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Ezra Furman

Llámalo de todo, menos folk

 

Luis Meyer

 

Ezra Furman, de gira por nuestro país, acaba de lanzar el disco más Ezra Furman de su carrera. Lo de estabularse en un estilo concreto no va con él, de modo que en "Perpetual motion people" (Bella Union, 2015) aplica el ‘todo vale’ a la hora de jugar con sonidos y arreglos, dar rienda suelta a todo lo que da de sí su última banda y, por qué no, aprovecharse de ese poquito más de tiempo que le dan a uno para grabar un álbum cuando es famoso. Ha facturado lo mejor de su carrera. Lo que no es decir poco, si hablamos de un genio prematuro. Empezó haciendo folk, vale, pero eso ahora es lo de menos. Está de gira por España, hoy tocará en La Rambleta (Valencia) y el 4 de noviembre en la Sala Sidecar (Barcelona).

 

El de Illinois, sin cumplir aún los 30 años, ha logrado desbaratar todos los clichés de la música rock. Para empezar, porque no hace rock, bueno sí, un poco, aunque muchos lo encasillaron una vez en el folk, una etiqueta que enseguida se quitó de encima a base de zarpazos de psicodelia y pop festivo en la forma, que no en el fondo. Porque este tipo no habla en sus canciones de noches extremas y amores incomprendidos, esos temas tan sobados, sino que menciona a gente como Dostoievski con desparpajo entre acorde y acorde, como quien no quiere la cosa. También se disfraza de mujer casi sin querer, sigue al dedillo los dictados del judaísmo más tradicional al tiempo que inspira a hipsters de todo el planeta y, sobre todo, triunfa con especial incidencia en Reino Unido, ese mercado infranqueable para tantos músicos americanos de fama mundial. Empezó con The Harpoons, siguió en solitario y ya lleva dos discos con su nueva banda, The Boy-Friends. El último marca su cénit de heterogeneidad. Es, sin duda, el más inconformista de todos en cuanto a sonido, porque cada canción se plantea como una pequeña sorpresa. Aunque sus primeros acordes en el salón de su casa los dio siguiendo las tablaturas de un libreto de Bob Dylan, desde entonces no ha parado de experimentar, y definir hoy su música es una tarea bastante improductiva. Como me gustan los retos absurdos, es lo primero que le pregunto, al teléfono, entre toma y toma de su último vídeo.

 

 

No te gusta que te encasillen como músico folk. ¿Es cosa del pasado?

Creo que no es muy exacto generalizar de esa manera. Sí, podría decir que hago un folk rock muy particular… Pero al mismo tiempo sería como no decir nada. Puede haber un punto de partida en el folk, pero luego las canciones derivan hacia otras cosas muy diferentes. Hoy en día tenemos cada vez más medios a nuestro alcance y más y más influencias, intentar enmarcar la música de alguien en un estilo concreto me parece un poco absurdo, a menos que el propio artista decida definirse.

 

Tienes 29 años y The Boy-Friends ya es tu segunda banda, aparte de tu etapa en solitario. ¿Has encontrado lo que buscabas?

Realmente no estoy buscando nada, ni un tipo de música concreto. Hago un poco lo que quiero. Sí te diré que mi banda de ahora aporta mucho, no en la composición, sino a la hora de grabar. También hemos tenido más tiempo para asumir algunos riesgos, experimentar un poco más en el estudio… Todo eso se ve en el disco, claro.

 

Ahora estás tocando en nuestro país. ¿También experimentáis más en los directos?

Hemos trabajado, para esta gira, en ofrecer una experiencia. Lo bueno de nuestro directo ahora es que dejamos abierta la puerta a que puedan suceder muchas cosas. Llevamos el repertorio pensado, claro, pero no es un espectáculo programado. Puede pasar de todo, no nos ponemos límites.

 

¿Te sigues disfrazando? Es ya una seña de identidad.

No me disfrazo, yo me visto. Me pongo la ropa que me apetece cuando actúo o grabo un vídeo, con la que me siento a gusto, o la que entiendo que ayuda a expresar lo que estoy cantando. Si me disfrazo de mujer es porque me gusta. No hay que buscar una explicación más compleja.

 

 

Tal vez, el mundo del rock y el pop, con sus márgenes difusos de realidad, abre puertas para hacer cosas sobre el escenario que no hace el resto de los mortales.

Sin duda. Cuando escuchaba rock en casa de pequeño, aparte de lo musical, me di cuenta de que era un medio que te permitía expresarte mucho más allá de lo que permite la vida cotidiana, sin sus restricciones y sus corsés. Eso fue algo que me conquistó definitivamente.

 

Pero una estrella del rock de hoy tiene poco que ver con las de antes…

Claro, ahora por ejemplo no te haces millonario de golpe por el mero hecho de serlo, de tener un par de temas de éxito. La fama ya no va acompañada de dinero. Ser una estrella no te soluciona la vida, pero en lo que sí sigue siendo lo mismo es en que te da la capacidad de desprejuiciarte, porque tu música, y tus fans, te dan esa manga ancha, ese estatus. Lo de que te forres o no es secundario.

 

Dime qué llevas en tu iPod

¿iPod? Yo no uso eso. Pero, de tenerlo, llevaría a Sam Cook, algo de Bob Dylan en directo, el último de Nick Cave, que me parece increíble, es toda una influencia.

 

Has crecido en Chicago. Un hervidero de electrónica, tecno, noise, rock… ¿Te ha influido como músico?

Bueno, yo creo que desde que en los años 30 Robert Johnson dedicó su legendario tema blues "Sweet home Chicago" a esta ciudad, hasta los garitos de música electrónica de ahora, siempre ha habido aquí un afán especial de descubrir, crear y disfrutar la música. Hay un montón de sellos haciendo cosas muy diversas e intrépidas. Obviamente eso es muy inspirador para los que nos dedicamos a esto, crecer en una ciudad como esta es un punto a favor, en nuestra formación y nuestras influencias, sin duda. Por cierto, adoro el blues, y eso es algo que le debo a la música de Robert Johnson. No sé si eso trasciende en mi música, pero es un hecho. Su intensidad me arrebató cuando era un adolescente, y es uno de los motivo por los que me dedico a esto. Pero también tuve un apoyo increíble en mi casa.

 

 

¿Tus padres no querían que fueras abogado o médico?

Bueno, me inculcaron el gusto por la música desde muy pequeño y apostaron por mí. Me regalaron una guitarra cuando aún era un niño… ¡Con un libro de acordes de Dylan! Un poco intenso para esa edad, ¿no crees? Aunque lo cierto es que yo crecí, desde muy pequeño, escuchando a The Beatles y a otros músicos de esa época… Reconozco que tocando y cantando era garrafal al principio, pero mis padres tuvieron bastante paciencia, porque era muy ruidoso, y aun así me guiaron. Les debo, en definitiva, haber llegado a lo que soy hoy.

 

Dylan es muy religioso. Parece que también se te quedó algo de eso.

Desde el mismo nombre del disco. El judaísmo, la Torá, siempre habla de que tendemos a un lugar mejor, pero nunca llegamos a ese lugar. El título, "Perpetual motion people", va por ahí. Para mí la religión, cuando rezas, significa conectar con tus emociones. Eso tiene mucho que ver con el arte, si lo piensas. Con mi música, intento trascender, en eso consiste la espiritualidad. Por eso me siento tan ligado a la religión.

 

Y en ese afán explorador, ¿Has estrenado algo para sacar nuevos sonidos en este disco?

Sí, hemos probado con nuevas guitarras, también teclados, que traen algunos sonidos nuevos al álbum. Pero eso llega después, a la hora de grabar. Cuando compongo, no lo hago pensando en grabar un álbum, sino en la propia canción. No me planteo cómo la llevaría a cabo en un estudio, de qué forma podría grabarla. El punto de partida son siempre las emociones de un momento concreto, más que una idea preconcebida.

 

 

Luis Meyer

Ha publicado en El País, Público y muchas revistas de esas que se imprimían en papel sobre temas que van del narcotráfico colombiano a los vestidos de novia de Rosa Clará, ha entrevistado a ministros, deportistas, teólogos, economistas, premios Nobel, artistas, a políticos fascistas, comunistas y socialistas… Y a Rosa Clará, por supuesto. Sólo ha mantenido una constante en su esquizofrénica carrera: la música. Go Mag acogió su dudosa prosa hace una década y eso le ha permitido acercarse a sus ídolos sin parecer el ‘groupie’ enfermizo que en realidad es: Yo La tengo, The Breeders, Stereolab, Interpol… Ha entrado en Blisstopic solo porque intuía que le íbamos a dar la entrevista a Mogwai

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