Menu
Blusa  

Blusa

Toca breakbeat, perro

Sello Salvaje

7

Post-rock

Vidal Romero

 

 

Tal vez sea un caso de mala suerte, tal vez sea cuestión de haberse rodeado de compañías poco apropiadas –Indoor, el sello que publicó su primer disco, “Annual for boys 1954” (00), tenía mucha más voluntad que recursos–, tal vez es porque vienen de un pueblo de la provincia de Sevilla, y ya se sabe que en España casi todo lo que sucede en la periferia tiende a ser ignorado. El caso es que los chicos de Blusa llevan más de quince años de carrera a sus espaldas; un lapso de tiempo que a muchos músicos les sirve para desarrollar carreras enteras, para montar y desmontar bandas, un tiempo más largo incluso que la mayoría de las relaciones de pareja, pero que a ellos apenas si les ha servido para asomar la nariz más allá de su local de ensayo. Alguna maqueta, algunos conciertos desperdigados: un haber muy escaso si tenemos en cuenta las hechuras que la banda demuestra en “Toca breakbeat, perro”, su estupendo segundo disco.

 

Es también posible, claro, que ese ostracismo al que se han visto condenados tenga mucho que ver con la música que hacen. El post rock es algo que nunca ha sido especialmente celebrado en este país (lo pueden confirmar otros artesanos del género que también vienen del sur, como Tannhäuser, José Cicuta o Tentudía), sobre todo el que se muestra más interesado en las texturas y las construcciones climáticas que en la pirotecnia y el guitarrazo efectista. Y las canciones de Blusa son precisamente eso: una telaraña de sonidos en la que se entrelazan ritmos musculosos, bajos punzantes, filigranas melódicas y ronroneos de electricidad estática. Unos mimbres que permiten al cuarteto sevillano establecer fugas puntuales hacia el jazz, el shoegaze o el krautrock de tintes motóricos, pero que sobre todo hace referencia a los días heróicos del género; a ese post rock que surgió a principios de la década pasada, a cobijo de la sombra del slowcore, y que dejó detrás suya bandas como Shipping News, Sonna, The Mercury Program o June Of 44.

 

Todo esto convierte a “Toca breakbeat, perro” en un disco que no persigue la innovación formal; prefiere concentrarse en cosas más mundanas como el control preciso de las intensidades, el diseño de un perfecto pulso rítmico o la búsqueda de ese momento exacto en el que romper un juego de repeticiones para añadir tensión al conjunto. Sumen a todo lo anterior un cuidado trabajo de mezclas, que revela la existencia de varios planos dentro de cada canción, y tendrán entre las manos un disco más que notable. Sus únicos defectos, en realidad, tienen que ver con una cierta monotonía en la paleta de sonidos que utiliza la banda (dicen sus miembros que antes utilizaban cacharrería electrónica; quizás deberían recuperarla), y con un cierto horror vacui, que le obliga a llenar de sonido cada segundo de cada canción. Problemas menores, que en absoluto empañan uno de los mejores títulos que ha dado el post rock nacional en esta temporada.

 

Vidal Romero

Como todos los antiguos, Vidal Romero empezó en esto haciendo fanzines (de papel) a mediados de los noventa. Desde entonces, su firma se ha podido ver en infinidad de revistas (Go Mag, Rockdelux, Ruta 66, Playground, aB, Era y Clone entre muchas otras) y algún que otro periódico (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz). Es también uno de los autores del libro “Más allá del rock” (INAEM, 08) y ha trabajado como programador y productor para ciclos de conciertos y festivales como Arsónica, Territorios o Electrochock (US). Incluso le ha quedado tiempo para ayudar a levantar España ladrillo a ladrillo con lo que es su auténtica profesión: la arquitectura. Es uno de los mejores analistas de música electrónica de este país.

 

vidal@blisstopic.com