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Alva NotoXerrox Vol 3Raster Noton 8Electrónica |
Publicado a principios de 2007, el primer volumen de la serie “Xerrox” escenificó un cambio de ciclo, tanto para Carsten Nicolai (aka Alva Noto) como para Raster-Noton, el sello que nuestro hombre co-dirige junto a Olaf Bender. Supuso pasar de un experimentalismo (más o menos) radical y en cierto modo academicista, de las actuaciones en museos y galerías de arte, a un universo de espectáculos audiovisuales, pensado para los clubes de techno y los festivales. “Xerrox” sublimaba los intereses del primer Nicolai; esa idea de “tomar elementos de la vida cotidiana para transformarlos en partículas audibles”, y lo hacía manejando un concepto que ya por sí mismo implicaba transformación: la manera en la que las técnicas de reprografía van degradando las imágenes originales, provocando pequeños cambios, distorsiones y ruido de fondo, hasta convertirlas en algo que apenas guarda relación con las fuentes de partida (una realidad que incluso en estos tiempos de nube y abstracción digital sigue vigente, por cierto, como muy bien saben los usuarios de Instagram). Un concepto que el productor atacaba desde múltiples puntos de vista: degradaba imágenes fotográficas y las convertía después en archivos de audio utilizando editores de onda, manipulaba fuentes de sonido a través de procesos radicales de compresión y descompresión, transformaba trozos de vídeo en patrones de ruido blanco. Y con todo aquello, daba forma a piezas “musicales” en las que se mezclaban el azar y la composición, las masas de ruido y los zumbidos digitales, con formas que recordaban lejanamente a melodías.
Ocho años más tarde, y después de haber dedicado el último lustro a proyectos colaborativos, al asentamiento definitivo de Raster-Noton y a impulsar su carrera como artista del directo –con ese animal del jander-stadium que es Diamond Version como máximo exponente-, Nicolai recupera el concepto con un tercer volumen (el segundo, una continuación estética del primero, se publicó en 2009) subtitulado “towards space”. Y lo primero que sorprende cuando se coloca el disco en el reproductor es lo accesible que resulta. Es cierto, ahí en el fondo siguen sonando los clicks y las masas de ruido, los drones y las frecuencias saturadas; pero frente a lo escarpado y rasposo de los dos primeros volúmenes, aquí todo parece domesticado y sereno, amable e incluso cinemático. La explicación oficial es que el disco refleja “la cara más íntima de Alva Noto”, que se trata de una “reflexión personal de los sueños de infancia, un viaje imaginario a través de paisajes emocionales, la banda sonora de una película que en realidad no existe”. Una explicación más prosaica tendría que ver con el nuevo estatus del productor alemán, que ahora se enfrenta a un público más numeroso y menos especializado; de ahí que haya suavizado su discurso hasta casi rozar un ambient amable y delicado, en el que abundan las melodías arracimadas, las atmósferas acariciantes y hasta algún pasaje de inspiración cósmica. Unos mimbres que, tipo listo, ha sabido combinar con sus clásicos ruiditos y poluciones digitales, para dar forma a un disco que equilibra el experimento con el lugar común, pero sin caer en exceso hacia ninguno de los dos lados. Un equilibrio muy inestable, que en “Xerrox vol. 3” funciona de manera notable (se trata, sin duda, de uno de los mejores discos que Nicolai ha publicado en toda su carrera), pero que también parece significar un nuevo cambio de ciclo: que nadie se sorprenda si los próximos discos del alemán giran hacia territorios mucho más “comerciales”.

Vidal Romero
Como todos los antiguos, Vidal Romero empezó en esto haciendo fanzines (de papel) a mediados de los noventa. Desde entonces, su firma se ha podido ver en infinidad de revistas (Go Mag, Rockdelux, Ruta 66, Playground, aB, Era y Clone entre muchas otras) y algún que otro periódico (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz). Es también uno de los autores del libro “Más allá del rock” (INAEM, 08) y ha trabajado como programador y productor para ciclos de conciertos y festivales como Arsónica, Territorios o Electrochock (US). Incluso le ha quedado tiempo para ayudar a levantar España ladrillo a ladrillo con lo que es su auténtica profesión: la arquitectura. Es uno de los mejores analistas de música electrónica de este país.