugieren títulos como “Lisboa”, “Recurrent dream” o el propio “Montjuïc”. La larga espera, en fin, ha merecido la pena. Vidal Romero

 

2

 

02

Joana Serrat

Dear Great Canyon

El Segell del Primavera

 

Como quien regresa de un largo viaje, y lo mismo amanece con la necesidad de partir, Joana Serrat nos devuelve a sus dominios sonoros con canciones que se mueven sin respiro, por profundas que sean las raíces que las hicieron nacer.

 

“Dear Great Canyon” es un sueño errante, que a menudo suena como un suspiro de meditabundo, pero a veces como una urgencia, y otras como un remolino íntimo. Aunque siempre con la intensidad que solo pueden traer los vientos que atraviesan llamas. Fulgores de verdadera música, en un disco que habita los territorios del sonido americano mejor entendido, con rasgos de rock, folk y pop enhebrados bajo una sensibilidad unívoca. Se trata sin duda de una travesía enriquecedora, no en vano los compañeros de este viaje han sido gente del talento de Howard Bilerman, productor conocido por sus tareas junto a Arcade Fire o Godspeed You! Black Emperor, el también canadiense Gavin Gardiner, miembro de The Wooden Sky, que contribuye con todo tipo de interpretaciones e intuiciones, más las artes de Toni Serrat, David Soler, Edu Martínez, Marçal Ayats, Carla Serrat, y la contribución compositiva de David Giménez en algunos cortes. El resultado es un cancionero que se resuelve mediante una ambivalencia del relieve, y se divide en un Mountain Side y un Valley Side, porque sus melodías lo mismo se vuelven álgidas que crepusculares, y saben avanzar al trote o al galope a través de riscos y llanos.

 

“Flowers on the hillside” es el despertar del disco, un punteo leve que abre un espacio para la voz de Serrat, y el cercano rebullir de bombos, platos, teclas y otras cuerdas que, poco a poco, forman una aureola íntima y sosegada, la cual, tramo a tramo, crece y alcanza la trascendencia de quien está a punto de abrir la puerta y llegar tan lejos como sepa caminar. En su crescendo, las guitarras ululan y un cello estremecedor nos trae aullidos que erizan la piel. “The Blizzard” es otra canción que nace al alba, en versos que alcanzan unos agudos dolientes y hermosos, sobre el paso grave de unas percusiones que se abren a un gran páramo de coros, en pasajes que firmaría el propio Morricone. De ahí, las tormentas se remueven, los lamentos se mezclan entre ecos, y se genera una maraña ambiental tan propia del cielo como del infierno.

 

“Green grass” inicia la verdadera carrera, alzándose sobre una melodía rápida y liviana, con el paso ligero de quien decide quedarse con el verde y olvidarse del barro por un día. El estribillo acelera con un brillo pop contagioso, los pies se despegan del suelo, mientras las rítmicas y las notas del teclado y el steel guitar nos hacen levantar la cabeza hacia el cielo y pensar en las cosas que crecen bajo nuestros pies. Con esa misma intención de dejar las sombras a la espalda, “Stop feelin’ blue” se relame en la ironía de un blues-country-con-tono-de-nana-con-aire-de-crooner, que cuenta con la gentil ayuda de la voz de Víctor Partido, mientras los teclados le dan un cariz mágico a todo el satén melódico. “So clear” es otra gran cima de lucidez en el disco, una respiración intensa que eleva los espíritus al ritmo de sus puntos de elevación entre frases, unos ‘oh-oh-oh’ altamente coreables, siempre acompañados de un banjo trotón que le da a la épica un formidable reverso cándido.

 

Las perlas se suceden, ¡como dejarse alguna si nadamos en aguas de abundancia! “Summer on the beach” cierra la cara de montaña del disco con un downtempo delicioso, donde las baquetas caen espaciadamente, y un verso sencillo, gloriosamente ralentizado y perezoso, nos ciega con la belleza aturdidora de los rayos del sol más intenso en una playa vacía, con el mar en calma en pleno verano. De ahí, el camino desciende hasta rincones donde cuesta más encontrar la luz. “Cold” nos hiela con una caricia gélida y favorita, que se gesta mediante la conjunción cuidadosa de un banjo y las harmonías del pedal steel con los teclados. Por encima de todo ello, la voz de miel de Joana Serrat reina en todo el valle, y abre vías entre vapores. Lo mismo sucede en “The wanderer”, donde la guía del bajo y los matices de los punteos glorifican la aventura. “The secret (The low-down light)” es una pequeña canción de cuna, folk fantasmagórico para escuchar con la vela encendida y las cortinas echadas, quien sabe si con miedo a volver abrir los ojos cuando nos araña ese crepitar eléctrico final. “Yellow rider” nos pone de nuevo en el camino, con un estribillo levanta-mecheros, romántico hasta la médula, y un candor que suena a pureza, y “Place called home” le sigue a la zaga con retahílas de rock afilado a base de medios tiempos sugerentes, y una destilación de voces sencillamente apasionante. “Came out of the blue” cierra la marcha regresando al lugar de donde nunca nos fuimos, con el lamento herido de una canción que hace caer teclas y voces, convirtiéndolas en una lluvia de estrellas para nuestro oído. Hemos montado un caballo pardo, un campo nos ha atravesado el pecho, se nos ha hecho de día y de noche, hemos agarrado el viento y algunas gotas de lluvia, y queremos volver a escuchar todo eso: ese es el verdadero talento de Joana Serrat.

 

Las nuevas composiciones de la artista catalana respiran con el aliento de las grandes cumbres de la americana clásica, tensada con un nervio actual frente a un horizonte donde lo mismo cabe Bill Callahan que Neil Young, Neko Case o un eterno Dylan. Un horizonte siluetado con luces ocres, resiguiendo el perfil de un pico y una llanura.

 

Esa es la naturaleza de este disco. Hay un gran cañón, una montaña y un valle que se suceden, se entienden y complementan, para conformar un paisaje tan bello que desafía la mirada, y prende los anhelos. Sonidos que dibujan todas esas figuras en la distancia que están adentro tuyo, y nos devuelven allí donde siempre queremos ir: un sitio que no tiene techo, ni paredes ni puertas, ni sabemos lo que es. Un lugar que no es nuestra casa, pero al que siempre volveremos. Albert Fernández

 

1

 

01

I Am Dive

Wolves

Foehn

 

 

En la crítica musical siempre se ha considerado un tercer disco como “el más difícil”, por pensar que a partir del segundo esfuerzo el grupo ya se habría quedado sin material reciclable y, también debido al mayor grado de exposición mediática, por la imposibilidad de recurrir de una manera tan evidente a sus iniciales inspiradores. En el caso de I Am Dive, esta dificultad se les ha adelantado un peldaño por dos razones básicas: la primera, porque habida cuenta del asombroso número de EPs, singles y remixes que han editado desde su creación como grupo, no les ha quedado más remedio que ir componiendo casi al día; la segunda, porque su debut, “Ghostwoods” (Foehn Records, 2012), es ya un clásico contemporáneo de nuestra música de dormitorio, al menos a pequeña escala, y su nuevo disco era esperado con ansia.

 

La duda, entonces, era saber si I Am Dive iban a poder soportar la presión que supone que su primer largo, dos años después, siga resistiendo fuerte todavía en nuestros reproductores y en nuestros corazones… Y, ¿lo han conseguido con “Wolves”? Sí. Rotundamente, además: I Am Dive siguen siendo I Am Dive, pero han vuelto más grandes, mejores y, lo que es más importante, sin miedo. Sin miedo a dejar en un discreto segundo plano algunas de sus supuestas señas de identidad (las acústicas de Esteban, los planeadores arpegios de guitarra eléctrica de José), pero por encima de todo sin miedo de intentar acercarse a más amplias audiencias sin perder su esencia. De esta segunda cuestión serían paradigmáticos los casos de, por ejemplo, la propia “Wolves” o “The Lower You Fall”, temas con estribillos concatenados de manera casi científica para provocar la emoción y que presentan unas inflexiones vocales casi sorprendentes para el grupo que nos ocupa, pero cuya evidente condición de hit-singles potenciales no rebaja un ápice la calidad del conjunto; más bien al contrario. A pesar de haber alcanzado un grado de independencia y autogestión tal que ya hasta se graban los discos en casita, I Am Dive se han atrevido a mostrarse menos herméticos, y eso les honra.

 

Dicho esto, tampoco hay que esperarse una revolución absoluta en “Wolves”, por supuesto. Este disco es tan I Am Dive como cualquier material anterior e incluso hay canciones, como por ejemplo “Norman, Oklahoma”, que podrían figurar sin sobresaltos en “Ghostwoods”. Curiosamente, estos tres temas a los que nos acabamos de referir, junto con esa suerte de gospel espacial que es “Departure” son, muy probablemente, los mejores momentos en la carrera de Esteban Ruiz como vocalista, incluyendo no sólo este, sino también sus proyectos anteriores. Por su parte, la presencia continua y en primer plano de los mantos electrónicos que factura José A. Pérez es algo que el grupo deja claro desde la apertura del disco, con la gigantesca “Days Become Ages”. Y es que los ya famosos perepisms, esos detallitos de producción que beben del shoegaze, la IDM y los clicks ‘n cuts, han ido reptando desde las sombras, en sus primeros EPs, hasta el protagonismo absoluto, a estas alturas; de ahí que la densidad sonora de los temas haya subido varios enteros. Es una pretensión, además, que ya habíamos podido intuir en lanzamientos intermedios como el disco de remixes “Driftwood” (Foehn, 2013), sus propias remezclas a otras bandas o el más reciente 10” “Plane Windows” (Squaring The Circle/WeAreWolves, 2014).

 

La verdadera magia de I Am Dive, para resumir, es que Esteban podría editar él solo un gran disco de folk cortavenas, y la escena electrónica nacional merecería un disco de José hecho a base de maquinitas, pero su mezcla, colisión y fusión en esta extraña pero altamente productiva célula de trabajo eleva a los retoños discográficos de ambos a cotas que, por separado, les serían imposibles de alcanzar. Pablo Vinuesa

 

Redacción

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