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Flying Saucer Attack Instrumentals  

Flying Saucer Attack

Instrumentals

Domino

8

Ambient / Post rock

Vidal Romero

 

A finales de 2012, cuando se publicó “Heartbeat/complete”, una recopilación de temas de Flying Saucer Attack que habían aparecido en singles y recopilaciones de diverso pelaje, lo que más me sorprendió fue la cualidad atemporal que aquella música transmitía. Es decir, la mayoría de aquellas canciones tenían más de quince años de antigüedad, pero seguían sonando frescas y lustrosas, como si se tratara de un material recién grabado y no de archivos desempolvados. Espoleado por la curiosidad, decidí entonces volver a escuchar todos los discos que había grabado Dave Pearce mientras mantuvo vivo el proyecto (sí, soy de los que hacen ese tipo de cosas), y llegué a la conclusión de que esa cualidad venía dada, precisamente, por el desapego de Pearce hacia la tecnología: al utilizar un equipo rudimentario y básico –apenas consistente en guitarras, pedales de efectos, grabadores de cuatro pistas y algún elemento de percusión-, al incluir grabaciones de campo (el sonido del viento o de la lluvia, el ruido de los insectos al anochecer) en el corazón mismo de la mezcla, conseguía que sus composiciones se situaran en un limbo casi imposible de datar. Un estilo propio, que el propio músico gustaba describir (con mucho acierto) como “rural psychedelia”.

 

Como sucede los mejores títulos de la historia del ambient –piensen en dos obras tan distintas como el “Apollo” (83) de Brian Eno o en “The disintegration loops” (02) de William Basinski–, los discos de Pearce habitan en un universo propio y distante, un mundo imaginario en el que el tiempo y el espacio se rigen por leyes diferentes a las nuestras. De hecho, son precisamente las pocas ocasiones en las que nuestro hombre intentó romper la burbuja de su hermético universo; en las que intentó abrirse a otros lugares y tecnología, las que produjeron los momentos menos inspirados de su discografía. Es el caso de “Distant/Station” (96), un experimento de ambient que grabó a medias con Tele:Funken, o de “Mirror” (00), su particular intento por acercarse a la psicodelia garagera de los sesenta, un género que siempre había reconocido como una influencia capital.

 

 Flying Saucer Attack

 

Publicado quince años después de ese canto del cisne, y cuando ya nadie esperaba que el proyecto volviera a la vida, “Instrumentals” recupera al Pearce más íntimo y monástico. Como su título avanza, se trata de quince piezas instrumentales, que abarcan desde la miniatura de escasos segundos hasta una mini sinfonía que roza los diez minutos, y que dan todo el protagonismo a las guitarras. Guitarras que a veces suenan limpias y otras veces se dejan contaminar con ecos y efectos; que a veces se limitan a dejar algunas notas flotando en el espacio y otras se multiplican en varias capas, construyendo auténticas telarañas de sonido. Que igual esbozan melodías preciosistas que se pierden en un bosque de drones pesados o lanzan una andanada de puro ruido blanco (como sucede en “Instrumental 6”). Todo esto cabe en una serie de canciones que a primera vista parecen improvisadas, pero que tras varias escuchas revelan un meticuloso sistema constructivo; revelan motivos y gestos que van cruzando el disco de lado a lado, un arco narrativo que corre de manera subterránea durante los sesenta minutos que se alarga “Instrumentals”. Canciones solemnes y de tono sombrío, que en sus mejores momentos (“Instrumental 3”, “Instrumental 14”) funcionan como mantras meditativos, dotados de una extraña religiosidad: no hay que olvidar que Popol Vuh es otra de las grandes influencias que Pearce reconoce. Música contemplativa y narcótica, que a primera escucha puede decepcionar a algunos de los viejos seguidores de Flying Saucer Attack (la falta de voz, percusiones y grabaciones de campo le dan al disco una limpieza pocas veces vista en los títulos antiguos), pero que termina por abrirse hueco en el corazón.

 

Vidal Romero

Como todos los antiguos, Vidal Romero empezó en esto haciendo fanzines (de papel) a mediados de los noventa. Desde entonces, su firma se ha podido ver en infinidad de revistas (Go Mag, Rockdelux, Ruta 66, Playground, aB, Era y Clone entre muchas otras) y algún que otro periódico (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz). Es también uno de los autores del libro “Más allá del rock” (INAEM, 08) y ha trabajado como programador y productor para ciclos de conciertos y festivales como Arsónica, Territorios o Electrochock (US). Incluso le ha quedado tiempo para ayudar a levantar España ladrillo a ladrillo con lo que es su auténtica profesión: la arquitectura. Es uno de los mejores analistas de música electrónica de este país.

 

vidal@blisstopic.com