![]() |
Sons Of MagdaleneMove to painAudralignt 6,5Synth pop |
A veces, el destino reserva giros extraños y dolorosos. Es algo de lo que puede hablar John Eustis, cincuenta por ciento de los añorados Telefon Tel Aviv: comenzó a trabajar en los temas de “Move to pain” en 2007, cuando a su padre le diagnosticaron un cáncer, como una manera de canalizar su dolor y su impotencia ante la situación. Al principio se trataba de bocetos que iban creciendo poco a poco, de manera desordenada: experimentos con cintas manipuladas, drones arrancados a sintetizadores modulares y samples de viejos discos orquestales se amontonaban en el disco duro de Eustis; un material al que sólo pudo comenzar a dar forma cuando su compañero de banda, Charles Cooper, mostró interés y sugirió que ahí podía estar la semilla para el cuarto disco de Telefon Tel Aviv.
Por desgracia, Cooper murió a principios de 2009, a causa de una desafortunada mezcla de pastillas para dormir y alcohol, lo que volvió a dejar a Eustis sólo y desorientado; llegó a terminar el disco en algún momento del año siguiente, pero lo dejó archivado, a la espera de poder asumir todo lo que había sucedido. Así que “Move to pain” es un disco que llega varios años después de su concepción; un disco marcado por la tragedia y la pérdida, que debería llevar la palabra “tristeza” escrita con un tipo de letra a tamaño 24 en su portada.
A pesar de todo lo anterior, conviene recordar que en el momento de la desaparición de Cooper, Telefon Tel Aviv era una banda más que interesante; una banda que combinaba un gusto exquisito a la hora de tratar el sonido, de construir ritmos y manejar los recursos atmosféricos (sus dos miembros, no en vano, formaban parte del equipo de desarrollo en Native Instruments, la empresa responsable de paquetes de software como Reaktor, Absynth o Traktor), con una poderosa sensibilidad pop. Una mezcla que había estallado en todo su esplendor con “Immolate yourself” (09), un disco que avanzó todo el revival de synth pop que se nos ha venido encima en los últimos años, pero ejecutado con mejor gusto y recursos de lo que suele ser habitual entre las bandas del subgénero.
De hecho, en “Move to pain” hay varios momentos que recuerdan ese giro estilístico en el que la banda andaba metida: “Hold on hold still for a second”, la excelente canción que abre el disco, podría haber sido un hit de New Order en su buena época (y esto es un piropo), y algo parecido sucede con “Move to pain” y “Can’t won’t don’t want to”, dos temas de esos que nuestro Manu González describiría como “para bailar con lágrimas en los ojos”. Eso sí, ninguna llega a la altura de “A strange sound”, cuatro minutos y medio de subidón emocional, que constituyen lo mejor del lote. “Bitter soliloquy” y “Unfortunate phone call”, por su parte, son dos miniaturas delicadas, repletas de atmósferas y pequeños gestos melódicos, que demuestran lo brillante que la pareja podía llegar a ser en el estudio. Y, para completar el puzle, hay también varias piezas (“The whip”, “O, death”, “Crows on the eavens of my father’s house”) en las que se mezclan ritmos secos, drones, líneas de sintetizador que recuerdan a John Carpenter y voces que resuenan en la oscuridad. Un babel de estilos y de tipos de sonido que por separado funcionan bien, o incluso muy bien, pero que no terminan de encajar entre sí; antes bien, da la impresión de que Eustis necesitaba cerrar este capítulo antes de poder pasar a cosas nuevas, y que por eso ha sacrificado la coherencia del disco. Y aunque es una pena, porque “Move to pain” deja en el aire la sensación de una oportunidad perdida, también puede ser motivo de alegría, si tal y como anuncia Eustis en su página web, esto significa que el bloqueo se ha roto, y que existe un futuro para Telefon Tel Aviv.

Vidal Romero
Como todos los antiguos, Vidal Romero empezó en esto haciendo fanzines (de papel) a mediados de los noventa. Desde entonces, su firma se ha podido ver en infinidad de revistas (Go Mag, Rockdelux, Ruta 66, Playground, aB, Era y Clone entre muchas otras) y algún que otro periódico (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz). Es también uno de los autores del libro “Más allá del rock” (INAEM, 08) y ha trabajado como programador y productor para ciclos de conciertos y festivales como Arsónica, Territorios o Electrochock (US). Incluso le ha quedado tiempo para ayudar a levantar España ladrillo a ladrillo con lo que es su auténtica profesión: la arquitectura. Es uno de los mejores analistas de música electrónica de este país.