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Keith JarrettNo EndECM / Universal 4Jazz |
El jazz no sería lo que es sin Keith Jarrett. Pianista de toque exquisito y ética irritante, injustamente más famoso por sus discos amables y sosegados (como el archiconocido “Köln Concert” y el no menos asimilado a la escucha pop "My song”) y por sus berrinches escénicos que por su inmensa trayectoria en el jazz, en los últimos años sus discos son registros en directo que alternan entre excelentes pero reiterativas interpretaciones de standards e improvisaciones libres de largo aliento y difícil atención. Pero incluso este panorama no alcanza a justificar el lanzamiento de “No End”, dos CDs que compilan veintidós piezas inconclusas, grabadas en 1986 en el estudio casero del propio Jarrett. Lo anómalo, lo que genera un temor que la escucha no hace más que justificar, es que Jarrett toca guitarra eléctrica, bajo eléctrico, batería y percusiones surtidas, flauta dulce y canta. Ah, sí, en contadísimas ocasiones toca el piano.
Como él toca todos los instrumentos y fue grabando uno encima del otro, el sonido es muy deficiente, otra novedad para ECM, el sello más pulcro que existe en ese sentido. Si como baterista a veces logra algún ritmo decente, la guitarra eléctrica, el instrumento más presente, es un catálogo de interesantes ideas melódicas mal ejecutadas, en un constante stacatto sin fluidez alguna. Mientras las melodías de la guitarra, probablemente más por deficiencia técnica que por decisión, recuerdan a las improvisaciones de músicos de rock a quienes la ingesta descontrolada de sustancias ilegales les ha quitado toda inhibición estética (muchos comparan este disco a los interminables solos de Jerry Garcia), el bajo sugiere algunas de las líneas funky experimentadas por Miles Davis en su fase eléctrica, en especial cuando parecen generar vamps obstinados e interminables. A pesar de la falta de técnica, sin embargo, “No End” sí funcionaría como un interesante reservorio de ideas, que van desde melodías muy agradables hasta divertidas improvisaciones, si no fuera porque la mala calidad de sonido y la interrupción abrupta de varias de las “partes”, como si de pronto se hubiera acabado la cinta, hacen que en ningún momento se eleve por encima de la categoría de una maqueta.

Eduardo Hojman
Nació en Buenos Aires en un siglo en el que los diarios pedían las notas escritas a máquina y en hojas pautadas. La primera vez que llevó uno de sus artículos en un floppy disk sintió que el mundo había cambiado para siempre. Después de abandonar la carrera de Abogacía y de graduarse de licenciado en Ciencias de la Comunicación, colaboró en más medios gráficos de los que le gustaría acordarse. Entre ellos, los diarios Clarín, Nación, Página 12, Sur, ABC y las revistas Página 30, Cuadernos de Jazz, Jaç y Down Beat. Dirigió los programas radiales 70 Monos y Después de Hora en la Radio Municipal de Buenos Aires y Barcelona Jazz Bar en la radio Contrabanda de Barcelona. Es miembro intermitente de la Jazz Journalists Association. Trabajó como editor de ficción en Emecé Argentina y actualmente lo hace en Ediciones Urano.
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